“Mi día comienza con la atención puesta en Brando (11) y Luis (9), en realizar todas las ‘tareas’ que garanticen su formación escolar, su alimentación y la recreación que merecen como niños”, así describe su rutina diaria Astrid Rodríguez, una aragüeña que se dedica a ser bailarina y artista de circo.
La esbelta morena nacida en Maracay, tiene 34 años de edad y más de la mitad de su vida ha estado dedicada a vivir y trabajar bajo una carpa.
Astrid es hija de un matrimonio circense, representa la tercera generación dedicada a este arte y estima que sus hijos también tomarán el mismo rumbo ya que comienzan a dar sus primeros pasos practicando flexibilidad, fuerza y fajas, esta última le permite que pierdan el miedo a las alturas.
Precisamente al mencionar el miedo, la joven madre asegura que su vida cambió desde que experimentó la maternidad, “antes de tenerlos a ellos no me daba miedo subir a las cuerdas, pero ahora siento miedo cada vez que realizó el show, antes de subirme pienso en ellos, pido internamente que todo salga bien… temo faltarles algún día, sobre todo ahora que tengo un número llamado ‘Capilar’, que se trata de una técnica aérea donde me cuelgan por el cabello, mientras realizo acrobacias y movimientos… afortunadamente mi esposo se encarga de manipular los equipos y eso eleva un poco más mi seguridad”, narró Rodríguez.
Entre los sueños de esta artista está tener a sus padres cerca, asegura que lleva entre cuatro y cinco años sin ver a su mamá y a sus hermanos que hacen vida en EE.UU.