Varios edificios declarados como patrimoniales por el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) en su catálogo de 2006 son actualmente una mera sombra de lo que fueron en sus orígenes. En esta situación se encuentran Parque Central, el Nuevo Circo de Caracas y la Quinta Las Mercedes. Este proceso de deterioro y la desidia estatal que lo permite contraviene las leyes sobre el cuidado y la preservación de los edificios patrimoniales.
Desde 1993, Venezuela cuenta con una Ley de Protección y Defensa del Patrimonio Cultural, la cual especifica que son considerados como bienes de interés patrimonial aquellos lugares “naturales o construidos por el hombre” que constituyan elementos fundamentales de la identidad nacional. El mismo instrumento legal crea el IPC y le encomienda la labor de salvaguardar el patrimonio cultural.
Por lo tanto, un edificio declarado patrimonio es un símbolo del país. Como indica la docente de ciencias sociales de la Universidad de Barcelona, Margarita Lleida, estos lugares son la memoria construida del pasado. O como señala la creadora de contenido sobre arquitectura e historia, Mara Marrero, “gracias a los edificios puedes viajar en el tiempo: puedes estar en 1900, moverte a otra parte y estar en 1700 o en el siglo XXI”.
La quinta Las Mercedes
En la parroquia El Paraíso de Caracas, en donde actualmente se encuentra la urbanización La Quebradita del sector San Martín, se localiza la Quinta Las Mercedes, antigua residencia familiar del presidente Eleazar López Contreras.
Después de 1945, cuando López Contreras parte al exilio al producirse el golpe de Estado contra Isaías Medina Angarita, la Quinta Las Mercedes fue usada como sede de instituciones educativas hasta 1985. En los años posteriores arrancaría un proceso de abandono y degradación que terminó por deteriorar gravemente la estructura, argumenta Luis Eduardo Rangel González, comunicador social con mención en Desarrollo Cultural y vecino de La Quebradita.
“Entonces (1985) el inmueble pasó a manos de la Procuraduría General de la República, hasta el 21 de marzo de 1997, porque se la traspasan al Inavi (Instituto Nacional de Vivienda). En esos años la casa fue vandalizada, saqueada y llegó a convertirse en un problema de seguridad ciudadana”, relata González, en una entrevista telefónica.
El devenir de esta edificación no ha mejorado en los últimos años, aunque el IPC la incluyó en su catálogo del 2006. En el mismo documento se reconoce el estado de mengua de la infraestructura, pero se delega en el propietario del inmueble la responsabilidad de reacondicionar y mantener el sitio. Ya aquí se perfila uno de sus problemas.
Según contó González, la casa era propiedad del Inavi desde 1997. No obstante, dicha institución fue liquidada en 2015 y ahora es el Instituto Nacional de Tierras Urbanas (INTU) el ente encargado del inmueble. En ese proceso de constantes traspasos e inestabilidad jurídica, la quinta fue nuevamente invadida y así permanece hasta la actualidad.
Los institutos competentes han ignorado, reiteradamente, las demandas de los vecinos de la comunidad para intervenir en la situación, denuncia González. Él señala que han acudido ante el INTU, el IPC y ante el cuerpo municipal encargado de esta materia, Fundapatrimonio, sin tener respuesta concreta. “La casa sigue invadida, porque ninguna institución actúa conforme con sus competencias”, concluye.
Parque Central
El complejo urbanístico de Parque Central es, sin dudas, un ícono de la arquitectura venezolana, ubicado en pleno centro geográfico de Caracas. Como recoge el portal especializado en arquitectura “Caracas del Valle al Mar” en uno de sus artículos, el proyecto se comenzó en 1969, cuando fue presentado al Centro Simón Bolívar, la empresa estatal encargada de su realización y mantenimiento.
Cuando finalizó su construcción, en 1979, era uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes de América Latina, indica el mismo artículo. Está conformado originalmente por 2 torres de oficinas de 60 pisos, más 8 edificios residenciales de más de 40 pisos. En total, serían más de 317 apartamentos. Además, se hicieron sitios comerciales, culturales y de entretenimiento aledaños.
No obstante, el deterioro del complejo arquitectónico se ha acelerado en los últimos años. Para Liduzka Derett, comunicadora social y residente de Parque Central, desde 2004 el proceso de desgaste y abandono de las estructuras de Parque Central se ha incrementado. Ese año se produjo el incendio de la torre de oficinas Este y su recuperación todavía sigue inconclusa.
“Adicional a esto, en el año 2009, se liquida el Centro Simón Bolívar: el ente encargado del cuidado patrimonial de esta zona”, agrega Derett. Ella relata que la responsabilidad de restaurar y mantener los espacios de Parque Central pasó a un organismo municipal llamado Corpocapital, cuyos funcionarios no han mostrado la misma eficacia.
La falta de mantenimiento, especialmente en techos y en las juntas de dilatación que permiten la expansión y contracción del concreto de los edificios, ha ocasionado problemas de filtración de agua de lluvia y acumulación de humedad. “Por todo esto, los apartamentos de Parque Central son insalubres actualmente. Estamos viviendo con humedad y se pierden los mobiliarios cada vez que se inundan los apartamentos”, denuncia Derett.
Para el arquitecto y restaurador urbano, Enrique Larrañaga, Parque Central es un conjunto arquitectónico especialmente complejo de mantener y preservar por su multitud de actividades comerciales, residenciales y de entretenimiento. No obstante, él agrega que es esa complejidad de usos lo que constituye el principal valor conceptual de la obra.
“Pocos diseños arquitectónicos en el mundo tienen una cantidad y variedad de actividades tan grande en un espacio relativamente restringido”, comentaba Larrañaga en una entrevista telefónica.
Tanto Larrañaga como Derett coinciden en señalar que el menoscabo de Parque Central no desdice de la grandiosidad de la obra, sino que habla de la falta de políticas de mantenimiento adecuadas. “Nosotros teníamos, prácticamente, apartamentos de lujo y todos esos servicios los fuimos perdiendo”, finaliza Derett.
Nuevo Circo
El Nuevo Circo de Caracas, en la zona oeste de la ciudad, era antiguamente el espacio para los eventos masivos. La profesora e historiadora de la arquitectura Marianne Arape refiere que fue la primera plaza de toros del país, inaugurada en 1919, y diseñada por el arquitecto Alejandro Chataing. Por ende, fue incluido en el catálogo del IPC de 2006.
“En más de 100 años, el espacio se va transformando en un lugar para realizar diversas actividades: cine, danza, artes circenses y conciertos”, agrega Arape.
En el mismo sentido se manifiesta Larrañaga. “En Nuevo Circo se hicieron actividades de mucha importancia, como el festival del Folklore que organizó Juan Liscano en 1948”, explica.
Sin embargo, en los últimos años se ha reportado que sus espacios se usan para albergar colectivos culturales y otras actividades que no preservan la estructura. Como indica la oenegé I am Venezuela, en un artículo de 2018, estos grupos intervienen la edificación sin control del IPC y han llegado al punto de arrendar sus espacios para estacionar camiones.
Para Larrañaga, este proceso de degradación solo puede detenerse si el Nuevo Circo se amplía para volver a albergar espectáculos masivos que lo hagan rentable. Dicha modificación debería mantener los valores arquitectónicos esenciales. “Si el aforo del Nuevo Circo no se amplía, la edificación pasa a ser usada por actividades que no la merece porque no pueden pagar un alquiler significativo”, concluye.
Sobre la rentabilidad de mantener los edificios patrimoniales también se expresa Marrero. “El Estado tiene, por ley, la principal responsabilidad en la preservación de los edificios patrimoniales, pero yo creo que también resulta fundamental la participación de la gente para hacerlos rentables”, indica.
Larrañaga apunta que el reto de conservar los edificios, pasando por su rentabilidad, es algo que no puede ser postergado por las implicaciones que estos lugares tienen para la identidad nacional. “Una declaración de patrimonio es una movida profundamente histórica, y la historia tiene que ver con lo que pasó y cómo eso ayuda a explicar lo que está pasando y te ayuda a proyectar lo que debe y puede pasar”, concluye.
Para la realización de este trabajo se intentó conocer la opinión del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) y Fundapatrimonio; sin embargo, ninguna de las dos instituciones respondió.