“No hay micofenolato mofetil, debe pasar la semana que viene para ver”, es la respuesta común que reciben desde hace cuatro meses los pacientes trasplantados cuando acuden a la farmacia de alto costo en busca del medicamento.
El 21 de abril Thiago visitó la farmacia ubicada en Los Ruices, al este de la capital, para preguntar por dos fármacos que su padre necesita tras un trasplante de riñón hace un año. Pero, como en las últimas tres semanas, la respuesta fue la misma: “no hay”.
“Mi papá toma cuatro pastillas al día del medicamento micofenolato mofetil, el cual tiene un costo de 63 dólares más todas las demás medicinas para la presión arterial. Resulta difícil cubrir todos los gastos”,
dice.
El micofenolato mofetil, un inmunosupresor vital para evitar el rechazo del órgano trasplantado, es proporcionado de por vida por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) como subsidio.

Sin embargo, el papá de Thiago tiene que dosificar sus dosis de esta medicina desde hace cuatro meses para que el tratamiento le dure más días y así el gasto para su hijo se prolongue un poco más.
“Solo se toma dos de cuatro pastillas e interdiaria para rendir el medicamento”.
Reymer Villamizar, paciente trasplantado y fundador de Amigos Trasplantados de Venezuela, explica que la escasez de inmunosupresores se arrastra desde hace ocho meses, lo que obliga a los pacientes a recurrir a medidas extremas.
“Ahora los pacientes dosifican su tratamiento y también hemos recibido reportes de varias personas que han tenido que ingerir medicamentos vencidos y han presentado alteración en sus valores”,
detalló.
La situación persiste
Aunque en marzo de 2025 el Sistema Público Nacional de Salud (SPNS) distribuyó fármacos gratuitos en Caracas —según una nota de prensa del Seguro Social—, desde finales de 2024 los pacientes crónicos denuncian la falta de medicinas en estas farmacias.
Magaly Padrón lleva más de seis meses sin recibir micofenolato y también reporta faltantes de prednisona y rapamune.
“Somos muchos los pacientes afectados con esta situación. Uno viene para acá y lo tratan mal, no hay soluciones”.
En farmacias privadas, el micofenolato cuesta el equivalente a $63, un monto inalcanzable para Magaly, cuya pensión es de Bs. 130 ($1,5 al cambio oficial, establecido por el Banco Central de Venezuela a la fecha de esta publicación).
“Aquellas personas que no tienen dinero para comprar el medicamento en farmacias privadas; piden pastillas o blísteres a otros pacientes para tratar de sobrevivir y evitar un episodio de rechazo del órgano”, explica Villamizar.
El activista compara la situación actual con la crisis de 2017, cuando la escasez de micofenolato durante seis meses provocó rechazos de trasplantes y protestas.
“En 2025, aunque las condiciones siguen siendo difíciles, los pacientes no están protestando públicamente por miedo, pero continúan haciendo llamados a las autoridades”.
Si bien hay más disponibilidad en farmacias privadas, muchos no pueden costearlos. “Hasta ahora, no se han reportado complicaciones graves, pero la falta de acceso a los medicamentos sigue siendo un problema”.
Estos fármacos son esenciales para 70 % de los trasplantados en Venezuela, además de pacientes con lupus o síndrome nefrótico. También se reportan faltantes de carboplatino 480 mg, reflejando una escasez generalizada.
“Ellos no saben lo que es estar enfermo”
En un recorrido de Crónica Uno por la farmacia del IVSS, se observaron largas filas de pacientes con diabetes, cáncer o enfermedades renales. Solo cuatro de las 16 taquillas estaban operativas.

Tras horas de espera, el personal revisa los récipes y confirma que no hay tratamiento.
María* llegó a las 9:00 a. m. por Nivolumab, un fármaco para el cáncer de cuello uterino que lleva seis meses sin recibir.
Hace dos meses tuvo una recaída, revela, porque ya tiene seis meses sin el tratamiento debido a que no lo encuentra en las famarcias privadas.
“Ellos no saben qué es estar enfermo y depender de un tratamiento de por vida. Yo quiero seguir disfrutando de mis hijos y, por mala suerte, desde hace un año me diagnosticaron con cáncer de cuello uterino”,
cuenta.
Villamizar reconoce que no hay cifras oficiales del déficit, pero la evidencia surge de las alertas entre organizaciones.
“Tenemos pacientes que han permanecido sin sus medicinas por más de seis meses, dependiendo del estado en el que se encuentren”, coincide el activista.
Con información de La Prensa de Lara