Este tesoro líquido, extraído de las semillas de la auyama, está repleto de vitaminas, antioxidantes y ácidos grasos esenciales que hacen maravillas por nuestro cuerpo. Y si lo combinas con otros aceites como el de oliva y el de lino, potenciará sus efectos beneficiosos aún más.
Según los científicos de la Universidad Tecnológica de Graz, ningún otros aceite contiene tantos antioxidantes como el aceite de semilla de calabaza. Los antioxidantes combaten los radicales libres en el cuerpo, que son en parte responsables del desarrollo de ciertas enfermedades.
Las grasas que componen el aceite de semillas de calabaza tienen un efecto positivo sobre el nivel de colesterol LDL. Cuando este es demasiado alto puede favorecer trastornos graves como como los infartos de corazón y cerebro.
El aceite no solo es apto para el consumo interno, sino también para su uso sobre la piel y el cabello.
Puedes agregar el aceite a tu champú o masajearlo sobre el cabello sec. De esta manera da brillo al cabello, reduce la caspa y favorece el mantenimiento de la hidratación del cuero cabelludo.
El aceite de semilla de calabaza ha mostrado resultados prometedores como terapia alternativa para la hipertrofia benigna de próstata (HPB). También sirve para tratar la vejiga hiperactiva. Para conseguir resultados es suficiente con una cantidad mínima: de 500 a 1.000 mg, que se pueden tomar en forma de perla de aceite.
Con información de Cuerpo Mente
