Cada 17 de febrero se conmemora el Día Internacional del Juego Responsable, una jornada destinada a concientizar sobre los riesgos asociados a la adicción al juego o ludopatía. Esta fecha fue instaurada en 2008 por la Asociación Europea de Apuestas y Juegos de Azar (EGBA), con el respaldo de la Unesco, y busca advertir sobre los graves efectos que esta problemática tiene sobre los individuos y sus comunidades.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 1,2 % de la población adulta mundial sufre trastornos relacionados con el juego, una afección que no solo afecta directamente a quienes la padecen, sino también a sus familias y círculos cercanos, quienes a menudo deben enfrentar consecuencias como el deterioro de las relaciones personales, problemas financieros y aislamiento social.
Asimismo, el máximo ente sanitario internacional advierte que las personas con esta condición tienen un riesgo significativamente mayor de sufrir trastornos mentales graves. En tanto, en la Argentina, aproximadamente, 19 millones de personas juegan frecuentemente, y 7 de cada 100 pueden ser considerados adictos.
En tanto, según Manuel González Oscoy, académico de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en dicho país “se considera que tiene una prevalencia de aparición de entre uno y tres por ciento de la población”. “Estamos cerca de los 130 millones de habitantes y, si tomamos como referencia la prevalencia, entonces hay un rango como de 3,9 millones de ludópatas en el país”, resaltó en una nota publicada en Infobae.
¿Qué es la ludopatía? “Es una compulsión al juego irrefrenable que está contemplada en los manuales diagnósticos clasificatorios de la psiquiatría actual. La persona tiene el impulso de jugar a pesar de que es consciente de las consecuencias que esa conducta puede traerle en términos personales, familiares, vinculares, sociales y económicos”, explicó a Infobae el médico psiquiatra Federico Pavlovsky.
Por su parte, la Asociación Americana de Psicología (APA en inglés), en una investigación reciente, reveló que las personas de entre 20 y 30 años son el grupo de jugadores que crece más rápidamente. Y muchos jóvenes empiezan a jugar a una edad más temprana.
“Casi dos tercios de los adolescentes de entre 12 y 18 años afirmaron haber jugado durante el año anterior, según una encuesta canadiense de 2018 a más de 38.000 jóvenes financiada por el gobierno de Columbia Británica. Empezar a jugar a una edad temprana conlleva una carga alta de angustia psicológica y mayores probabilidades de desarrollar problemas”, afirmaron desde la APA.
A diferencia de otras adicciones, el doctor Pavlovsky señaló que “la ludopatía se mantiene en la intimidad y solo en las etapas finales se hace más evidente porque la persona puede sostener durante mucho tiempo una vida relativamente normal, hasta que las pérdidas ya son imposibles de disimular. Estas personas se mantienen desde el punto de vista social, en apariencia ‘normales’ aunque estén viviendo un calvario y estén tomadas por la adicción”.
Y añadió que la ludopatía en su “vertiente clásica”, como son las apuestas en el casino o de caballos sigue existiendo, pero se ha producido “un desplazamiento hacia las apuestas online en todo el mundo debido al auge tecnológico, la inteligencia artificial, la publicidad y las plataformas que potencian el problema”.
“Las apuestas son una adicción, que es un trastorno mental”, advirtió el especialista. “Es un proceso en el cual se ha desarrollado una dependencia. En términos cerebrales se activan las mismas áreas que con el sistema de recompensa, las mismas áreas que se activan con drogas psicoactivas y se desarrolla un trastorno mental cuya materia prima tiene que ver con el dinero, pero no desde el rédito económico potencial, sino también por la adrenalina que genera el juego e incluso la posibilidad de perder”, expresó el director de Dispositivo Pavlovsky.
“Este proceso se describe de forma detallada en la novela ‘El jugador’ de Fiódor Dostoievski, que pasaba noches enteras pegado a la ruleta, gobernado por pensamientos mágicos, rituales y un final siempre idéntico, la pérdida de todo”, comentó el psiquiatra.
Cuáles son los síntomas de la adicción al juego
Algunas señales de advertencia son:
- Pensar en jugar todo el tiempo.
- Aumentar la cantidad de dinero apostado: las apuestas comienzan siendo pequeñas y van incrementando a medida que crece la adicción.
- Volver a intentar recuperar dinero. El ludópata suele jugar nuevamente para recuperar lo perdido, lo que causa que se endeude todavía más.
- Sentirse inquieto o irritable al intentar parar o reducir el consumo.
- Sentir que no es posible controlarse.
- Deterioro de las relaciones sociales: las conductas del ludópata suelen alejarlo de sus seres queridos y de las personas que lo rodean debido a sus mentiras para conseguir más dinero.
- En casos extremos, el problema del juego puede causar quiebra, problemas legales, pérdida del trabajo o de la familia y pensamientos de suicidio.
Ante la suma de síntomas, es esencial que la persona haga una consulta con un terapeuta. Asimismo, se pueden buscar profesionales en salud mental especializados en adicciones, los cuales puede ofrecer apoyo para enfrentar las emociones que vaya atravesando en el proceso de tener una mejor calidad de vida.
Claves para jugar de forma responsable
El juego compulsivo no es común en todas las personas que participan en actividades de azar, pero algunos factores aumentan la probabilidad de desarrollar un trastorno. Desde Mayo Clinic advierten sobre varios elementos de riesgo, como trastornos de salud mental (por ejemplo, abuso de sustancias, ansiedad o depresión), factores familiares, la edad o ciertos rasgos de personalidad, como la impulsividad.
Al tiempo que la OMS subraya que aquellos que tienen antecedentes de juego problemático o enfrentan momentos de estrés pueden estar más expuestos. Estos factores, en conjunto, elevan la probabilidad de que una persona desarrolle un comportamiento adictivo hacia los juegos de azar. Para reducir estos riesgos, el máximo ente sanitario internacional recomienda implementar estrategias de autocontrol, como el establecimiento de límites claros de tiempo y dinero, así como el uso de sistemas de autoexclusión.
Estas medidas ayudan a las personas a mantener el control sobre su participación en estas actividades, previniendo que se conviertan en una adicción que afecte su bienestar general.
En los niños y adolescentes, la detección, prevención y tratamiento de la compulsión al juego requieren la intervención tanto de los padres como de los educadores, quienes tienen un rol clave en este proceso. En ese sentido, González Oscoy resaltó la importancia de consultar a especialistas en salud mental y recurrir a los grupos de apoyo, en los cuales “se busca alcanzar una fraternidad que permita tanto a hombres como mujeres compartir sus experiencias y fortalecerse, ayudarse y ayudar a otros a evitar que caigan o a recuperarse”.
Por otro lado, el doctor Enrique De Rosa Alabaster, médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista, sostuvo en una nota en Infobae la importancia de que los padres establezcan límites en el uso de dispositivos electrónicos, especialmente en los adolescentes, y supervisen el contenido al que acceden. “Esto se suele plantear como una imposibilidad, sin embargo, será esencial para otro tipo de límites a edades y problemas mayores”, señaló. Además, recomendó fomentar actividades como deportes, hobbies o encuentros sociales que ofrezcan satisfacción y alejen a los niños del entorno virtual.
Según la Guía de Prevención y Tratamiento del Juego Compulsivo del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría bonaerense, el juego responsable consiste en la elección racional y sensata de las opciones de juego que implica una decisión informada y educada por parte de los consumidores con el único objetivo del entretenimiento, en el cual el valor de las apuestas no supera nunca lo que cada persona se puede permitir y que el juego no debe interferir en obligaciones sociales, vocacionales o familiares.
En tanto, si en alguna ocasión existe el deseo de recuperar las pérdidas, este es de baja intensidad. Es breve en el tiempo y no genera preocupación, ni deteriora ninguna área de la vida de la persona.
En los juegos de azar, destreza y apuestas mutuas, el jugador responsable juega para divertirse y entretenerse, no para ganar dinero. Sabe que puede ganar o perder y toma acciones tendientes a jugar de forma protegida, segura y divertida.
Aquí, una lista de recomendaciones para un juego responsable:
- Pensar en el juego como entretenimiento, no como una manera de ganar dinero.
- Jugar habitualmente acompañado de amigos o familiares.
- Antes de empezar, establecer un límite de dinero. No pedir dinero prestado.
- Asegurarse de establecer un período de tiempo limitado.
- No caer en la trampa de intentar recuperar las pérdidas.
- Evitar jugar en tiempos de crisis emocionales, ya que disminuyen el autocontrol.
- Equilibrar el juego con otras actividades de ocio o entretenimiento.
- Dejar las tarjetas bancarias en casa para no romper los límites.
- Tomar descansos frecuentes para evaluar y tomar perspectiva.
- No beber ni consumir drogas durante el juego, ya que pueden generar problemas para tomar decisiones sensatas.
Con información de Infobae