El canadiense Charlie Sigvardsen, convertido en uno de los empresarios chocolateros más exitosos, tiene mucho en común con Charlie Bucket, el pequeño en la saga de libros Charlie y La Fábrica de Chocolates y en sus distintas adaptaciones en el cine.
Sigvardsen creció en una pobreza extrema. Desde joven, trabajó para ayudar a su familia durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Para sobrevivir, su familia racionaba la carne y criaba gallinas en el patio trasero.
Sigvardsen vendía los huevos, cobrando un dólar por tres docenas. A pesar de las dificultades, se esforzó por ser un buen estudiante y formarse profesionalmente.
Después de terminar la secundaria con excelentes calificaciones, ingresó a la Universidad de Columbia Británica para estudiar marketing y ventas. Sus destacadas notas llamaron la atención de Hudson’s Bay Co., que lo contrató para trabajar en su departamento de publicidad.
Mientras consideraba temas para su tesis universitaria, conoció a un profesor que le sugirió estudiar una empresa local. Entre las opciones disponibles, se interesó por Dairyland Ice Cream y Pauline Johnson Candy, optando finalmente por esta última.
Su amigo Tony Grdina, dueño de la National Bakery, le ofreció asociarse en el negocio del chocolate. Aceptó y comenzó a vender cajas y fabricar chocolate con una inversión de 200 dólares mensuales.
Con Tony, años después, aprendió sobre la gastronomía, desde hacer salsa de chocolate hasta moldear productos. Hasta ese momento, solo había trabajado en marketing y ventas.
Juntos, Tony y Charlie abrieron dos locales de La Fábrica de Chocolates de Charlie, uno junto a la panadería de Tony en Canada Way y otro en la calle Water, frente a Old Spaghetti Factory.
Con el tiempo, La Fábrica de Chocolate de Charlie creció y Charlie se perfeccionó en su oficio. En 1990, en lo que considera su mayor logro profesional, compró JS Chocolate Molds y desarrolló un nicho de mercado para moldes y chocolate premium.
En 2015, su amigo Charles Flavelle, de Purdy’s, lo nominó para ingresar en el Salón de la Fama de los Dulces (CHOF, por sus siglas en inglés), lo cual se concretó.
Cuando los estudiantes visitan su empresa, Charlie les dice: “No piensen en ganar mucho dinero; simplemente hagan lo que les gusta hacer. Tendrán éxito”.
Con información de Ámbito