¿Por qué nos cuesta decir que no? Aprende cómo hacerlo

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Foto: Archivo

Decir “no” suele ser difícil para muchas personas. Las razones son diversas: el deseo de agradar a los demás, el miedo a ser rechazados o la culpa por no poder cumplir con las expectativas de los otros.

Desde pequeños, aprendemos que ser «amables» implica ser complacientes y ayudar a los demás, por lo que, a lo largo de la vida, tendemos a evitar decir “no” para no generar incomodidad o conflictos. Sin embargo, esta conducta puede llevarnos a situaciones de sobrecarga y estrés, cuando asumimos compromisos que realmente no podemos cumplir o que incluso no queremos hacer.

El temor al conflicto también juega un papel importante. Decir “no” podría generar tensiones o desacuerdos, lo que resulta incómodo para quienes buscan la armonía en sus relaciones. Además, en muchas culturas y entornos, decir “no” está mal visto, como si se tratara de un rechazo personal, en lugar de una decisión personal que se toma por razones específicas. Por todo esto, muchas personas terminan sacrificando su tiempo y energía para cumplir con lo que otros esperan de ellas.

Decir “no” y seguir siendo felices

Aprender a decir “no” es fundamental para cuidar nuestro bienestar y establecer límites sanos. Una manera de hacerlo es empezar a reconocer nuestras propias necesidades y prioridades.

Si tenemos claro qué es importante para nosotros, será más fácil evaluar cuándo una solicitud o propuesta no nos conviene. Además, es útil practicar respuestas asertivas, como decir “me encantaría ayudarte, pero en este momento no puedo” o “prefiero no comprometerme para no quedar mal luego”. Estas frases permiten comunicar de manera clara nuestra decisión, sin ser bruscos o malinterpretados.

Otra clave es recordar que decir “no” no es algo negativo. Se trata de respetar tanto a los demás como a nosotros mismos. Los límites personales ayudan a construir relaciones más genuinas, ya que nos permiten participar y ayudar en la medida de nuestras posibilidades, sin resentimientos ni desgaste.

Ser honestos con nuestras respuestas evita malentendidos y hace que las personas valoren aún más nuestro tiempo y apoyo cuando realmente podemos brindarlos.

Con información de 2001