El acoso digital es una forma de violencia que afecta principalmente a las mujeres

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Foto: Archivo

El acoso digital es una forma de violencia basada en la tecnología, en el cual sus principales víctimas son mujeres. Aunque puede darse en contextos como en el de parejas sentimentales, o contra figuras públicas, el objetivo final radica en el control permanente sobre la otra persona.

Mariangela Petrizzo, integrante del colectivo de Mujeres Activistas por el Software Libre, detalla que las distintas violencias que ocurren en el contexto físico o tangible se trasladan al espacio virtual, ya que las violencias que sufren las mujeres son consecuencia de estructuras sociales como el patriarcado.

No obstante, afirma que los adolescentes y hombres también pueden ser objeto de ello.
Foto: Manu Díaz

En 2023 la organización publicó un estudio que reveló que ocho de cada 10 mujeres en Venezuela viven alguna violencia digital: “En promedio, hasta en tres ocasiones”.

Las leyes

El artículo 68 de la Reforma a la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia reconoce la violencia informática como un delito.

“Quien utilice las tecnologías de la información como medio para la comisión de los delitos de violencia psicológica, acoso, hostigamiento, acoso sexual, violencia mediática, simbólica, política o multicausal, será sancionado con un aumento de un tercio de la pena correspondiente al delito”, dice el escrito que no se actualiza desde el año 2021.

La violencia digital contra las mujeres también se contempla en la Ley Especial Contra los Delitos Informáticos.

El Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas (Cicpc) o el Ministerio Público deben recibir las denuncias, en caso de que el acoso derive en otros delitos que pongan en riesgo a la víctima.

Petrizzio asevera que en ocasiones las mujeres afectadas pasan por un proceso de revictimización en los órganos de denuncia, en el que la persona atraviesa por la “exposición y divulgación” del contenido que le afecta, así como funcionarios que no tienen una perspectiva de género y comprensión del problema.

“Se culpa a la víctima por no haberse cuidado en un proceso de ingeniería social en el que se captura su información para luego difundirla o compartir con mucha apertura su contenido íntimo a través de sexting. Siempre hay esa mirada en la que se culpa a la víctima por lo que debió hacer o no”.

Por tal motivo, muchas mujeres evitan llevar a cabo la denuncia.

Las pruebas

El colectivo de Mujeres Activistas por el Software libre llevó a cabo una guía con recomendaciones para la recolección de pruebas. Entre ellas están:

  • Guardar capturas de pantalla, audios, vídeos, los enlaces en caso de que publique una información personal sin autorización de la víctima.
  • En caso de recibir mensajes o llamadas, guardar el número, realizar captura del día y hora de recepción de las llamadas y mensajes.
  • Si se reciben mensajes de agresión en una red social, además de la captura del mensaje, también se debe guardar el nombre y captura del perfil del usuario de esa red social que agrede, así como el enlace de ese perfil y el enlace de la agresión.

Espacios donde ocurre

Petrizzio especifica que el ciberacoso cuando es hacia una persona pública generalmente es en contra de mujeres que son lideresas comunitarias, o que tienen una actividad política prominente. “En ese contexto se aplica en función de controlar, pero hacer que reduzca su perfil público”.

El informe Violencia de Género en Línea hacia Mujeres con Voz Pública de ONU Mujeres, de 2022, sostiene que los mecanismos más utilizados para este tipo de violencia son los trolls para dirigir ataques contra una persona y los bots –robot diseñados para tareas automáticas– para viralizar rápidamente una etiqueta o hashtag.

También la difusión de datos como domicilio o ubicación actual para que la mujer se sienta amenazada y/o vigilada, la publicación de información falsa por redes sociales y chats en línea.

En el caso de parejas, Petrizzio ejemplifica que puede ocurrir cuando se exige acceso a los mensajes de distintas plataformas, cuentas de correo y redes sociales como “prueba de amor”. Insiste en que estas conductas no deben ser normalizadas.

“Hay otras formas de ciberacoso que se asocian con otros tipos de violencia, como por ejemplo, cuando hay una sextorsión, en la que una persona obtiene de forma no autorizada contenido íntimo y amenaza con su divulgación”.

Agrega que puede existir un proceso de ciberacoso que esté en un contexto de una sextorsión o de una pornovenganza.

No es normal

Desde el colectivo de Mujeres Activistas por el Software Libre Petrizzio insiste en la importancia de tener herramientas para identificar y dejar de naturalizar muchas cosas que se consideran cotidianas y «normales» para comprenderlas como acciones o aspectos que se presentan en entornos familiares y de pareja.

“La naturalización de muchos de estos hechos condiciona que se le entienda como una violencia”, finaliza.

Con información de Crónica Uno