Los sueños, ese enigma milenario que ha desconcertado a la humanidad, siguen siendo objeto de intensa investigación en el mundo científico. Diversas teorías han tratado de arrojar luz sobre su propósito, desde la gestión de emociones hasta la resolución de problemas.
Una propuesta más reciente, presentada por el neurocientífico David Eagleman de la Universidad de Stanford, sugiere que los sueños, especialmente durante el sueño REM, desempeñan un papel crucial en la protección de la corteza visual del cerebro.
La teoría de Eagleman, publicada en el sitio Scientific American se basa en la capacidad altamente adaptable del cerebro humano, conocida como neuroplasticidad. Según él, las neuronas compiten por la supervivencia en un territorio cerebral en constante cambio.
Este proceso de “competencia de vida o muerte” impulsa la redistribución de recursos cerebrales, donde las áreas sensoriales ganan o pierden territorio en función de las experiencias a lo largo de la vida.
Eagleman ilustra esta plasticidad cerebral al referirse a casos de niños a quienes se les ha extirpado la mitad del cerebro debido a problemas de salud. Sorprendentemente el cerebro restante se reorganiza y asume las funciones de las secciones faltantes, demostrando la capacidad del cerebro para adaptarse incluso en situaciones extremas.
La rápida reorganización del cerebro también se ha observado en estudios donde sujetos tenían los ojos vendados. Lotfi Merabet, de la Facultad de Medicina de Harvard, y sus colegas demostraron que la captura de una zona ociosa por otros sentidos puede comenzar en tan solo 90 minutos. Esta capacidad de adaptación es esencial para entender la teoría de Eagleman sobre el sueño REM como una defensa activa de la corteza visual.
La clave está en el sueño REM
El sueño REM caracterizado por la actividad rápida de los ojos juega un papel central en esta teoría. Aproximadamente 90 minutos después de quedarse dormido, el individuo entra en el estado REM.
Durante este período, las neuronas del tronco encefálico realizan dos tareas cruciales: paralizan los músculos principales, impidiendo que el durmiente represente lo que está sucediendo en el sueño, y envían mensajes directamente a la corteza visual, iniciando el proceso de soñar.
Eagleman argumenta que se el cronograma se ajusta al momento en que la corteza visual necesita defender su territorio. Escáneres cerebrales de personas que sueñan han revelado que la mayor parte de la actividad cerebral asociada con el sueño REM se produce dentro de la corteza visual.
Según Eagleman, los sueños actúan como un mecanismo de defensa, evitando que otras funciones sensoriales coopten esta región crítica del cerebro.
La relación entre adaptabilidad y sueño REM parece mantenerse en todas las especies. Eagleman destaca que la Madre Naturaleza arroja cerebros humanos al mundo “a medio cocer”, permitiendo que la experiencia los modele y les dé forma.
Cuanto menos programado esté el cerebro al nacer, más capacidad tendrá para adaptarse y aprender de la experiencia, aunque esto viene acompañado de la necesidad de un sueño REM más prolongado.
Aunque la teoría de Eagleman ha generado controversia, con críticos señalando casos como el de ratas topos ciegas que aún experimentan el sueño REM, algunos expertos muestran disposición a considerar su propuesta. Deirdre Leigh Barrett, psicóloga de la Universidad de Harvard, destaca la correlación entre la inteligencia de los animales y la complejidad de sus cerebros.
Sin embargo, el autor es flexible en su enfoque y sugiere que su teoría puede acomodar otras explicaciones sobre los sueños. Plantea la posibilidad de que el sueño REM pueda servir para múltiples propósitos además de la protección de la corteza visual.
Compara los sueños con un protector de pantalla de computadora que se activa cada 90 minutos, evitando que otras funciones usurpen la corteza visual y, al hacerlo, proporcionando alucinaciones visuales que podrían influir en la percepción diurna.
Aunque las opiniones difieren en la comunidad científica, el estudio de los sueños continúa siendo un campo fascinante y en constante evolución. La búsqueda para descifrar el propósito y la función de los sueños se mantiene como un misterio que desafía a los científicos a explorar más allá de los límites de la neurociencia y la psicología.
Con información de La Opinión