Rodillo de hielo y cómo aplicar el tratamiento sin dañar la piel

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Foto: Archivo

El frío es un gran aliado para la piel, ya que tiene múltiples beneficios: reduce la inflamación, mejora la circulación, cierra los poros, relaja las facciones, calma las irritaciones y aporta luminosidad. Por eso, muchas famosas como Irina Shayk, Kate Moss o Cindy Crawford recurren al ‘face-icing’, una técnica que consiste en masajear el rostro con hielo o con herramientas específicas que se enfrían previamente.

Pero, ¿cómo se puede practicar el ‘face-icing’ en casa sin dañar la piel? ¿Qué precauciones hay que tener en cuenta? ¿Qué tipo de piel se beneficia más de este tratamiento? A continuación, te damos algunas claves para que puedas incorporar el frío a tu rutina de belleza y conseguir un rostro más joven y radiante gracias a tu «ice roller» o rodillo para el frío.

¿Qué necesitas para hacer el ‘face-icing’?

Lo más sencillo es utilizar un cubito de hielo, pero nunca se debe aplicar directamente sobre la piel, sino envuelto en una toalla, un paño o una muselina, para evitar quemaduras o irritaciones. Otra opción es recurrir a un rodillo de hielo, que se debe enfriar en el congelador y que facilita el masaje facial. También existen unas bolas de hielo o globos fríos, que tienen un efecto similar al rodillo. Estas herramientas se pueden encontrar en tiendas de cosmética o en plataformas online como en Amazon o en Primor.

¿Cómo se aplica el ‘face-icing’?

Antes de empezar, es importante limpiar e hidratar bien el rostro, para que la piel esté preparada y protegida. Luego, se debe deslizar el hielo o la herramienta elegida sobre la piel, con movimientos suaves y ascendentes, sin dejarla fija en una misma zona. Se recomienda empezar por el mentón y recorrer la mandíbula, subir marcando los pómulos hasta llegar a la zona externa de los ojos, para reducir y alisar las patas de gallo. Para trabajar la frente, se debe ascender por los laterales de la nariz y masajear las arrugas de la frente. En la zona de las bolsas y las ojeras, también hay que mover el hielo con delicadeza, para drenar y activar la microcirculación.

El tiempo de aplicación dependerá de la sensibilidad de cada persona, pero lo ideal es no superar los 10 o 15 minutos, para evitar posibles efectos adversos. Se puede practicar el ‘face-icing’ todos los días, preferiblemente por la mañana, para despertar la piel y prepararla para el maquillaje, o por la noche, para relajarla y repararla.

¿Qué beneficios tiene el ‘face-icing’?

El ‘face-icing’ tiene numerosas ventajas para la piel, entre las que se destacan las siguientes:

Reduce la hinchazón, especialmente en la zona de las bolsas y las ojeras, al contraer los vasos sanguíneos y favorecer el drenaje linfático.

Mejora la circulación, al estimular el flujo sanguíneo y oxigenar las células, lo que se traduce en una mayor nutrición y regeneración de la piel.

Cierra los poros, al tensar la piel y evitar la acumulación de suciedad y grasa, lo que previene la aparición de puntos negros y espinillas.

Relaja las facciones, al suavizar las arrugas y las líneas de expresión, y al tonificar los músculos faciales, evitando la flacidez.

Calma las irritaciones, al aliviar el enrojecimiento, el picor y la inflamación causados por el sol, el viento, la contaminación o el estrés.

Aporta luminosidad, al eliminar las células muertas, las toxinas y los residuos que opacan la piel, y al darle un aspecto más fresco y vital.

¿Qué precauciones hay que tener en cuenta?

El ‘face-icing’ es un tratamiento seguro y natural, pero hay que tener en cuenta algunas precauciones para evitar posibles daños en la piel. Estas son algunas de las recomendaciones que se deben seguir:

No aplicar el hielo directamente sobre la piel, sino envuelto en un tejido suave y limpio, que evite el contacto directo y el riesgo de quemaduras.

No exceder el tiempo de aplicación, ya que una exposición prolongada al frío puede causar irritación, sequedad o hipersensibilidad en la piel.

No hacer el ‘face-icing’ si se tiene alguna herida, infección, alergia o enfermedad en la piel, como rosácea, dermatitis o acné severo, ya que podría empeorar el problema.

No hacer el ‘face-icing’ si se tiene alguna condición médica que afecte a la circulación, como diabetes, hipertensión o problemas cardíacos, sin consultar antes con el médico.

No hacer el ‘face-icing’ si se es alérgico al frío, ya que podría provocar una reacción adversa, como urticaria, hinchazón o dificultad para respirar.

¿Qué tipo de piel se beneficia más del ‘face-icing’?

El ‘face-icing’ se puede practicar en cualquier tipo de piel, siempre que se haga con cuidado y moderación. Sin embargo, hay algunos tipos de piel que se benefician más de este tratamiento que otros. Estos son algunos ejemplos:

Piel grasa: el frío ayuda a regular la producción de sebo, a cerrar los poros y a prevenir el acné, por lo que es ideal para las pieles grasas o mixtas.

Piel madura: el frío contribuye a reafirmar la piel, a atenuar las arrugas y a mejorar el tono y la elasticidad, por lo que es perfecto para las pieles maduras o con signos de envejecimiento.

Piel cansada: el frío aporta un efecto revitalizante, que elimina el aspecto apagado y fatigado de la piel, y le da un toque de frescura y brillo, por lo que es óptimo para las pieles cansadas o estresadas.

Como ves, el ‘face-icing’ es un tratamiento de belleza sencillo, económico y eficaz, que puedes hacer en casa y que te ayudará a mejorar el aspecto de tu piel. Solo tienes que seguir los pasos y las precauciones que te hemos indicado, y disfrutar de los resultados.

Por OKDiario