La Comisión Europea instó este miércoles a los países de la UE a bajar los impuestos energéticos, entre ellos aplicar el tipo mínimo del 5 % en el IVA a la electricidad, con el objetivo de reducir todo lo posible las facturas dentro de su paquete de iniciativas para conseguir una “energía asequible” en el bloque.
Así consta en el plan de acción que ha presentado el comisario de Energía, Dan Jorgensen, y que, con todas sus medidas, estima unos ahorros energéticos de 45.000 millones en 2025 que aumentarán “progresivamente” hasta 130.000 millones al año para 2030 y hasta 260.000 millones anuales para 2040.
Esta nueva estrategia energética, que es una parte “clave” del Pacto de Industria Limpia, recoge una batería de medidas que la institución irá detallando en los próximos meses para “rebajar las facturas energéticas en el corto plazo”, impulsar reformas estructurales en el sector” y reforzar los sistemas energéticos del bloque para “mitigar” futuras crisis de precios.
En concreto, Bruselas quiere dar la vuelta a las situación actual caracterizada por la dependencia en los combustibles fósiles extranjeros, la existencia de un sistema eléctrico fragmentado y un incremento continuo de los costes del sistema.
Esto se traduce en “elevados costes energéticos” que dañan tanto a los ciudadanos como a las empresas, a las que sitúa, además, en situación de desventaja frente a sus rivales globales: la industria europea paga por la electricidad más de dos veces más que la estadounidense, el doble que la china y también un 20 % más que la japonesa.
Bajada de impuestos
“Para dar un alivio a corto plazo a la industria, en particular a la industria intensiva que invierte en descarbonización, los Estados miembros deberían también bajar los impuestos sobre la electricidad y eliminar tasas que financian políticas no relacionadas con la energía”, defiende Bruselas en los documentos desvelados este miércoles.
En concreto el “Plan de Acción para una Energía Asequible” argumenta que unos impuestos elevados sobre la electricidad elevan la demanda de combustibles fósiles y ralentiza la electrificación y la demanda de electricidad de autoconsumo”.
En esta línea, Bruselas pide a los gobiernos que se aprovechen de la flexibilidad que tienen con el IVA para aplicar el tipo mínimo posible a la electricidad (un 5 %), que rebajen también al máximo los gravámenes energéticos especiales y que acuerden la revisión de la directiva sobre fiscalidad energética que busca “alinear la imposición de productos energéticos con las políticas climáticas de la UE” y que está bloqueada por el rechazo de un grupo de países a subir los impuestos al queroseno de los aviones.
Junto con las rebajas fiscales, la Comisión Europea también prevé impulsar una metodología común para las tarifas de acceso a la red y presentar iniciativas para aumentar la competencia en el mercado minorista con el objetivo de facilitar a los consumidores que puedan cambiar de proveedor de energía más baratos.
Además de estas medidas para rebajar las facturas, el plan energético se compone de otras siete “acciones” la segunda de las cuales busca rebajar los costes del suministro eléctrico e incluye iniciativas como fomentar los contratos de energía a largo plazo (PPA), reducir los periodos de autorización y permiso de infraestructuras energéticas y proyectos de tecnologías limpias, aumentar las inversiones en redes de distribución o dotar de mayor flexibilidad a ámbitos como el almacenamiento.
Mercados de gas y electrificación
El Ejecutivo comunitario también recoge en el texto la necesidad de mejorar el funcionamiento de los mercados de gas, cuyo precio sigue teniendo un “impacto directo” en el de la electricidad, por ejemplo explotando los beneficios de las compras conjuntas que impulsó a raíz de la crisis energética de 2021.
De la misma forma, busca elevar la capacidad de ahorro energético y completar la Unión Energética con una nueva estrategia de calefacción y refrigeración y un nuevo plan de acción para la aumentar “significativamente” la tasa de electrificación.
Bruselas es consciente de que necesita “atraer inversiones” para hacer realidad todas las iniciativas que contiene el plan energético y a ello dedica otra de las “acciones” del texto, en la que propone impulsar un contrato “tripartito” entre instituciones de la UE y gobiernos, proveedores energéticos y la industria intensiva en el consumo de energía.
Las últimas medidas del documento persiguen los objetivos de conseguir una seguridad de suministro con estabilidad de precios y de preparar reacciones rápidas en futuras situaciones de crisis a fin de evitar picos en la demanda energética en determinadas horas que puedan desestabilizar los precios.
Con información de EFE