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Islandia, el hogar de los volcanes más impredecibles del mundo

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Las fuerzas de la naturaleza muestran sus impulsos primitivos en uno de los entornos naturales más impresionantes de la Tierra: Islandia. Ubicada en el extremo norte de la dorsal Mesoatlántica, en el punto de separación entre las placas tectónicas euroasiática y norteamericana, esta isla es un espectáculo natural en sí misma.

Es la separación de estas placas la que dota de sentido a la gran actividad volcánica de Islandia. Pero es mucho más: es su razón de ser. Ubicada en la línea de divergencia de ambas placas tectónicas, donde se mueven alejándose una de otra, su separación provoca que la acumulación de magma existente bajo el manto terrestre se filtre a través de las fisuras, dando lugar a erupciones volcánicas cuando se acerca a la superficie.

Si bien estas erupciones pueden ser peligrosas y ocasionar daños, la isla cuenta con una actividad volcánica constante y con grandes infraestructuras dedicadas a predecir estos eventos, así como a prevenir los posibles daños que ocasionen. En Islandia, los volcanes son fuente de una inagotable belleza que transforma su paisaje constantemente, dando lugar a algunos de los paisajes más fascinantes de la Tierra. El fuego y el hielo han forjado la isla durante milenios y forman parte de la historia y la cultura de sus habitantes.

Eyjafjallajökull, el más famoso en la historia reciente

En 2010, el volcán Eyjafjallajökull pasó de ser un completo desconocido para el público general a ocupar todos los titulares de los medios mundiales durante semanas. Acababa de entrar en erupción y sus efectos se hicieron notar rápidamente, obligando a cortar el tráfico aéreo de toda Europa.

La erupción de este volcán ubicado en el sur de la isla se prolongó durante semanas e ingentes cantidades de ceniza volcánica se dispersaron por el aire, obstaculizando los vuelos de toda Europa, afectando a millones de personas que se vieron obligadas a cancelar o posponer sus viajes.

Se calcula que este estratovolcán se formó hace unos 780.000 años, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de la isla. Presenta una particularidad que comparte con muchos de los volcanes islandeses: está cubierto parcialmente por un glaciar, por lo que cuando entró en erupción en 2010 generó una intensa nube de vapor de agua que, junto a la ceniza despedida del cráter, cubrió el espacio aéreo de todo el continente.

Los alrededores del Bárðarbunga entran en erupción en 2014

La segunda montaña más alta de Islandia es, a su vez, un volcán activo que se ubica bajo la capa de hielo del glaciar Vatnajökull, el más extenso de Islandia. El Bárðarbunga forma parte de un sistema volcánico de unos 200 km de longitud y 25 km de ancho y, aunque la última vez que entró en erupción fue en 1910, en agosto de 2014 se registró un enjambre sísmico bajo el glaciar en el que se produjeron 1155 terremotos de hasta 3,8 grados en la escala de Richter.

Las primeras investigaciones encontraron numerosas depresiones glaciares al sur del volcán y posteriormente se confirmó la erupción subglacial, que terminó desembocando en la erupción de una fisura en el campo de lava de Holuhraun, como se puede apreciar en la imagen, situada entre los volcanes Bárðarbunga y Askja.

Myrdalsjokull, el glaciar que se asienta sobre el volcán Katla

En Islandia, volcanes y glaciares generalmente van de la mano. Es el caso del Katla, uno de los volcanes más poderosos del sur de Islandia, y el Mýrdalsjökull, el glaciar que lo cubre.

Desde el año 930 se han registrado un total de 16 erupciones, siendo la última en 1918, motivo por el cual este volcán está intensamente monitorizado por los científicos de la isla. Su periodo entre erupciones ha rondado históricamente entre los 40 y los 80 años, por lo que debido a la gran cantidad de hielo que lo cubre y su proximidad a zonas habitadas lo convierten en uno de los más peligrosos de Islandia.

Öskjuvatn y Viti, los lagos del interior del cráter del volcán Askja

El cráter del volcán Askja esconde algunos de los secretos mejor guardados de la geografía islandesa. Dominando la parte central de la isla, este cráter alberga algunos de los lagos más fascinantes del país, como son el lago Viti –en primer plano de la imagen– y el lago Öskjuvatn, uno de los más extensos y profundos del país.

Es esa belleza tan singular la que hace del volcán Askja uno de los más famosos de Islandia. A pesar de que la última erupción del volcán tuvo lugar en 1961 y duró varias semanas, se caracteriza por ser un volcán muy activo pero menos devastador que la gran mayoría de volcanes islandeses.

Su relación con el lago Öskjuvatn es realmente curiosa: gracias a la erupción del Askja en 1875 se formaron los lagos Öskjuvatn y Viti, ubicados en el fondo de su caldera volcánica, que se alimentan a su vez por el agua del río Kaldakvísl, originado en el volcán Askja. Una relación de causa-efecto que ha dado lugar a uno de los paisajes más impresionantes del país.

El volcán Grimsvötn desde el espacio, uno de los más poderosos de Islandia

Ubicado en el extremo noroeste del glaciar Vatnajökull se erige a 1725 metros sobre el nivel del mar el sistema lacustre-volcánico de Grimsvötn. Dada su ubicación, estos lagos se encuentran bajo un manto helado que también cubre la gran cámara magmática del volcán homónimo, cuya caldera se extiende a lo largo de 35 kilómetros cuadrados.

Su salto a la fama internacional se dio en 2011, cuando su erupción causó importantes problemas en el tráfico aéreo de Europa al entrar en erupción –como se puede observar en la imagen de satélite tomada por la NASA–, hecho que se repitió en 2020 durante varias semanas.

En el caso concreto del Grimsvötn, es muy frecuente que durante sus erupciones se generen jökulhlaups, es decir, las consecuencias de una erupción volcánica bajo un glaciar: cuando la lava entra en contacto con el hielo se producen grandes inundaciones y desprendimientos de enormes bloques de hielo que arrasan todo a su paso, por lo que los vulcanólogos lo estudian con detalle para tratar de anticipar estos eventos con la antelación suficiente para evacuar a las poblaciones de los valles colindantes antes de que ocurran.

Snæfellsjökull, el gran volcán del oeste islandés

Este volcán ubicado en el parque nacional homónimo es uno de los rincones más singulares del país por varios motivos. En primer lugar, se ubica a 120 kilómetros de Reykjavik, siendo el único gran volcán del extremo occidental de la isla. Además, es el origen de numerosas historias y leyendas, siendo la más famosa la que ubica en el volcán Snæfellsjökull la entrada del recorrido subterráneo que el escritor Julio Verne propuso a sus lectores en la novela Viaje al centro de la Tierra.

Gracias a su fama internacional, este volcán es uno de los más emblemáticos de Islandia y es considerado un símbolo del país.

El volcán Hekla, el más activo de la isla

Ubicado en el suroeste de la isla, el Hekla es el volcán más activo de Islandia. Se han registrado más de 20 erupciones desde el siglo IX y durante su erupción en 1947, una de las más devastadoras de su historia, la columna de fuego y cenizas se elevó más de 30 kilómetros.

A diferencia de la mayoría de los estratovolcanes, el Hekla esconde una rareza geológica muy curiosa: no tiene un único cráter, sino que erupciona a través de una fisura que transcurre a lo largo de su cresta.

Durante la Edad Media se consideró que el Hekla era una de las puertas del infierno, motivo por el que fue apodado como “la prisión de Judas”.

NatGeo