La sal del Himalaya ha ganado popularidad en los últimos años debido a sus supuestos beneficios para la salud y su atractivo color rosado, que se debe a la presencia de minerales traza como el hierro, el potasio y el magnesio. Se extrae principalmente de las minas de Khewra, en Pakistán, y se comercializa como una alternativa más “natural” y saludable en comparación con la sal de mesa refinada. Sin embargo, ¿qué tan beneficiosa es realmente?
En términos nutricionales, la sal del Himalaya y la sal de mesa común son muy similares. Ambas están compuestas principalmente de cloruro de sodio, el mineral responsable de regular el equilibrio de líquidos en el cuerpo, la función nerviosa y la contracción muscular. Esta sal contiene pequeñas cantidades de otros minerales, pero en concentraciones tan bajas que su impacto en la salud es mínimo. Para obtener cantidades significativas de estos minerales, sería necesario consumir cantidades de sal poco saludables.
Algunos defensores de la sal del Himalaya afirman que ayuda a desintoxicar el cuerpo, mejora la circulación y equilibra el pH. No obstante, estas afirmaciones carecen de respaldo científico sólido. El cuerpo humano ya cuenta con órganos especializados, como los riñones y el hígado, que se encargan de eliminar toxinas de manera eficiente sin la necesidad de ayudas externas.
En cuanto a su uso culinario, la sal del Himalaya puede ofrecer una textura más crujiente y un sabor ligeramente diferente, lo que la convierte en una opción popular para platos gourmet. Además, su atractivo estético la hace ideal para la decoración de alimentos y la elaboración de lámparas de sal, que algunos consideran beneficiosas para mejorar la calidad del aire, aunque tampoco hay evidencia científica concluyente al respecto.
Con información de 2001