Diego Vicentini: Quiero que Simón sea recordada como el registro de algo que quedó en el pasado

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Simón es una de las películas venezolanas más taquilleras de los últimos seis años. Un enorme logro que Diego Vicentini, director del filme, no esperaba. El joven cineasta admite que —debido a la compleja situación que vivía el cine venezolano, que a duras penas lograba llevar espectadores a las salas— sus expectativas eran bajas. Pero el impacto que ha tenido la historia del líder estudiantil, interpretado por Christian McGaffney, lo sorprendió gratamente. Para él, la respuesta del público es un reflejo de la necesidad de los venezolanos de sanar heridas del pasado.

«Las expectativas, definitivamente, fueron superadas por mucho. O sea, con solo ver el average de taquilla de las películas venezolanas el año pasado y este año, eran como de 5.000 espectadores. Por eso, nuestras expectativas eran mucho más bajas», dice Vicentini.

Desde su estreno, el 7 de septiembre, Simón ha llevado a las salas 103.260 espectadores y ha recaudado 282.432 dólares, lo que la convierte en la película venezolana más taquillera desde 2018, después de Papita 2da base, Luis Carlos Hueck, que vendió 1.059.578 boletos; y de El peor hombre del mundo, de Edgar Rocca, con 124.865 tickets vendidos.

La migración ha sido muy importante en la aceptación del filme internacionalmente. En su estreno en Madrid, la película se convirtió en el largometraje venezolano con la proyección más grande en España, con más de 1.000 entradas vendidas.

Vicentini atribuye el éxito de Simón en la salas al apoyo de los espectadores que, asegura, se han abocado a hablar de la película y recomendarla. «La verdadera fuerza de todo este empuje ha sido la propia audiencia, ha sido el boca a boca. La gente la ve (la película) y la recomienda, esa ha sido la convocatoria que tiene la película. Nosotros no tenemos un equipo de mercadeo, solo somos nosotros y la cuenta de Instagram de Simón. Ahí posteamos la información y ya», explica sobre la historia del líder estudiantil que se ve obligado a emigrar a Miami para huir de la persecución del régimen luego de participar con un grupo de compañeros en las protestas de 2017 contra la administración Maduro.

El director considera que muchos vieron en la película una oportunidad de sanar las heridas del pasado, de lo que se pudo y no se pudo lograr en las protestas. «La película ha ofrecido ese espacio que es casi una excusa para tocar, remover y enfrentarnos con todo lo que tenemos por dentro los venezolanos. Ahí está la necesidad que en vez de huir, que sí hemos visto gente que ha comentado que no quiere ver la película porque tienen miedo de lo que les puede hacer sentir, la mayoría, cuando la ven, salen agradecidas y lo comparten, aunque digan que lloraron o les dolió mucho», añade.

La receptividad que ha tenido Simón en otros países le ha permitido a Vicentini alcanzar algunos de los objetivos que se propuso con el filme, entre ellos, sensibilizar a los extranjero sobre lo que han vivido, y aún viven, muchos venezolanos. «El objetivo con la película siempre ha sido informar de las cosas que ocurren en nuestro país y generar empatía, sensibilizar a través de la historia sobre lo que hemos pasado. Para mí fue particularmente memorable un cineforo en Ecuador en el que un ecuatoriano se disculpó en nombre de todos los ecuatorianos por la xenofobia que han sufrido los migrantes venezolanos. Lo mismo ocurrió en Perú. En Estados Unidos ver a americanos llorar por una historia nuestra es impactante», dice el cineasta, quien agrega que su intención con el público venezolano era que vieran la cinta como una terapia colectiva. «Tenemos tanto por dentro reprimido y la película es una oportunidad bonita de revisarlo».

En 2018, Diego Vicentini estrenó el cortometraje Simón como tesis de grado de la maestría de cine que cursó en Los Ángeles Film Academy. La acogida de la historia del líder estudiantil que lucha en las protestas de 2017 fue tal que el cineasta decidió convertirla en un largometraje. Tras años de esfuerzo, la película se estrenó en abril en el Florida Film Festival de Orlando y en el Dallas International Film Festival. Dos meses después, se presentó en Mérida en el Festival de Cine Venezolano, donde se llevó los premios como Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor de Reparto para Franklin Virgüez, Mejor Fotografía, Mejor Edición y Mejor Guion.

Actualmente Simón está en salas de cine de Venezuela, Chile, Perú, Panamá, República Dominicana, Uruguay y varias ciudades de Estados Unidos. También se espera que llegue pronto a Colombia, Costa Rica, México, Argentina y Ecuador. Además, el filme representará  a Venezuela en la edición 38 de los Premios Goya. «Vamos a hacer todo lo posible para quedar, al menos, entre esas cinco películas nominadas. Sentimos el peso como venezolanos, más allá de como cineastas, de llevar esta historia lo más lejos posible», asegura Vicentini, quien indica que el siguiente paso del filme será llegar a streaming.

Sobre las irregularidades que rodearon la selección de la película que representará a Venezuela en los premios Oscar, el cineasta dice que, más allá del mal rato, lo ocurrido les permitió darse cuenta de todo el apoyo que tenía la película. «Lo positivo ha sido sentir el apoyo de todos los que defendieron la película y que preguntaban cómo podían ayudar, no solo el público sino también otros cineastas. Lorenzo Vigas hizo su propia carta de reclamo y la firmaron otros cineastas, muchos que admiro. Recibir este apoyo tan orgánico y bonito que ha generado la misma película tapa todo lo negativo y te llena de alegría».

Simón

El Oscar era la oportunidad perfecta para seguir impulsando la historia de Simón, dice el director. Que el proceso de selección a cargo de la Asociación Nacional de Autores Cinematográficos estuviese rodeado de irregularidades causó indignación en el equipo de Vicentini. «Sentir que nos quitaron esa oportunidad por no cumplir las reglas generó un sentimiento de frustración. Hace unos días la ANAC por fin admitió en un comunicado que lo que ocurrió rompía las reglas, pero que igual no cambiaba nada porque la diferencia fueron dos votos. Nuestro punto de vista  es que lo que ocurrió no es lo correcto porque  el comité funciona con una deliberación y el punto de que no pueda estar una persona que sea miembro de una película es que hay un conflicto de intereses y puede influir en los votos de los demás. No solo es frustrante que se violen las reglas, sino que nadie quiera asumir responsabilidad diciendo que eso no nos afectó porque no cambiaba nada. Nuestra postura es que si nos afectó y que si hace diferencia».

Diego Vicentini quiere que Simón continúe sensibilizando a más personas en el mundo sobre lo que han vivido los venezolanos. «Si esta película logra ayudar o nos da un espacio para procesar y hacer un poco de terapia para abrazarnos a nosotros mismos, para perdonarnos por lo que hemos hecho y lo que no hemos logrado, para mi ya es lograr un objetivo. Ojalá que siga teniendo el impacto que ha tenido en la comunidad internacional», dice.

En el futuro, Vicentini desea que Simón sea recordada sólo como un registro histórico, como algo que ocurrió en algún momento y que no se ha vuelto a repetir. «Me gustaría que Simón sea recordada como historia, pasado, una etapa que ya pasó y que no tiene nada que ver con el presente. Lamentablemente hoy no es así y eso me duele. Quiero que llegue el momento en que esta película sea historia, que ya no tenga ningún tipo de relevancia en el presente y que simplemente sea un registro histórico», finaliza el director, quien ya piensa en su próxima película, aunque por el momento no tiene tiempo para dedicarse a escribirla. Sólo está enfocado en Simón.