El uso frecuente de herramientas de calor como planchas y secadores, así como la exposición a coloraciones excesivas y factores como el aire seco o el proceso natural de envejecimiento pueden ocasionar daños en el cabello. Ante este problema, un corte de pelo es una opción, pero también existen alternativas menos drásticas para repararlo.
El primer paso para abordar el cabello dañado es identificarlo, lo cual es relativamente sencillo. Se observan signos como opacidad, puntas abiertas, sequedad, pérdida de brillo o propensión al encrespamiento. En caso de presentar alguno de estos síntomas, es momento de iniciar una rutina de cuidado capilar para revitalizar la melena desde la raíz.
La decoloración del cabello implica un proceso químico que elimina la pigmentación natural o artificial. Sin embargo, este procedimiento puede debilitar la cutícula del pelo y hacerlo más vulnerable, especialmente si no se realiza por profesionales o se usan productos de baja calidad. Es importante realizar una prueba de mechón antes de la decoloración para evaluar posibles daños. Además, se deben considerar los riesgos de pérdida de hidratación, debilitamiento y reacciones alérgicas.
Una vez identificado el cabello dañado, es crucial repararlo lo antes posible. Expertos en belleza ofrecen recomendaciones para lograrlo, como el uso de protectores térmicos, evitar el agua caliente al lavar el cabello, aplicar acondicionador en cada lavado para tratar y sellar la cutícula, mantener una dieta balanceada con alimentos que promuevan la salud capilar, y recortar las puntas cada dos o tres meses para evitar la propagación del daño.
Con información de El Mundo
