Trabajar como camarero en un restaurante puede ser una experiencia gratificante, pero también desafiante. La interacción constante con diferentes tipos de clientes exponen a estos profesionales a una serie de comportamientos que pueden complicar su trabajo diario. Entre estos, reveló una encuesta publicada en el sitio de lifestyle Real Simple, hay doce hábitos comunes que muchos camareros encuentran particularmente irritantes.
1. Sentarse sin esperar al anfitrión
A veces sin darnos cuenta puede suceder que estemos hambrientos y veamos algunas mesas vacías, por lo que decidimos sentarnos por nuestra cuenta. Aunque puede parecer inofensivo, este es uno de los hábitos que más molesta a los camareros y al personal del restaurante.
No todos los clientes saben que sentarse sin esperar al anfitrión puede causar desorganización en la sala y complicar el trabajo de quienes están allí para hacer tu experiencia más placentera.
Este hábito es especialmente molesto si te sientas en una mesa sucia, ya que el camarero debe interrumpir su rutina para limpiarla rápidamente, lo que no solo afecta su ritmo de trabajo, sino también la experiencia del próximo cliente que estaba esperando esa mesa.
2. Tocarlos sin permiso
Cuando entras a un restaurante, el objetivo principal de los camareros es asegurarse de que tengas una buena experiencia. Sin embargo, hay un hábito que interfiere con este propósito: tocar al camarero sin su permiso. Este comportamiento no solo es molesto, sino que también invade el espacio personal de quienes trabajan en el restaurante.
El camarero podría estar atendiendo otra mesa o llevando platos pesados cuando decides detenerlo tocándole el brazo para pedir algo. Aunque puede parecer un gesto inofensivo, muchos trabajadores lo encuentran incómodo y poco profesional. El contacto físico no solicitado puede distraerlos de sus tareas y afectar el flujo de trabajo en un ambiente que ya es estresante por naturaleza.
La mejor manera de llamar la atención de un camarero es con un gesto discreto o un simple “disculpa”. Cuando el camarero se presenta al inicio del servicio, normalmente lo hace indicando su nombre, de modo que sepas cómo dirigirte a él o ella durante el resto de la comida. Esta comunicación verbal y visual es suficiente para hacer saber que necesitas algo, sin necesidad de contacto físico.
Este respeto por el espacio personal no solo mejora la relación cliente-camarero, sino que también contribuye a un ambiente de trabajo más cómodo y eficiente.
3. Pedirle algo a otro camarero
En muchos restaurantes, especialmente en los de grandes cadenas o con alta afluencia de clientes, el servicio está organizado de forma que cada camarero tiene asignada una sección de mesas. Esto significa que, aunque veas varios camareros atendiendo en el mismo salón, cada uno tiene la responsabilidad de atender a ciertos clientes específicos. Pedir algo a un camarero que no está a cargo de tu mesa puede parecer inofensivo, pero es una práctica que genera frustración entre los empleados.
Cuando le solicitas algo a un camarero que no te está atendiendo directamente, es posible que lo distraigas de sus mesas asignadas. Este camarero tendrá que interrumpir su rutina para cubrir una petición que no es su responsabilidad, lo que afecta tanto su eficiencia como el servicio que brinda a los demás clientes. Además, en muchos restaurantes, el camarero que atiende a tu mesa es el que recibe la propina por el servicio, por lo que pedir a otro camarero que realice alguna tarea puede crear una situación incómoda, ya que no se beneficia de ese esfuerzo extra.
La mejor solución en este caso es simplemente esperar a que tu camarero pase por la mesa o pedir a otro camarero, de manera amable, que le avise al responsable de tu mesa que necesitas algo. De esta forma, el equipo puede mantener un buen ritmo de trabajo y garantizar que todos los clientes reciban la mejor atención posible sin generar tensiones innecesarias.
4. Levantar el vaso para pedir un relleno
Cuando disfrutas de una comida en un restaurante, es normal que en algún momento tu vaso se vacíe y quieras pedir que te lo rellenen. Sin embargo, hay una forma correcta y otra incorrecta de hacerlo. Un hábito que incomoda a los camareros es el gesto de levantar el vaso o agitarlo en el aire para indicar que necesitas más bebida. Aunque puede parecer una señal clara, este gesto puede percibirse como impaciente o desconsiderado hacia el trabajo del camarero, quien suele estar atendiendo a varias mesas al mismo tiempo.
El camarero generalmente pasa por tu mesa cada pocos minutos para verificar si todo está en orden, lo que incluye revisar el nivel de las bebidas. Si en ese momento necesitas que te rellenen el vaso, la mejor manera de pedirlo es esperar a que termine de atender otras mesas y, de forma amable, hacerle un gesto discreto con la mano o llamarle la atención con un “disculpa”.
Este pequeño cambio en la forma de pedir las cosas no solo mejora la comunicación entre cliente y camarero, sino que también demuestra paciencia y consideración por el ritmo del servicio. De esta forma, ayudas a crear un ambiente más relajado tanto para el personal como para los demás comensales.
5. Esperar precios de almuerzo o happy hour fuera de horario
Una práctica que muchos clientes suelen pasar por alto es la expectativa de recibir precios de almuerzo o happy hour fuera del horario establecido. Aunque estas ofertas son una excelente manera de disfrutar de buena comida a precios reducidos, solo aplican durante ciertas horas del día, y pedir que se respeten fuera de ese tiempo puede incomodar tanto a los camareros como a la gerencia del restaurante.
Los menús especiales de almuerzo y happy hour están diseñados para atraer clientes durante las horas de menor demanda. Una vez que estas horas concluyen, el restaurante retoma sus precios regulares, ya que en momentos de mayor demanda, los márgenes de ganancia y el flujo de clientes son diferentes. Insistir en obtener descuentos fuera de horario no solo pone en una posición incómoda al camarero, quien no tiene la autoridad para cambiar los precios, sino que también puede afectar la calidad del servicio que recibes.
Los camareros pueden incluso enfrentarse a problemas con la gerencia si ceden a la presión de ofrecer descuentos fuera de tiempo. Lo mejor que puedes hacer es planificar tu visita al restaurante dentro de las horas de la oferta si quieres aprovechar los precios reducidos. De esta manera, tanto tú como el personal disfrutarán de una experiencia más fluida y agradable.
6. Pedirles que hagan varios viajes
Uno de los aspectos más exigentes del trabajo de un camarero es gestionar varias mesas a la vez, lo que implica realizar numerosos viajes de un lado a otro del restaurante. Un hábito que complica su trabajo es cuando los clientes hacen varias solicitudes separadas en lugar de agruparlas. Pedir que te traigan primero más bebida, luego una servilleta extra y después la cuenta, por ejemplo, obliga al camarero a hacer más recorridos de los necesarios, lo que no solo les fatiga más, sino que también ralentiza el servicio para otros comensales.
En un restaurante ocupado, cada minuto cuenta. Los camareros tienen que atender a diversas mesas y equilibrar múltiples tareas al mismo tiempo. Al pedir varias cosas de una sola vez, como una salsa adicional, una bebida y la cuenta, contribuyes a que el servicio sea más eficiente y a que el camarero pueda optimizar sus movimientos y su tiempo. De lo contrario, hacer que vayan y vengan varias veces no solo retrasa tu experiencia, sino que también afecta el ritmo de atención a otros clientes.
7. Hacer demasiadas sustituciones
Hoy en día, es común que los clientes busquen adaptar los platos del menú a sus preferencias dietéticas o restricciones alimentarias, lo cual es perfectamente entendible. Sin embargo, hacer demasiadas sustituciones en un solo plato puede convertirse en un problema para los camareros y la cocina. Este es un hábito que, aunque bien intencionado, genera complicaciones tanto en la dinámica de atención como en la preparación de los alimentos.
Cuando haces múltiples modificaciones a un plato, ya sea porque prefieres un tipo de salsa diferente, cambiar un acompañamiento o eliminar ciertos ingredientes, el camarero debe recordar todos esos detalles, lo cual incrementa la posibilidad de errores. Además, en la cocina, los chefs están acostumbrados a preparar los platos de una manera específica para garantizar calidad y consistencia. Introducir muchas modificaciones altera ese flujo de trabajo y puede provocar retrasos tanto en tu orden como en las de otros clientes.
Si bien es normal pedir una o dos sustituciones, cuando las modificaciones son excesivas, se puede volver una carga innecesaria para el personal. Si sientes que necesitas cambiar demasiados elementos de un plato, tal vez sería más fácil elegir otro que se ajuste mejor a tus gustos o necesidades sin requerir tantas modificaciones.
8. Pasar el rato después de comer
Después de disfrutar de una buena comida en un restaurante, es tentador relajarse y seguir conversando en la mesa. Sin embargo, quedarse demasiado tiempo en la mesa una vez que has terminado de comer puede representar un problema tanto para el restaurante como para los camareros. Este hábito afecta directamente la rotación de mesas, lo que puede llevar a que el restaurante pierda oportunidades de atender a nuevos clientes y, en consecuencia, de generar más ingresos.
Los restaurantes dependen de un flujo constante de comensales para operar de manera rentable. Cuanto más tiempo pases ocupando una mesa, más tiempo estará fuera de servicio para otras personas que podrían estar esperando para sentarse. Esto no solo afecta al negocio, sino también a los camareros, quienes muchas veces deben esperar a que termines para procesar el pago y recibir su propina. Si los clientes tardan mucho en irse, los camareros podrían perder la oportunidad de atender a más mesas y ganar más ingresos en propinas.
Además, en algunas situaciones, los camareros tienen que quedarse más tiempo del necesario porque están esperando a que los clientes se vayan para poder terminar sus tareas y cerrar el local. Por respeto a su tiempo y al buen funcionamiento del restaurante, es recomendable que, una vez que hayas terminado de comer, te tomes un tiempo razonable para conversar, pero luego consideres liberar la mesa para que otros puedan disfrutar de su experiencia.
9. Pedirles que sonrían
El servicio con una sonrisa es un concepto que se ha asociado durante mucho tiempo con la hospitalidad, pero pedir explícitamente a un camarero que sonría puede ser incómodo y molesto. Si bien los camareros están allí para proporcionar un buen servicio, su trabajo no incluye necesariamente mantener una sonrisa constante, especialmente en situaciones de alta presión o en un día difícil.
El trabajo de un camarero es físicamente agotador: pasan largas horas de pie, llevan platos pesados, y a menudo deben lidiar con clientes exigentes o situaciones complicadas. Exigirles que mantengan una sonrisa en todo momento no solo es poco realista, sino que puede hacer que se sientan subestimados, ya que implica que su valor como profesionales depende únicamente de su expresión facial y no de la calidad de su trabajo.
En lugar de esperar una sonrisa automática, lo mejor es tratar al camarero con respeto y cortesía. Usar expresiones como “por favor” y “gracias”, hacer tu pedido de manera clara y rápida, y ser paciente con el ritmo del servicio son formas de crear un ambiente más positivo. Cuando los camareros se sienten respetados y apreciados, es más probable que su actitud sea más amistosa y natural.
10. Pedir cuentas separadas
Ir a cenar con un grupo grande de amigos o familiares puede ser una experiencia divertida, pero también un desafío para el personal del restaurante, especialmente cuando llega el momento de pagar. Pedir cuentas separadas al final de la comida, sin haberlo mencionado antes, es uno de los hábitos que más retrasan el servicio y complican el trabajo de los camareros.
Cuando un grupo numeroso pide dividir la cuenta en varias partes, el camarero tiene que dedicar tiempo a separar las órdenes de cada persona, procesar varios pagos y asegurarse de que cada cuenta esté correcta. Esta tarea, que puede parecer sencilla, se vuelve especialmente complicada en grupos grandes, ya que implica dividir una única factura en múltiples partes, recolectar varias tarjetas de crédito y devolverlas con sus respectivos comprobantes. Todo esto consume tiempo que el camarero podría estar utilizando para atender a otras mesas.
Lo mejor que puedes hacer si sabes que tu grupo querrá cuentas separadas es informar al camarero al principio de la comida. De esta forma, el camarero podrá abrir cuentas individuales desde el inicio y tener todo preparado cuando llegue el momento de pagar, lo que ahorrará tiempo y evitará confusiones al final de la velada. Algunos restaurantes incluso tienen políticas específicas sobre cómo dividir cuentas, por lo que es útil conocerlas de antemano.
11. Escatimar en la propina
En muchos países, como en Estados Unidos, los camareros dependen en gran medida de las propinas para complementar sus ingresos, ya que sus salarios base suelen estar por debajo del mínimo legal. Por ello, dejar una propina adecuada es una parte fundamental de la experiencia en un restaurante. Escatimar en la propina, incluso cuando el servicio ha sido bueno, es un hábito que afecta directamente el sustento de los camareros y puede tener un impacto negativo en su motivación y bienestar.
La regla general es dejar una propina de entre el 15 y el 20% del total de la cuenta, aunque siempre puedes dejar más si el servicio ha sido excepcional. Esto no solo reconoce el esfuerzo del camarero, sino que también refleja un respeto por el trabajo que realizan. En situaciones donde el servicio puede no haber sido perfecto, es importante recordar que los camareros a menudo enfrentan desafíos fuera de su control, como retrasos en la cocina o la falta de personal, y aun así trabajan duro para brindar la mejor experiencia posible.
12. Llegar justo antes del cierre
Llegar a un restaurante pocos minutos antes de la hora de cierre es un hábito que, aunque no siempre intencionado, puede generar incomodidad y estrés tanto para los camareros como para el personal de cocina. Los restaurantes tienen horarios de cierre establecidos, pero esto no significa que puedas llegar en el último minuto y esperar el mismo nivel de servicio como si hubieras llegado en un horario regular.
Los camareros y el equipo de cocina suelen planificar sus tareas de cierre, que incluyen limpiar las mesas, recoger utensilios, y preparar el lugar para el siguiente turno o el día siguiente. Cuando los clientes llegan justo antes de cerrar, el personal tiene que retrasar estas actividades, lo que prolonga su jornada de trabajo y les impide terminar sus tareas a tiempo. Además, atender a los últimos clientes a contrarreloj puede afectar la calidad del servicio y la comida, ya que el personal puede estar enfocado en terminar su jornada.
Una buena práctica es llegar al menos 30 minutos antes de la hora de cierre para dar tiempo suficiente a que puedas disfrutar de tu comida sin presiones y el personal pueda atenderte con el mismo nivel de atención que al resto de los comensales. Lo ideal, si es posible, es planificar tu visita con al menos una hora de anticipación para respetar el trabajo del equipo del restaurante y contribuir a un ambiente más relajado para todos.
Con información de Infobae