Diez señales que revelan que estamos enamorados

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Foto: Archivo

El enamoramiento pone en marcha en nuestro cuerpo una serie de reacciones químicas, hormonales y de neurotransmisores que explican científicamente frases populares como “el amor es ciego”, “es una droga” y que puede nacer “a primera vista”.

Helen Fisher, neurobióloga y antropóloga, autora de “¿Por qué amamos?” dice en su libro: “El amor romántico es una de las experiencias humanas más intensas. Es, sin duda, más fuerte que el impulso sexual. El amor romántico es una de las sustancias más adictivas que existen sobre la Tierra”.

Pero ¿qué pasa en un cerebro enamorado para producir todos esos efectos?

Gabriela González Alemán, neurocientífica, directora del Departamento de Psicología de la Universidad Católica Argentina (UCA) y fundadora de Brainpoints (MN 33343) explicó a Infobae: “Enamorarse es el acto saludable más parecido a la locura. Sentimos una enorme exaltación, una fuerza descomunal y una felicidad extrema. También nos sentimos inestables, vulnerables, libres y esclavos a la vez. Nuestro pensamiento parece no poder apartarse de esa persona que nos enamora. A veces nos cuesta concentrarnos y cumplir con las actividades de todos los días. Estamos como en una nube, viviendo un sueño”.

La causa de este “tsunami” en cuerpo y alma se debe a que el amor impacta en el funcionamiento cerebral. “Áreas cerebrales, como el lóbulo frontal, el área tegmental ventral y la amígdala, se activan por la acción de sustancias y hormonas tales como la dopamina, la oxitocina, los opioides y la vasopresina. Estos eventos cerebrales ocurren en forma de cascada y condicionan, sin duda, nuestra elección de pareja”, expuso la experta.

Se suele decir también que “el amor es como una droga” y no es una metáfora romántica. La doctora Silvia Folgar, (MN 91226), médica de la División Neurología del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), describió a Infobae: “Muchos de los aspectos conductuales del enamoramiento son muy parecidos a lo que se produce al recibir cocaína, es decir, un estado de euforia con gran energía, asociado a disminución del sueño y del apetito. La cocaína y otros fármacos como el bupropión, producen un aumento de dopamina en estos circuitos nerviosos. Por eso, de algún modo, se podría decir que ‘el amor es como una droga’”, señaló la especialista en una nota reciente.

Cuáles son las diez señales del enamoramiento

Suele suceder que enamorarse ocurre sin darnos cuenta. Cuando advertimos que una persona es especial en nuestra vida, ya es tarde… Estos son los principales síntomas:

  1. No poder dejar de mirar a la persona amada. Perderse en sus ojos es una señal clásica de enamoramiento.
  2. Presentar “síntomas” físicos ante él/ella: corazón acelerado, nervios, etc.
  3. Sentirse como drogado. Una investigación preliminar llevada a cabo por Sandra Langeslag, profesora asociada de neurociencia del comportamiento en la Universidad de Missouri, en San Luis, sugiere que algunas personas desean a su persona amada como ansían una droga, según un artículo de New York Times publicado en Infobae.
  4. Pensar muchas veces en el día en la otra persona. Otra investigación del laboratorio de Langeslag descubrió que los participantes pensaban en su ser amado casi el 65% de las horas del día, y afirmaban tener problemas para concentrarse en otros temas.
  5. Tener muchas ganas de hablar con esa persona.
  6. Recordar pequeños detalles que han compartido.
  7. Tener deseos de sexo con él/ella.
  8. Pensar de forma más positiva sobre el futuro.
  9. Nos encantan sus rarezas. Incluso, pueden hacer que nos enamoremos aún más, por su singularidad.
  10. Queremos que sea feliz. La felicidad de alguien se vuelve muy importante cuando nos enamoramos.

Cómo nos enamoramos

González Alemán describió que las áreas cerebrales que se activan al enamorarnos integran la información que ingresa por los sentidos con aspectos motores, motivacionales, emocionales y sociales que nos llevan a la acción.

“Mientras miramos a la otra persona, movemos el pelo, nos acercamos o nos alejamos, decimos o callamos, nuestro cerebro evalúa cada acto, anticipándose a sus consecuencias y buscando optimizar nuestra actuación”, comentó la experta.

Y añadió: “La liberación de dopamina y su exceso en el espacio entre las neuronas produce los sentimientos de excitación, de exaltación y a veces, de euforia, cuando estamos frente al ser querido. Con cada encuentro, esta sensación placentera activa en el área tegmental ventral, al circuito de recompensa cerebral. Esta activación nos va a llevar, indefectiblemente, a desear la presencia del otro. El ansia por un nuevo encuentro empieza a incrementar la motivación y nuestra corteza cerebral trabajará incansablemente, integrando información y planificando cómo cumplir ese deseo. Se cree que, en esta instancia, la acetilcolina y las endorfinas se ocupan de construir el sentimiento de extrañar al otro”.

La experta explicó que la oxitocina y la vasopresina son cruciales para la sexualidad, el amor romántico y el desarrollo del apego.

“Ambas hormonas interactúan con la amígdala, el centro cerebral de la emoción, y le entregan el mando para la toma de decisiones. De ahí, que muchas veces estas no sean del todo racionales cuando estamos enamorados. La amígdala se ocupará de integrar al deseo con el erotismo y de transformar a la sexualidad en una experiencia superior. La liberación de oxitocina y de endorfinas alcanzará su mayor expresión en el momento del orgasmo, integrando el placer, la euforia y el deseo. Una región interna del cerebro, el cíngulo, integrará las sensaciones corporales. Allí, los besos, las caricias, el roce, se unirán generando un momento intenso de placer”.

Por último, aparece la acción de la serotonina, la hormona del bienestar a largo plazo. “Su liberación produce sentimientos de felicidad y de tranquilidad, sin la intensidad de la euforia dopaminérgica. Al alejarnos de nuestra pareja, los niveles de serotonina descienden y nuestra mente empieza a generar pensamientos transitorios, de tipo obsesivo, que nos llevan a pensar constantemente en el otro, a esperar un llamado o a fantasear dónde estará o qué estará haciendo. Allí, el circuito se reinicia. Nuestra corteza cerebral empezará una vez más a hacer planes y a devolverle a nuestro cerebro, a la mente y a nuestro espíritu, el placer de un nuevo encuentro”, describió González Alemán.

Y en este maravilloso subibaja de hormonas y neurotransmisores no podemos dejar de lado los celos. ¿Quién no los padece en alguna medida cuando se enamora? Frente a los celos, descienden los niveles de oxitocina, explicó la neuocientífica.

“Nuestra mente percibe alguna persona o situación como peligrosa para la estabilidad de la relación con el otro. Se incrementa la liberación de cortisol, la hormona que está por detrás del estrés, del miedo y de la ansiedad. Nos sentimos mal, vulnerables, con el piso vacío debajo de los pies. Sorprendentemente, este malestar no nos desenamora. ¡Al contrario! El estrés nos vuelve más vulnerables a estar enamorados. Aumenta los niveles de vasopresina y con esto, la atracción y la preferencia por la pareja”, alertó la experta.

Cuánto dura el amor

En una entrevista, Helen Fisher afirmó que “amamos porque, hace millones de años, nuestros antepasados necesitaban este flujo cerebral, estos impulsos y sentimientos para dirigir su cortejo, apareamiento, reproducción y paternidad. El impulso del amor está profundamente imbricado en el cerebro humano. Por lo tanto, el amor es una necesidad fisiológica, un instinto animal y también el resultado de un flujo químico en el cerebro”. Pero, pasado ese objetivo biológico, ¿qué ocurre? ¿Cuánto dura el amor?

González Alemán respondió: “En general, después de la primera atracción, el enamoramiento se instala con la profundización del sentimiento. Esto toma tiempo, pero no es igual para todos. La construcción de una verdadera conexión puede ser más rápida para unos que para otros. Y con cada pareja, esto puede ser distinto”.

Y completó: “A medida que le damos tiempo a una relación, se intensifica el deseo por el otro a través de la acción del circuito de recompensa cerebral y la relación física estimula el aumento en la liberación de oxitocina y de vasopresina. Así, el apego, de la mano de la oxitocina, empieza a crecer, incluyendo sentimientos de contención y de seguridad en la relación. Por otra parte, la acción de la vasopresina parece estar asociada con la construcción de una relación a largo plazo y monogámica”.

Fisher se preguntó en su libro: “¿Cuánto dura la magia del amor? Nadie lo sabe. Un equipo de neurólogos concluyó recientemente que el amor romántico dura normalmente entre doce y dieciocho meses. Nuestro estudio del cerebro sugiere que el amor puede durar al menos diecisiete meses. Pero yo apostaría a que la duración del amor varía drásticamente dependiendo de quiénes son los personajes implicados. La mayoría de las personas han sentido un encaprichamiento pasajero que solo ha durado unos cuantos días o semanas. Y, como sabemos, cuando existen barreras en la relación, esta llama puede permanecer encendida muchos años. La adversidad estimula el amor romántico”.

La indiferencia por el “qué dirán” también tiene un detrás de escena a nivel cerebral. “Las conexiones entre el lóbulo frontal, responsable por las decisiones, se libera de los temores provenientes de la amígdala, condicionado por los sentimientos positivos reinantes. Llegado este punto, estamos completamente enamorados y sumergidos en el amor más ciego”, detalló González Alemán.

Llegados a este punto, ya no hay nada más que hacer… “El amor romántico es un impulso”, afirmó Fisher. “Es un impulso básico de apareamiento que evolucionó hace millones de años para enviar tu ADN al mañana. Y puede pasar por alto casi cualquier cosa”, advirtió la neurocientífica, lo que explica muchas locuras de los enamorados.

Con información de Infobae