El comercio ilegal de animales silvestres es el tercer delito más cometido a nivel mundial, después del tráfico de armas y droga. En Lara, este flagelo está acabando con especies como la «cotorra cabeciamarilla», que es autóctona de la zona del semiárido.
«Se está realizando una investigación de la cotorra cabeciamarilla porque disminuyó su población. Pero estudios recientes señalan que probablemente su población pueda ser un poco mayor a la del año 2000. Estas aves son diseminadoras de semillas. Les gusta mucho comer semerucos, unos coquitos que tienen las palmas, el níspero y les encanta la parchita.
Cuando ven cultivos de parchita arrasan con ellos. Esa es una de las razones por las que agricultores las matan», contó Jhoana Rivero, coordinadora de Avezona. Esta especie también es cazada para comercializarla como mascota.
Desde el Minec en Lara, señalan que entre las especies en peligro de extinción que habitan el estado está el paujil copete de piedra y el jaguar de Sudamérica.
«El jaguar, que aquí en Venezuela le llaman en el argot coloquial tigre, se ha avistado en el Parque Nacional Terepaima, pero hace algunos años. Se presume que todavía hay presencia de estas especies en las montañas larenses. Él es carnívoro, se alimenta de pequeñas aves. Está en peligro de extinción porque la piel era muy comercializada para hacer abrigos. Y también eran usados como trofeos los dientes y la cabeza que coleccionaban», informó Geraldín Cicas, médico veterinario del Minec.
Indicó que la siembra y la agricultura han desplazando el hábitat del jaguar. «Lo van acorralando. Si le quitas los árboles, su comida, él va a buscar alimentarse de alguna manera, y si ve ganado, eso es lo que va a comer», comunicó José de la Vega, ingeniero agrónomo del Minec.