Nombrar a la ciudad de Coro es pensar en lo hermoso que es recorrer sus calles de piedras, con grandes casonas de barro, inmensos ventanales con preciosas estructuras de hierro y puertas de madera arqueadas y grandes. Es un paseo en el tiempo, donde pareciera que uno se fuera a topar con mujeres vestidas como en antaño y hombres trajeados, quienes nos cuentan la historia de una de las primeras ciudades de América.
Estas características únicas de Coro fueron consideradas para que le otorgaran el título de Patrimonio Mundial en 1993, concedido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). En 2005, tras 12 años de ausencia gubernamental para el cuidado y mantenimiento de la arquitectura de la urbe falconiana, pasó a la lista de “patrimonio en riesgo”.
En 2008, Coro fue evaluada nuevamente y desde la Unesco se hicieron algunas recomendaciones para su salvaguarda y protección. Este 2023 se cumplieron 30 años de su declaratoria como Patrimonio Mundial y 18 años de estar en lista de riesgo, y es poco lo que se ha avanzado.
Dos décadas perdidas
Falcón ha tenido gobernadores chavistas en los últimos 20 años y cada uno se ha comprometido a cumplir con las solicitudes que ha hecho la Unesco para sacar a Coro y La Vela de la lista de patrimonio en riesgo.
La idea era convertir esas zonas en un sitio turístico internacional, que atraiga visitantes y amantes de la Historia, lo que sería junto a otros atractivos de la región, un paso para que el estado occidental dejara de depender del petróleo, y los planes de políticas públicas fueran dirigidos hacia el turismo histórico, patrimonial y cultural.
Sin embargo, muchas cosas se han quedado en promesas. Una muestra palpable es que han pasado 15 años desde que la Unesco hiciera unas recomendaciones al gobierno regional y municipal para conservar el patrimonio, y aún no se han cumplido.
Con la celebración de los 30 años de la declaratoria, la Unesco nuevamente visitó el Centro Histórico de Coro y el Puerto de La Vela, pero encontró trabajos que apenas estaban comenzando y que no se acercaban a terminar con la lista de prioridades que entregaron hace 15 años. Entre los arreglos sugeridos y el más importante está resolver el grave problema de los drenajes que han dañado casas y las calles emblemáticas, porque cuando llueve, el agua no tiene salida. Aquí se incluyen los derrames de aguas servidas y blancas.
El Centro Histórico y la importancia de sus tres anillos
Hilario Colina, asistente de ingeniero III del Instituto Municipal de Patrimonio, explicó que esta importante zona ubicada en el corazón de Coro, contempla tres áreas de gran importancia: lo que se conoce como el primer anillo es la zona Unesco; el segundo, es la zona de valor histórico y artístico, que son las calles que rodean a la zona Unesco y que igual se debe preservar para que el área no quede alrededor de una zona que no es igual a ella.
El tercer anillo es la zona de arquitectura controlada, donde también el gobierno regional y municipal tiene competencia y evita que se hagan estructuras de cemento en aras de cuidar y mantener la esencia de la zona.
Colina resalta que los pocos ingresos que llegan para el patrimonio, se invierte en la zona Unesco, dejando de lado los otros dos anillos que también son muy importantes, porque de dejarlos abandonados, dañarían lo especial de la zona más importante. “Es decir, uno depende del otro”.
Arreglos con cemento
En la misma calle, adyacente a la sede de la alcaldía de Miranda, se están haciendo los cambios de adoquines, que es un bloque labrado en forma rectangular que tienen las calles adyacentes a las de piedra y que son característicos en esta zona.
Un trabajador en el área explicó que la colocación consiste en alinearlos e ir poniendo arena de los Médanos de Coro en las uniones para que poco a poco se vayan engranando hasta estar completamente estables.
Pese a este trabajo que, sin duda, proporciona un refrescamiento a las recién pintadas fachadas del lugar, una parte se ve como una simulación de los adoquines. Sin embargo, Luis Felipe Díaz, representante del Instituto de Patrimonio del estado Falcón, explicó que este año ha habido un poco más de avance en cumplir con las tareas encomendadas por la Unesco y negó que se trate de una simulación de los adoquines, sino que es un trabajo estructural para asegurar que la caída del drenaje funcione con éxito.
“La Unesco y todo el equipo regional estuvo en la celebración de los 30 años de la declaratoria del patrimonio y verificaron tangiblemente el trabajo que se está haciendo en materia de drenaje”.
Siguiendo con las peticiones de la Unesco, dijo que ya se entregaron los dos planes de riesgo de desastre, tanto del Centro Histórico de Coro como el de La Vela, un trabajo minucioso ejecutado por los funcionarios de Protección Civil y los bomberos de Miranda.
Destacó que, además, se hicieron intervenciones en las casas de la zona Unesco y del segundo anillo. “Se desarrolló el festival del Mural que se trata de 17 expresiones artísticas de venezolanos que se plasmaron en el paseo Alameda. Se hicieron intervenciones en la Casa del Sol, Nazareth, Museo Guadalupano, Casa de la Catedral, la iglesia San Gabriel, el Club Bolívar y el balcón de Los Arcaya”.
Refirió, además, que a través del Plan Venezuela Bella se han hecho las limpiezas de las quebradas en los cuatro ejes de Coro y se han reparado las fugas de aguas residuales y blancas.
En ruinas
Al caminar por estas calles es fácil ver casas deterioradas, otras que se cayeron por completo y algunas abandonadas. Ciertas casas han sido atendidas con un plan primario, pero que esperan por mejoras.
Algunas son propiedad del gobierno, pero otras son de familias corianas que aseguran no poder hacerles mantenimiento, porque es muy costoso. Por eso han pasado del bajareque a los bloques para restaurar sus casas.
Tal es el caso de una vivienda ubicada en la calle Urdaneta al lado de la familia Reyes, la cual tenía muchos años con la fachada sostenida con palos. Esto ponía en riesgo la seguridad de niños y adultos que transitan por la zona que, por cierto, es escolar.
La familia decidió reconstruir la fachada con bloques simulando a las de la zona, porque la remodelación aplicando la técnica ancestral con barro y trabajando con los artesanos expertos, ascendía a 12.000 dólares, dinero que no tienen y con el que comprarían una casa nueva y moderna en otro lugar.
Un pasado memorable
Niobis Yoris, docente nativo de Coro, de 74 años de edad, recuerda que era una ciudad muy linda. “De esas casas me encantaban los San Juan, era el lugar previo a la sala, entrabas y te encontrabas con un espacio abierto, sin techo, lleno de matas y flores. Una belleza. También recuerdo el comercio que se hacía, la gente de La Sierra venía a vender sus montes verdes, frutas, verduras de cosechas recientes. Todo se veía fresco y bonito”, dijo.
Recordó con nostalgia que ya no quedan casas con tanta belleza, muchas han sido modificadas, porque mantenerlas es costoso y el poder adquisitivo del venezolano no alcanza para eso. “Son casas heredadas, de generación en generación, pero si no hay un plan para ayudar al dueño a preservarla, dudo mucho que duren, porque es muy caro y con el dinero para remodelar solo un área, uno se puede comprar una casa nueva. Faltan muchas cosas por hacer, hay que dar créditos a los dueños para que mantengan esa historia, muchas casas se han caído; otros (dueños) no están en el país, y los que viven en ellas están bastantes deterioradas”.
Tal es el caso de la familia Durán, que habita en una vivienda en la calle Comercio entre Garcés y Buchivacoa, donde por muchos años funcionó el multi taller que llevaba el apellido de la familia y donde reparaban máquinas de coser. Esta familia sufre aún las consecuencias de las lluvias de 2010, donde colapsó gran parte de la casa y actualmente viven en ella, aunque gran parte está inhabitable.
Diosmar Durán, una de las hijas menores de la familia, ya alcanzó la mayoría de edad y actualmente tiene una niña. Para el momento de la tragedia, recuerda que los visitó una comisión de la alcaldía y la gobernación, reubicaron a dos familias más que vivían en la casa y prometieron volver por ellos. Después de 13 años no han logrado obtener los permisos para remodelar la fachada y mucho menos ayuda para salir del lugar.
“Perdimos el taller que estaba en el garaje, además de casi toda la casa. Hemos hecho mejoras con cemento a dos cuartos que habitamos las cinco personas que vivimos aquí actualmente. Durante este tiempo han venido a inspeccionar, a revisar y a prometer, pero de ahí no pasa. Nos prometieron una reubicación y no cumplieron”, dijo
Lamentó que su casa se vea como si estuviera sola, pues la fachada ha ido cayendo poco a poco, pero no cuentan con el dinero para remodelar con la técnica de adobe y tampoco han tenido apoyo gubernamental.
Incluso pidieron los permisos para intervenir la vivienda y no se los dieron. “Esto es protegido, no nos dejan hacer ninguna intervención, pero las esquinas se las venden a los árabes para que abran sus negocios. De qué sirve ser patrimonio si las casas se están cayendo y parece más bien una calle de un pueblo fantasma”, se preguntó.
El equipo de La Patilla intentó indagar sobre cuántas casas necesitan intervención, pero no se obtuvo la información de los entes gubernamentales. Solo se sabe que en los tres anillos hay casas en mal estado. A algunas les pusieron protección plástica en el techo desde las lluvias de 2022 y aún mantienen el mismo material, en espera de reparación por el gobierno.
La Casa de la Poesía se acabó
La Casa de la Poesía que integra el Centro Histórico de Coro, dejó de recibir recursos en 2013, y cinco años después la ONG IAM Venezuela publicó la denuncia de las condiciones deplorables en las que se encontraba la casona. “La sede de la Casa de la Poesía, en Coro, se encuentra en estado deplorable. Sucio y maloliente, quien desee entrar tendrá que llamar varias veces hasta que alguien salga al encuentro. Está abierta y sola. Sus paredes y pisos lucen mugrientos, tiene algunas celosías rotas y orines de gato. Pero nada de poesía. Esa partió hace rato”, reza el reportaje publicado en 2018. Una muestra que la poesía se apagó frente a los ojos indolentes de los gobernantes, porque cinco años después ya está cerrada y hasta su letrero le retiraron.
Archivo Histórico de Coro en riesgo de perderse
Otra preocupación para docentes e historiadores es el Archivo Histórico de Coro, ya que su sede también quedó en el olvido y poco a poco se fue desplomando, al punto que los archivos y la historia de Venezuela y el Caribe están guardados en un cuarto en el mismo lugar, esperando por las autoridades que acondicionen un espacio.
Múltiples han sido las denuncias que se acentuaron desde noviembre de 2022, cuando se exigía que buscarán un lugar para la memoria histórica de Coro y el Caribe o, de lo contrario, todo esto se perdería por las condiciones en las que está la sede, ubicada en la calle Comercio, y donde hay documentos que datan desde 1640 hasta 1965.
Luis Felipe Díaz, representante del Instituto de Patrimonio del estado Falcón, destacó que recibieron la visita de Jorge Berrueta, director del Archivo Histórico General de la Nación y director de la Biblioteca Nacional de Venezuela.
Se introdujo un proyecto para la rehabilitación del inmueble y a la par se instalaron mesas de trabajo para mudar el archivo a un espacio de la Universidad Francisco de Miranda y a la Universidad Alonso Gamero en aras de digitalizar algunos documentos, esto mientras se espera por un fondo de emergencia para hacer las mejoras al edificio Santa Ana y trasladar los documentos a este espacio.
Coro y su gente añora un municipio que sirva de ejemplo en la conservación de la cultura y la historia, que vuelva la poesía y sea un centro para la unión. Que no solo se quede en la esperanza de que Coro y La Vela salgan de la lista de patrimonio en riesgo, sino que esto sirva para fomentar un turismo que brinde beneficios a todos y no solo a unos pocos.
Con información de La Patilla