Venezuela propone descolonizar la ciencia y usarla como herramienta de justicia y desarrollo social

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Foto: Archivo

En Venezuela, científicos y científicas tienen un papel activo en el proceso de descolonización de la ciencia con trabajos cada vez más articulados con lo comunitario y las necesidades del país.

Al respecto, la vicepresidenta Sectorial de Ciencia, Tecnología, Educación y Salud (CITES), Gabriela Jiménez Ramírez, afirmó que el llamado colonialismo científico es “una perturbación que debe eliminarse”.

En su cuenta de la red social X, detalla que el problema del colonialismo o situación de injusticia, se trata de un sesgo ético y procedimental, que afecta el desarrollo de investigaciones y grupos autónomos capaces de hacer ciencia sin la tutela de entidades, corporaciones y grupos de poder.

“En esa categoría o estado de cosas, que ya ha comenzado a denominarse globalmente con el nombre que lo visibiliza y lo denuncia (colonialismo científico), contiene un peligroso agregado de racismo epistémico, de evidente carencia de ética en el ejercicio de la práctica investigativa”, explicó.

En su planteamiento indica que Venezuela, al igual que otros países que están en rebelión contra las prácticas coloniales, desarrolla una visión denominada Ciencia para la Vida que “propone que la ciencia debe de ser una herramienta de justicia y desarrollo social local”.

“Para lograr esto, la práctica científica debe ser consciente de la creación de un tejido científico comunitario. Pero cierta filosofía y práctica hegemónicas ha propiciado la exclusión de todo saber popular, la exclusión de los procesos comunitarios y la ausencia de la justicia social en el ejercicio de la creación del conocimiento, que debería ser colaborativo y ético en lugar de excluyente y segregador. Es importante que la cultura científica verdadera promueva la descolonización para promover la ciencia local, propia”, argumentó.

Precisó que en diferentes áreas de la investigación científica se registran trabas al momento de la incorporación o participación de expertos de países con menores recursos económicos, a proyectos de investigación elaborados en países con mejores condiciones.

Agregó que, en muchas ocasiones, los investigadores de los países tropicales son, en esencia y con escasas excepciones, meros proveedores de datos, muchos de ellos imprescindibles, o bien mantenedores de infraestructuras científicas de seguimiento a largo plazo; facilitadores de la logística necesaria para el estudio, o intermediarios entre las poblaciones locales y los investigadores del norte.

“Mediante ese vicio implantado desde la inequidad, terminan siendo simples medios o vehículos de acceso cultural e idiomático para beneficio de investigadores que jamás comprenderán un sistema como por ejemplo la Amazonía, pero que sobresaldrán como especialistas en temas de la Amazonía a la hora de la difusión de sus documentos”, refirió.

Desde esa realidad, la también ministra de Ciencia y Tecnología, advierte que los investigadores del sur de las regiones tropicales de Sudamérica son proveedores de data que otros usan para interpretar los fenómenos y lograr dar con teorías, propuestas y análisis, inclusive con los registros fósiles. Este es apenas uno de los mecanismos que permiten que ocurra el proceso de dominación desde el conocimiento sobre el quehacer de los pueblos.

La ministra de Ciencia y Tecnología, lamenta que el colonialismo científico no ha cedido espacios, sino que más bien se ha consolidado con la demanda de información básica de calidad sobre el papel de los ecosistemas en las zonas tropicales, sobre estudios de nuevas especies vegetales y animales e inclusive sobre el análisis de registros fósiles.

“La asimetría entre lo que hemos venido llamando norte y sur se ha exacerbado en el plano científico. Se impone en la práctica científica una notable ausencia de ética y del reconocimiento de los saberes y conocimientos de los pueblos, atropellados por la ‘necesidad de disponer de información’ de dichas regiones para abordar cuestiones de urgencia, como las que implican la emergencia climática y la pandemia recientemente vivida”, advirtió.

Para la bióloga venezolana, los currículos educativos y las agendas investigativas deberían proporcionar investigaciones mucho más éticas, democráticas y de reales colaboraciones científicas, desde la raíz descolonial.

Con información de Mincyt.gob.ve