El ingenio y la creatividad de los marabinos se ha concentrado en los últimos tres años en evitar perder los billetes de dólar dañados. El deterioro del papel moneda que por presentar manchas, roturas y hasta fragilidad eran rechazados otrora o comprados hasta en 50 % menos de su valor ya no es un problema. Ahora se reparan y circulan con normalidad gracias a las habilidades de los llamados pegadólares.
Jaime y Maigualida, una pareja marabina, se dedican a este oficio desde que comenzó la pandemia. Aseguran que el encierro, el desempleo y el aumento de la crisis durante el confinamiento produjeron la circulación de billetes en mal estado, y ellos vieron la oportunidad de repararlos y lo lograron con éxito.
Jaime es comerciante en un mercado de la ciudad, pero además se dedica a comprar y reparar billetes de dólar en mal estado. Asegura que el 60 % de los dólares que circulan en la metrópolis son reparados.
A diario a mí me llegan entre 30 y 40 billetes, todos se reparan y los volvemos a poner en circulación. Dependiendo del deterioro del billete y de su denominación se cobra entre dos y cinco dólares por dejarlo como nuevo. Si es para venta, la ganancia es mayor, de 10 % a 50% del valor del billete”, explicó mientras se quitaba los zapatos en la sala de su casa luego de su jornada de trabajo.
Esto quiere decir que la ganancia mínima diaria para quien se dedica a este oficio es de hasta 70 dólares aproximadamente.
Según la firma Ecoanalítica, las transacciones en dólares aumentaron 53 % desde mayo de 2023 y estiman que en Venezuela circulan al menos 4825 millones de dólares en efectivo.
Técnica perfecta
El punto de la transacción es el mercado donde Jaime trabaja 10 horas al día vendiendo frutas. No solo él se dedica a este oficio, hay al menos 12 pegadólares más y asegura: “Esto es un arte, una técnica que se ha perfeccionado tanto que el común no logra descifrar cuando un billete es reparado y cuando está original”.
Para él la minuciosidad es muy importante, sobre todo cuando el billete pierde piezas muy pequeñas, estas se recortan de otros billetes que tiene como repuestos y se pegan con sumo cuidado.
Todos estos billetes que tengo aquí me han quedado de otras reparaciones, de ahí voy cortando cuando me llegan piezas que les falta una esquina, generalmente corto el pedazo completo para que quede mejor. Los billetes que más se dañan o llegan para reparar son de 20 dólares para abajo, las denominaciones más bajas. Aquí todo tiene solución”, dice el hombre sonriente.
Pero eso no es todo, a veces a Jaime le toca reparar billetes que ya han pasado por las manos de otros y quedan mal. “Hay mucha gente nueva metiéndose en este negocio y aún no saben, le echan pegaloca, esmalte de uñas, dejan el billete sucio o pegan las piezas montadas y el billete no sale, no circula. Nosotros lo garantizamos”, dijo.
El hombre, de 56 años, explicó que para que la reparación sea imperceptible al tacto y la vista es necesario usar los materiales correctos como pega blanca o en barra, porque estas no dejan una película brillante sobre el papel moneda, pero los trucos son infinitos.
Pega, cloro y plancha
En el mercado Jaime solo compra billetes dañados, dice que la ganancia es mayor, pero finalmente cuando llega a casa comienza el trabajo de reparación porque de esa manera no solo se gana el porcentaje que le quita al cliente por la compra del billete –o como él dice “por liberarlo de ese gallo”–, sino que al poner el billete en circulación de nuevo, recupera lo que pagó por él.
“Si el billete tiene manchas de óxido, tinta, cinta plástica, esmalte, lo que sea, se mete en agua con cloro, eso es mágico. Se va metiendo y sacando hasta que largue todo y después lo planchamos. Si lo que está es roto, entonces le echamos un baño en cloro, le pegamos lo que le falte filo con filo y luego lo volvemos a bañar en agua de pega blanca, se plancha de nuevo y listo, como nuevo”, explicó.
Su esposa, Maigualida es la encargada de retirar con un repujador o un exacto la goma que afloja el cloro de pegas anteriores, pero además redibuja los detalles del billete con creyones y lápices en los casos donde la pega desprende el impreso original del billete.
“A veces la gente cuando quita la cinta plástica o se rompe el billete con la pega loca, se le arranca un pedazo, eso hay que volverlo a dibujar; ese es mi trabajo. Es fácil, el tiempo de dibujo puede variar de 15 a 20 minutos y quedan intactos, después lo plancho”, dijo la mujer desde la cocina de la casa.
La pareja concuerda que el caso más difícil es cuando se parten los billetes de 100 dólares por la mitad.
“Resulta que la cinta que trae es muy dura y siempre se parte por ahí. Pegarlos se complica porque hay que hacerlo de manera tal que la cinta quede igual. Se logra, pero lleva un poco más de tiempo y por eso se cobra 12 dólares”, dijo el ama de casa.
Para Jaime su ventaja es estar dentro de un mercado, porque la circulación de billetes de mayor para la compra y venta de mercancía, pero asegura que no solo los comerciantes buscan sus servicios, sino gente común. “Lo hacemos tan bien que la voz se riega y siempre van a buscarme otras personas recomendadas por clientes para que les haga trabajos”, aseguró el hombre.
Un negocio que crece
En el centro de Maracaibo, específicamente en el mercado Las Pulgas hay al menos 50 personas que se dedican a este oficio. Sentados en una mesa de plástico como los antiguos alquileres de minutos telefónicos, ahora están los pegadólares y se escuchan gritar a todo pulmón: ¡Le compramos y le reparamos su billete, hacemos milagros, no deje perder sus cobres!
Algunos caminan entre los visitantes del mercado, bien vestidos y armados con un maletín donde guardan secadores de cabello, pega, cloro, pinzas y una montaña de billetes verdes cortados que sirven de materia prima.
El que no tiene plancha o secador de pelo se las ingenia. No hay nada más efectivo que poner a calentar una tapa de olla de aluminio y después que uno saca el billete del cloro lo tira en la tapa caliente y lo saca rapidito, queda el billete tostadito, como nuevo”, explicó un pegadólares del casco central de Maracaibo.
“La perfección es tanta que hasta a mí se me pasa, a veces no me doy cuenta que el billete es reparado”, soltó Jaime mientras cenaba.
En las zonas comerciales de Maracaibo hay tiendas que aceptan billetes en mal estado, la mayoría no los recibe a menor costo, pero sí dan vuelto en billetes igual de deteriorados.
“Nosotros aceptamos los billetes viejos, rotos, manchados, como sea, y el cliente puede comprar lo que quiera. No le vamos a quitar dinero por recibir la divisa así, pero si no consumen la totalidad, el vuelto se lo damos con billetes en las mismas condiciones. Es una estrategia porque van a volver a gastar el vuelto aquí. Lo que pasa es que a los dueños no les importa porque tienen gente que se los repara y con eso compran mercancía en Colombia”, dijo Mónica Urdaneta, encargada de un minisupermercado.
Para Jaime reparar dólares es un negocio del que se siente orgulloso, porque está convencido de que es una ayuda para muchas personas que ven perdido lo poco que tienen por este tipo de daños que generalmente son accidentales.
Antes de despedirse para ir a dormir, el comerciante dijo estar agradecido de tener esta habilidad y mucho más la de su esposa, porque gracias a esto se han podido mantener a flote económicamente cuando su trabajo tradicional se pone pesado. “El dólar nunca se va a acabar, así que tenemos trabajo para rato gracias a Dios”, finalizó.
Con información de Crónica Uno