El año 2023 se erige como un punto de inflexión en las dinámicas entre Estados Unidos y Venezuela, marcando el inicio de un nuevo capítulo, en 2024, que redefine las relaciones bilaterales. Aunque superficialmente el panorama parece inalterado, tras bambalinas se gestan cambios significativos, evidenciando un viraje de idealismo a realpolitik en el hemisferio occidental, según señala Catherine Osborn en Foreign Policy, influyente medio de Washington D.C., citada por Forbes.
Dos factores esenciales impulsan esta metamorfosis desde la perspectiva estadounidense. En primer lugar, la riqueza natural de Venezuela cobra protagonismo, con el petróleo y el gas natural tomando relevancia ante la invasión rusa en Ucrania y los esfuerzos de la Opep+ por estabilizar los precios. A largo plazo, la atención se centra en la diversidad mineral del país sudamericano, con depósitos de aluminio, oro, bauxita, uranio, coltán y hierro, elementos cruciales en la transición energética global.
No menos crucial es la migración masiva de venezolanos hacia el norte. La crisis económica y humanitaria ha obligado a cerca de 7,7 millones de venezolanos a emigrar, según Acnur, encontrando inicialmente refugio en Sudamérica. Sin embargo, el deterioro de las condiciones en la región impulsa a muchos a buscar oportunidades en Estados Unidos o Europa, donde, en septiembre, el Estatuto de Protección Temporal (TPS) se extendió a 472,000 venezolanos, recoge Globovisión.
El 18 de octubre, el gobierno de Biden dejó en claro sus prioridades, levantando sanciones sobre el petróleo y gas venezolanos, la minería de oro y la aerolínea estatal, como parte de un acuerdo en Barbados entre el gobierno de Venezuela y la Plataforma Unitaria, la mayor alianza de la oposición.
No obstante, el Acuerdo de Barbados pareció tambalearse en diciembre con la detención de un miembro de la oposición y órdenes de detención contra otros, generando críticas. No obstante, un sorprendente intercambio de prisioneros entre Venezuela y Estados Unidos evidenció una firme voluntad de negociar, proporcionando un alivio temporal a las tensiones en torno al territorio de Esequibo.
En la antesala de las elecciones de 2024, los analistas observan con atención los movimientos petroleros y los precios, claves para las candidaturas de Biden y Maduro. La estrategia migratoria y las licencias otorgadas en octubre indican una pausa en las sanciones económicas, proporcionando un flujo adicional de efectivo a Venezuela.
El destino de las sanciones, las elecciones y la resolución de disputas territoriales mantendrán a la comunidad internacional en vilo durante 2024, un año crucial que podría marcar el rumbo de las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela.
Con información de Versión Final