Durante décadas se ha pensado que las personas con problemas cardiacos debían eliminar el consumo de sal de su dieta. De esta manera, reducirían el riesgo de sufrir un infarto, hipertensión arterial o accidentes cerebrovasculares. No obstante, algunos estudios recientes sugieren que comer soso podría ser perjudicial para estos pacientes.
Una revisión reciente en el European Journal of Clinical Investigation evaluó todos los estudios relevantes publicados entre los años 2000 y 2023. Posteriormente, concluyó que no existe ningún beneficio clínico comprobado de esta estrategia para pacientes con insuficiencia cardíaca. La restricción de sal se basaba en ensayos pequeños y un único ensayo clínico aleatorio de gran tamaño se interrumpió prematuramente debido a su inutilidad.
Los investigadores de la Universidad de Alberta afirman que aunque la restricción de sal de moderada a estricta se relaciona con una mejor calidad de vida y estado funcional no afecta a las tasas de mortalidad ni de hospitalización entre los pacientes con insuficiencia cardíaca.
El autor principal Paolo Raggi explica que «los médicos a menudo se resisten a realizar cambios en principios antiguos que no tienen una verdadera base científica; sin embargo, cuando surja nueva evidencia sólida, debemos hacer un esfuerzo por adoptarla».
Entonces, qué cantidad de sal es la adecuada
El sodio es un nutriente esencial, necesario para el mantenimiento del volumen plasmático, el equilibrio ácido-básico, la transmisión de los impulsos nerviosos y el funcionamiento normal de las células.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir menos de cinco gramos de sal o menos de dos gramos de sodio al día, poco menos de una cucharadita.
El sodio se encuentra de manera natural en muchos alimentos, como la leche, la carne y los mariscos. Suele encontrarse en grandes cantidades en alimentos elaborados como panes, carne procesada y refrigerios, así como en condimentos.
Con información de El Nacional