La reunión bienal de las tres principales convenciones internacionales que regulan el comercio y uso de sustancias potencialmente peligrosas finalizó este viernes con la inclusión de tres nuevos químicos en la lista de productos prohibidos: las parafinas cloradas, el clorpirifós y los LC-PFCAs.
Los tres compuestos han sido incluidos en la lista de sustancias prohibidas por la Convención de Estocolmo, anunció en rueda de prensa David Ogden, subsecretario ejecutivo del órgano que supervisa ese tratado y los de Rotterdam y Basilea (que regulan respectivamente el comercio y el movimiento transfronterizo de materias peligrosas).
Las parafinas cloradas, retardantes ante el fuego, se utilizan en sellamientos adhesivos, pinturas y barnices o en la industria textil, mientras que el clorpirifós es un insecticida ampliamente usado en agricultura para combatir plagas.
En cuando a los LC-PFCAs (siglas de ácidos carboxílicos perfluorados de cadena larga), son ampliamente utilizados en tejidos, alfombras o espuma antiincendios.
En el marco de la Convención de Rotterdam se acordó la inclusión de nuevos pesticidas en la lista de químicos cuyo comercio internacional será limitado, entre ellos el penthione y el carbosulfán.
Más de 2.000 delegados, incluyendo representantes de 191 gobiernos y 500 organizaciones, participaron en los debates, que se iniciaron el 28 de abril en el Centro Internacional de Convenciones de Ginebra y finalizaron este viernes.
Las partes signatarias de las convenciones subrayaron al término de la reunión que se necesitarán unos 18.000 millones de dólares para continuar la puesta en práctica de estos tratados de protección.
También se fijaron como meta que otros químicos de antiguo uso industrial potencialmente tóxicos, los PCBs (siglas de bifenilos policlorados) son un grupo de compuestos químicos sintéticos que fueron ampliamente utilizados en la industria, deben quedar totalmente eliminados en 2028.
Usados antaño por sus propiedades como aislantes eléctricos y materiales resistentes al calor, se prohibieron en la mayoría de los países en los años 70 y 80, pero todavía pueden encontrarse de manera residual en equipos antiguos o en suelos y aguas contaminadas.
Con información de EFE