El regreso a la Casa Blanca del expresidente de Estados Unidos Donald Trump (2017-2021) es una posibilidad realista e inquietante para el nuevo Gobierno mexicano de Claudia Sheinbaum, especialmente después de que el republicano haya sugerido renegociar el acuerdo de libre comercio T-MEC.
Los estadounidenses elegirán el 5 de noviembre entre una administración continuista liderada por la vicepresidenta demócrata, Kamala Harris, y el retorno político de Trump, quien ha acuñado una fuerte retórica proteccionista y antiinmigrante.
Abrir otra vez el acuerdo comercial
En su primer mandato, el magnate neoyorquino forzó la sustitución del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) por el actual Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) y la semana pasada reveló su intención de activar la revisión del acuerdo en 2026.
Sheinbaum, que sucedió como presidenta el 1 de octubre a su mentor, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, atribuyó ese comentario a «estridencias» propias de una campaña electoral y se mostró convencida de poder llegar a acuerdos ya sea con Trump o con Harris.
Pero para Martha Bárcena, exembajadora del Gobierno de López Obrador durante el mandato de Trump (2018-2021), la reelección del republicano «presentaría mayores retos para México porque sus posiciones son más extremas» y su estilo de negociación suele buscar que haya «un claro ganador y un claro perdedor».
México se convirtió en 2023 en el mayor socio comercial de Estados Unidos, superando a China, lo que explica la importancia del T-MEC para ambos países.
La revisión del tratado, o incluso una renegociación más profunda, sería un test crucial sobre la relación entre Washington y Ciudad de México, que atraviesa nuevas turbulencias por la reforma judicial mexicana, que estipula la elección popular de los jueces y que ha inquietado a empresarios estadounidenses.
Una nueva Administración republicana pondría el foco en frenar la creciente inversión china en algunos sectores de México, como el automotor, predice Christopher Landau, exembajador del Gobierno de Trump en México (2019-2021).
Estados Unidos «no puede permitir que China se aproveche del libre mercado en Norteamérica», señala el diplomático a EFE.
La frontera, en el centro de la tensión
Más allá del T-MEC, Trump ha centrado sobre todo su campaña en un duro discurso contra la migración.
El republicano, que en 2019 amenazó a México con aranceles si no frenaba los flujos migratorios, promete retomar la construcción del muro fronterizo, llevar a cabo redadas y deportaciones masivas y reinstaurar el programa ‘Remain in México’ para que los solicitantes de asilo esperen desde el lado mexicano de la frontera.
Landau coincide en que es urgente cambiar la política fronteriza y cree que sería el tema prioritario de un segundo mandato de Trump por encima de cualquier otro: «No podemos hablar de redecorar el salón cuando tenemos un incendio en la cocina», ejemplifica.
Durante la Administración de Joe Biden han aumentado los cruces fronterizos, que alcanzaron su máximo con más de dos millones en 2023, aunque en los últimos meses se ha reducido la llegada de migrantes por las nuevas restricciones a las solicitudes de asilo.
Para Bárcena, los republicanos «no entienden la necesidad que tiene la economía estadounidense de migrantes» y, aunque cree que Trump no podría aplicar muchas de sus propuestas, causaría una «sensación de incertidumbre» en la comunidad extranjera.
La proliferación del tráfico de fentanilo ha provocado además un endurecimiento en el discurso de los republicanos en materia de seguridad, con algunos llamados para que Estados Unidos bombardee a los cárteles en territorio mexicano, una línea roja infranqueable para el país latinoamericano.
México insiste en que Estados Unidos debe atender el problema interno de consumo de drogas y también frenar el tráfico de armas estadounidenses que acaban en manos de los narcotraficantes.
¿Amigos de nuevo?
Durante el mandato de Trump, los dos países pudieron sortear algunos baches gracias a la buena sintonía personal que el republicano y López Obrador tejieron contra todo pronóstico.
Ambos conectaron porque compartían un carácter crítico con los políticos tradicionales, recuerda Landau, quien cree que la relación con Sheinbaum también podría ser buena porque a los dos países les «conviene».
Bárcena, sin embargo, tiene dudas de que Trump fuera a respetar a la primera mujer presidenta de México: «Su relación con las líderes femeninas nunca fue ejemplar».
Con información de EFE