“Élite”, una de las series juveniles más populares y ya redundantes de la parrilla de contenido de Netflix, concluye definitivamente con su octava temporada. El estreno de esta última tanda de episodios se fijó para el 26 de julio. Es así como en unas semanas el colegio de Las Encinas despedirá a su última corte de estudiantes.
A lo largo de sus entregas, la producción española ha retratado la adolescencia vista desde el privilegio, el lujo, erotismo, pasión desbordada y una violencia que a ratos parece tirada de los pelos.
Sin embargo, las primeras temporadas fueron frescas, emocionantes y por eso, se disfrutaban en una sola sentada. A la espera del desenlace, repasamos elementos importantes de esta saga que generó amor y odio.
Los favoritos
Tras su estreno en 2018, el programa presentó personajes que se diferenciaban completamente los unos de los otros. En su mayoría estereotipos: la chica malvada y popular, la aplicada, la niña bien, la más deseada, el deportista atractivo, el/la alternativo/a, la/el recatada/o, el chico malo, el payaso, la/el atrevida/o, todos aderezados con características culturales y toques que los hacían singulares.
Asimismo, hay unos que gustaban más que otros. Principalmente los del elenco original. Lucrecia (Danna Paola): No tiene pelos en la lengua, es sofisticada, elocuente, atrevida, sobresaliente y, aunque sus maldades muchas veces son terriblemente injustificables, en otras ocasiones es una heroína sin capa. Simplemente icónica.
Otra inigualable es Carla (Ester Expósito), con su aire de reina de hielo congela a todo el/la que se interponga en su camino. Filosa y de armas tomar, pero también dulce, romántica y gentil. Aunque hace cosas cuestionables, en la trama pasa de ser una estirada a dejar al descubierto su lado más vulnerable.
Las dos veteranas dejan de formar parte del storyline a partir de la temporada cuatro de la serie.
Rebeka (Claudia Salas) es otra de las chicas que se roba el show. Es una joven segura y sin filtros, se acepta a sí misma y sabe lo que quiere; por eso no está dispuesta a aguantar nada de nadie. Igualmente es una amiga leal. Debutó en “Élite” en la segunda temporada.
Cayetana (Georgina Amorós) también gustó. Esta joven arriba al colegio de Las Encinas en la segunda temporada de la serie y es uno de esos personajes con los que uno puede conectar fácilmente. Miente y finge, pero siempre está dispuesta a esforzarse el triple para realizar sus objetivos; incluso si tiene que pasar mucho coleto para ganarse un dinerito extra. A pesar de ello, su pasión no son los trapeadores ni dejar el piso reluciente, sino la moda.
Pese a estrellarse varias veces, termina por aterrizar fabulosamente. Aunque se engancha fácilmente con patanes, derrota esa tendencia al tomar la decisión correcta. Más allá de sus fallas decide crecer tras experiencias amargas.
Los chicos no se quedaban atrás. Omar (Omar Ayuso), por ejemplo, se hizo amar por su personalidad sensible y genuina, también por su aire de bebé y sus tremendas cejas que acaparan toda la atención. Conjuntamente, los valores conservadores en su familia se contrastan con su condición LGBTQ.
Ander (Aaron Piper) fue el verdadero rompe corazones: impredecible, inalcanzable y divino. En su sensualidad y su estilo alternativo y relajado yacía su encanto. Su punto picante se mostró en numerosas ocasiones junto a Omar y otros intereses amorosos durante la serie. Después de la tercera temporada se dio de baja de “Élite”.
Aunque su estadía en la trama fue muy corta, resaltó brillante. Christian (Miguel Herrán) era bello tanto físicamente como en lo personal, al ser el típico malote de barrio, tenía ambiciones en cuanto al romance y el dinero. Su salida de la trama fue una excusa narrativa muy vaga.
Guzmán (Miguel Bernardeau) mostró la cualidad de que en esta vida no somos ni malos ni buenos. Pese a ser fastidioso y maltratador en principio, a lo largo de la serie aprendió sobre humildad y sencillez. Se le verá dejar a un lado sus caprichos de niño rico.
En lo que respecta a la sangre nueva de “Élite” no había mucha tela que cortar, en su mayoría eran versiones forzadas de los personajes originales. Sin embargo, el bombón brasileño de Iván (André Lamoglia) fue un experto desatando pasiones. Además, su personaje mostraba distintos matices y su indecisión con respecto a los tipos de romance en los que podría involucrarse, volvían su storyline algo inesperado e interesante.
Los que pararon en el más allá
En la trama, durante cada temporada, fallecía un personaje y por consiguiente, el hecho arruinaba la existencia de otros. Principalmente porque en la escena del crimen varios se aliaban para buscar que quedara impune o para salvarse del calabozo.
En la primera Marina (María Pedraza) pasó a mejor vida. Fue uno de los personajes principales pero también desabridos de la historia. Le dan en la cabeza con un objeto contundente y para rematar estaba embarazada.
En la segunda no le toca a nadie, pero en la tercera es el turno de Polo (Álvaro Rico), en parte por ser el autor material de la muerte de quien no pudo ser madre adolescente. Lucrecia le clava una botella “sin querer queriendo” que lo deja frito.
Asimismo, en la cuarta el muerto es un tipo de lo más macabro y perturbador llamado Armando. Guzmán es el asesino en esta oportunidad y lo manda para la otra dimensión después de una pelea. Él y sus amigos tiran el cuerpo a un lago, pero el cuerpo aparece en la quinta para poner a más de uno a sudar frío.
En la quinta muere Samuel, quien a pesar de tener un rol protagónico desde las primeras temporadas, es un personaje descafeinado igualmente. Parecía que nunca terminaban de desarrollarlo. Su muerte ocurre por accidente, pues se golpea la cabeza fuertemente tras un altercado con Benjamín Blanco (Diego Martín) director de Las Encinas. Este último aparece en la cuarta entrega.
Cruz, el padre de Iván, un futbolista brasileño de renombre, es el muerto de la sexta. Es asesinado después de salir del clóset públicamente.
En la séptima muere Raúl (Álex Pastrana), villano que fue añadido a la trama en la sexta temporada. Es cruel hasta la médula y lo asesina Carmen (Maribel Verdú) en defensa propia. Lo empuja desde una azotea.
Ese crimen sin duda será el punto de partida de la octava y última aunque se han reservado muy bien de qué irá la trama. Solo queda esperar poquísimo para que las letras en color rojo vuelvan a desplegarse de extremo a extremo de la pantalla. Advirtiendo que el cierre de esta aventura fue una muerte anunciada.
Vía ÚN