La primera y hasta ahora única vez que Leonel Martínez compitió en unos Juegos Olímpicos tenía 20 años. No ganó medalla alguna. Ahora, cuatro décadas después, el tirador venezolano regresará a la máxima cita deportiva, en París 2024, tan confiado como victorioso, listo para dar un disparo contra el edadismo.
Como en 1984, este administrador de carrera vive en Ciudad Ojeda, una localidad petrolera del estado Zulia (oeste, limítrofe con Colombia), donde crió a sus hijos mientras mantenía un ojo en la paternidad y otro en la escopeta, siempre con el deseo de volver a lo más alto de su disciplina.
Martínez explicó a EFE que, hace dos años, tomó la decisión que le hacía falta para conseguir el esquivo pase olímpico: dedicarse al 100 % al tiro, lo que incluye entrenamientos en el extranjero para mantenerse en forma y en contacto con los equipos y las tácticas modernas.
Solo así pudo recobrar completamente el rumbo luego de varios intentos que se quedaron a mitad del camino. Participó en cuatro Juegos Panamericanos durante los últimos 13 años, pero no fue hasta los más recientes, celebrados en Chile, cuando obtuvo en la modalidad de foso (‘trap’) uno de los 30 cupos para el tiro masculino.
Aunque el joven que acudió a Los Ángeles se quedó con las ganas de subir al podio, el abuelo que pisará Francia con 60 años el próximo verano, que se dice aventajado en muchos sentidos, está determinado a conseguir una medalla.
La paternidad, bajar el ritmo
Comenzó a disparar cuando tenía 17 años, lo que desvela una carrera de más de cuatro décadas, con unas temporadas más intensas que otras, marcadas por su propia evolución vital: casarse, convertirse en padre, tener un negocio, hacerse abuelo y volver a tener tiempo para la disciplina.
“He tenido períodos en los que he parado la actividad del tiro y me he dedicado a otras actividades de manera particular (…) por ejemplo, cuando me casé, cuando comenzamos con la actividad empresarial, cuando comenzamos con los hijos, cuando comencé a hacer vida familiar”, rememora.
Sin considerarlas un sacrificio, mantuvo siempre un espacio, aunque fuera pequeño, para sus prácticas, hasta que en 2011 se produjo la “decisión concertada” con su esposa de “volver a este mundo” de lleno, lo que no supuso un camino de rosas.
Este padre de dos y abuelo de una lleva 16 años como campeón nacional de tiro, tiempo en el que ha participado en competencias internacionales en las que no sumó los puntos necesarios para el retorno olímpico pero -insiste- gracias al apoyo del Estado desde 2021, repotenció su fogueo y confianza propia, con entrenamientos en Italia, la meca del área a la que está consagrado.
Esto marcó una diferencia sustancial, pues antes debía ir al sitio de práctica más cercano a su casa, a unos 500 kilómetros de distancia, mientras que ahora se mantiene caliente, simulando posiciones para disparar en su habitación, a la espera de regresar a Europa para llevar sus ejercicios al límite.
De vuelta al Olimpo
Su edad -admite- ha “llamado la atención mediática”, algo que cree que puede importar al público en general pero no a él ni a su entorno, que siempre lo ha visto como el mismo deportista con ganas de alcanzar el Olimpo.
“La edad cronológica no es lo que te envejece (…), te envejece no tener expectativas, te envejece no tener un sueño”, remarca este soñador que cuida su alimentación, entrenamiento y descanso, convencido de que el éxito en París estará determinado por una “unión de lo físico con lo mental y emocional”.
El tirador, aficionado de otros deportes como el béisbol, softbol, ping-pong y squash, cree que su disciplina es de las más longevas, en la que “lo mental es más relevante que lo físico”, por lo que, escopeta en mano, otorga la misma importancia a cultivar su interior.
El hombre apacible que habla de su sueño no niega estar viviendo una “gran emoción” ahora que descuenta el tiempo para su regreso triunfal. Leonel Martínez se mantiene con “la mente muy firme” con la vista puesta en el objetivo: la medalla olímpica.
Vía: EFE