El telescopio espacial James Webb (JWST) sigue haciendo hallazgos inéditos. Ahora, gracias a sus observaciones, los astrónomos han descubierto emisiones de metano en una enana marrón fría, algo totalmente inesperado en este tipo de objetos.
El hallazgo, cuyos detalles se han publicado este miércoles en la revista Nature, sugieren que esta enana marrón podría generar auroras similares a las observadas en nuestro planeta, en Júpiter y en Saturno.
Las enanas marrones, también llamadas estrellas fallidas, se forman mediante un colapso gravitacional, pero nunca ganan suficiente masa para iniciar una fusión nuclear.
Estos cuerpos estelares están en todas partes en nuestro vecindario solar -hay miles en nuestra galaxia- y son más masivos que los planetas pero más ligeros que las estrellas.
Hace un año, un equipo de científicos del Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, dirigido por la investigadora Jackie Faherty, utilizó el JWST para estudiar doce enanas marrones, entre ellas, W1935, situada a 47 años luz de la Tierra.
W1935 tiene una temperatura superficial de unos 204° Celsius, y aunque su masa no se conoce bien, se cree que oscila entre 6 y 35 veces la de Júpiter.
Pero al observarla con el telescopio espacial, el equipo de Faherty vio que W1935 emitía metano, algo que nunca se había visto antes en una enana marrón.
«El gas metano es esperable en planetas gigantes y enanas marrones, pero normalmente lo vemos absorbiendo luz, no brillando», explica Faherty, autora principal del estudio.
Los modelos informáticos arrojaron otra sorpresa: es probable que la enana marrón presente una inversión de temperatura, un fenómeno en el que la atmósfera se calienta al aumentar la altitud.
Las inversiones de temperatura pueden darse fácilmente en planetas que orbitan estrellas, pero W1935 está aislada.
«Nos quedamos gratamente sorprendidos cuando el modelo predijo claramente una inversión de temperatura, pero teníamos que averiguar de dónde procedía ese calor adicional en la atmósfera superior», comenta Ben Burningham, coautor del estudio y profesor de la Universidad de Hertfordshire.
Para ello, el equipo se fijó en estudios previos de Júpiter y Saturno, que registran emisiones de metano e inversiones de temperatura.
La causa probable de esta característica en los gigantes del Sistema Solar son las auroras, por lo que el equipo de investigación supuso que habían descubierto ese mismo fenómeno en W1935.
Los científicos planetarios saben que una de las principales causas de las auroras en Júpiter y Saturno son las partículas de alta energía procedentes del Sol que interactúan con los campos magnéticos y las atmósferas de los planetas, calentando las capas superiores (lo mismo que hace posible las auroras boreales de la Tierra).
Pero al no haber una estrella anfitriona para W1935, el viento solar no puede contribuir a la explicación.
Los científicos creen que podría haber otra razón para las auroras en el Sistema Solar.
Tanto Júpiter como Saturno tienen lunas activas que ocasionalmente expulsan material al espacio, interactúan con los planetas y aumentan la huella auroral en esos mundos.
Io, la luna de Júpiter, es el mundo con mayor actividad volcánica del sistema solar, ya que arroja fuentes de lava de decenas de kilómetros de altura, y Enceleadus, la luna de Saturno, expulsa vapor de agua de sus géiseres que se congela y hierve simultáneamente al chocar con el espacio.
Aunque hacen falta más observaciones, los investigadores especulan que una explicación de la aurora en W1935 podría ser una luna activa aún por descubrir.
Lo cierto es que «cada vez que un astrónomo apunta el JWST hacia un objeto, existe la posibilidad de que se produzca un descubrimiento alucinante. Así es como avanza la ciencia», concluye Faherty.
Con información de EFE