El mes de julio fue el más mortífero de la historia para la comunidad árabe de Israel, con 28 asesinatos en el contexto de crecientes enfrentamientos entre bandas criminales y clanes familiares dentro de la minoría árabe, que vive este 2023 una violencia sin precedentes.
La cifra supera los 24 asesinatos de mayo y los 25 de junio, que fueron máximos en su momento, lo que muestra una espiral creciente de violencia entre árabes, que es ahora uno de los principales problemas de seguridad interna en Israel.
En los siete primeros meses del año, 138 árabes han sido asesinados en Israel -más del doble de los 64 del mismo periodo del año pasado-, récord histórico de violencia dentro de esa comunidad, superando el máximo de 126 muertes violentas de 2021, según el recuento de la organización Iniciativas de Abraham.
En julio, se produjeron en todo Israel un total de 33 asesinatos, de los que 28 corresponden a árabes, el 85 % del total en una comunidad que representa solo el 21% de la población israelí.
Las dos últimas víctimas han sido Abed Hasuna, de 39 años, asesinado a tiros ayer en Lod; y Assad Abu-Heikel Agbarya en la ciudad de Um al Fahm, quien murió el domingo por la noche días después de recibir disparos.
La Policía atribuye la escalada de la crisis a que mucho despliegue policial se ha desviado a las protestas contra la reforma judicial, aunque activistas por la igualdad e integración de los árabes en Israel lo achacan a décadas de pasividad y desinterés por la situación de esa comunidad.
De hecho, esta criminalidad se concentra en el norte del país, en el llamado “triángulo árabe”, donde el movimiento de protestas ha sido minoritario ni se han producido grandes manifestaciones ni interrupciones de servicios en los últimos siete meses.
Además, hasta ahora, la policía solo ha resuelto el 11 % de estos casos de asesinato, mientras que esa tasa se eleva al 60 % entre la mayoría judía, según datos del diario Haaretz.
Según Iniciativas Abraham, alrededor del 75 % de los asesinatos en la comunidad árabe emanan del crimen organizado, mientras que el resto se atribuye a enemistades de sangre, feminicidios que involucran a miembros de la familia y otras actividades delictivas.
Las autoridades israelíes no han logrado detener el derramamiento de sangre a pesar de prometer más recursos, incluida más policía y fondos para hacer frente a los problemas sociales dentro del sector árabe que sustentan la ola delictiva.
Muchos líderes comunitarios culpan a la policía, que no ha logrado tomar medidas enérgicas contra las poderosas organizaciones criminales e ignora en gran medida la violencia; pero apuntan a décadas de negligencia, abandono y discriminación por parte de las oficinas gubernamentales como la causa principal del problema.
En junio Netanyahu formó un comité interministerial para luchar contra la violencia en el sector árabe, pero todavía no se han visto resultados tangibles, y muchos ven como un gran impedimento que el extremista Itamar Ben Gvir, conocido por su retórica antiárabe, esté al frente del Ministerio de Seguridad Nacional, que controla la policía.
Vía: EFE