El Banco Mundial (BM) advierte que más de 400 millones de estudiantes de todo el mundo vieron sus escuelas cerradas debido a fenómenos meteorológicos extremos, entre enero de 2022 y junio de 2024, según el informe “Elegir nuestro futuro: educación para la acción climática”, presentado en Washington este miércoles.
Las inundaciones, tormentas y olas de calor son las principales causas de estos cierres en ese período que, según el BM, provocaron un promedio de 28 días de suspensión de clases de forma muy desigual: las escuelas afectadas en los países de renta baja perdieron 45 días frente a los 6 que se clausuraron en los países de renta alta.
El informe pone como ejemplo las distintas situaciones geográficas. Mientras que en Filipinas sufrieron 23 jornadas de cierre de escuelas, en Pakistán se perdieron 97 días de clase, lo que supone casi el 54 por ciento de un curso académico normal.
Igualmente, el informe incide en el aumento de las temperaturas como factor de riesgo que afecta negativamente al aprendizaje de los alumnos. Por ejemplo, dice el reporte, un estudiante medio del 50 % más pobre de los municipios brasileños podría perder hasta 0,5 años de aprendizaje debido al aumento de las temperaturas, incluso cuando las escuelas están abiertas.
Pese a ello, el informe indica que los responsables políticos no están dando prioridad a esta cuestión. Según una encuesta, realizada para este estudio, entre 103 responsables de políticas educativas de 33 países de renta baja y media, solo la mitad (51 %) cree que las temperaturas más cálidas inhiben el aprendizaje.
Ansiedad climática
También el informe del Banco Mundial analiza la ansiedad climática de los estudiantes y estima que casi el 79 % de los jóvenes de ocho países de renta baja y media creen que su país se encuentra en una situación de emergencia climática.
Por eso, el BM, que denuncia que solo el 1,5 % de la financiación relacionada con el clima se destina al sector educativo, considera que una concienciación sobre la crisis medioambiental en la educación sería fundamental para mitigar el problema creando, además, una inquietud en los estudiantes como agentes de cambio.
“En todo el mundo, la educación es el factor predictivo más importante de la sensibilización sobre el cambio climático, y los niveles educativos más altos se asocian con comportamientos favorables al medioambiente, preferencias por políticas inocuas para el medioambiente y una mayor capacidad de adaptación”, destaca.
Parte del informe pone el foco sobre la necesidad de que la educación pueda generar habilidades medioambientales entre los estudiantes con el fin de preparar a los jóvenes de hoy para que, según su evaluación, puedan optar a los 100 millones de nuevos empleos verdes.
Entre otras conclusiones, el Banco Mundial invita a los gobiernos y a los sistemas educativos a que realicen un esfuerzo de financiación para que se adapten, realicen ajustes de las infraestructuras, prioricen la continuidad del aprendizaje y movilicen a estudiantes y profesores como agentes de cambio.
Vía: EFE