“El cacao de Chuao que viva que viva, el cacao de Chuao que viva que viva…” difícilmente haya en el pueblo de Chuao una persona que no se sepa este cántico que es entonado con orgullo, especialmente durante todas las tareas relacionadas con la producción de cacao, pues seguro están los chuaeños que el canto de estas y otras canciones, le dan a su cacao ese toque especial que lo ha llevado a ser considerado uno de los mejores del mundo.
Cada año este pueblo del municipio Santiago Mariño produce entre 20 y 22 toneladas de cacao con certificación de origen que son exportadas a países de Europa y a Japón, según explicó Winder Aché, operador turístico de la región.
De todo el proceso, desde la siembra hasta la comercialización, se encarga la Empresa Campesina Chuao, una sociedad integrada por más de 100 personas, siendo la mayoría de ellas mujeres, quienes a la par de los hombres realizan los trabajos de cultivo, recolección, fermentación y secado de los granos de este fruto.
“Mientras siembran y cosechan, estas mujeres le cantan al cacao”, destaca Elena Liendo, otra guía turística del lugar. Los cánticos se llevan también al patio del secado de las semillas, ubicado frente a la iglesia. allí, propios y visitante pueden observar a estas mujeres cargando y extendiendo las semillas para que alcancen su punto perfecto, es por eso que no dudamos en decir que en Chuao el cacao tiene aroma de mujer.
Para cultivar su cacao, Chuao cuenta con unas 200 hectáreas, muchas de las cuales se pueden observar a lo largo del camino que va de la playa al pueblo. Al ser este su principal medio de sustento, todos en el lugar son muy celosos con el fruto, de hecho, está prohibido que tanto lugareños como turistas arranquen uno de ellos.
Un producto artesanal
Aché detalló que son tres los tipos de cacao que se cultivan en la zona: El criollo, el forastero y el trinitario, diferenciándose entre ellos por el color de las semillas, el sabor (unos son más cítricos que otro), la forma del fruto y la textura tanto interna como externa. De los tres, el que se reproduce más rápido es el forastero, mientras que el trinitario es una mezcla entre el criollo y el forastero.
En Chuao se dan tres épocas de cosechas: la pascuera que va de noviembre a diciembre, la sanjuanera que ocurre en mayo, junio y julio; y la cuaresmera que abarca agosto, septiembre y octubre.
Aparte de los cantos, algo que caracteriza al cacao de este pueblo es que durante su cultivo no se utilizan tanto químicos. “Aquí utilizamos un fertilizante con la misma hoja del plátano, que se va echando a la plantación. Seguimos siendo muy artesanal”, afirmó Aché.
Por su parte, Liendo resaltó que, incluso para seleccionar las semillas que van a sembrar, las mujeres más antiguas de la plantación utilizan una técnica artesanal. Consiste en tomar de un árbol madre (que está debidamente identificado en el sembradío) uno de los mejores frutos y de él seleccionar los granos del centro, que son más grandes.
Al tener los granos van al río, toman arena y los frotan con ella en sus manos mientras cantan. Esta fricción hace que el grano suelte el mucílago o la baba. Después de ello, los granos se lavan y colocan sobre hojas de plátano con las que también se cubren. Pasados tres días, la semilla germina y va a una bolsa negra a la que se le abre un hueco y allí comienza a echar raíces. Posteriormente es trasplantada.
Fermentación y secado
Una vez cosechados los granos de cacao van a dar al cuarto de fermentación ubicado en el centro del pueblo. Allí son depositados en dos grandes tanques, donde reposan durante 7 días.
Aníbal Mayora, vicepresidente de la Empresa Campesina, explicó que estos granos son tapados con hojas de plátano y se mueven en días intercalados, es decir un día sí y otro no.
Una vez culminan los 7 días y los granos alcanzan una temperatura de 48 grados centígrados comienza el proceso de secado. Primero se colocan en el piso rústico, donde gracias al roce con la superficie y con ayuda de un rastrillo los granos se desprenden del mucílago.
En el piso rústico los granos pasan un día, luego van al piso semirústico por tres días y finalmente pasan al piso liso durante 24 horas. Posteriormente pasan a los almacenes de la empresa donde son seleccionados. Se venden una vez se completen 5 toneladas.