La evidencia científica ha reflejado que el efecto protector del embarazo en la mujer con esclerosis múltiple está originado por los cambios hormonales de esta etapa.
“Se debe al aumento de los estrógenos, de la progesterona y también de la prolactina, que tienen un efecto antiinflamatorio. El embarazo influye en el control de la actividad inflamatoria de la enfermedad, lo que reduce el número de brotes”, explica a EFEsalud la neuróloga Ana Belén Caminero, coordinadora del Grupo de Estudio de Esclerosis Múltiple de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
La esclerosis múltiple afecta a tres mujeres por cada hombre y aparece con más frecuencia entre los 20 y 40 años, en la edad fértil. En España, según datos de la SEN, cada año se diagnostican unos 2.500 casos.
Esta enfermedad se produce “como resultado del ataque del sistema inmunitario al sistema nervioso central, pero las causas últimas detrás de la enfermedad aún no están claras”, explica la doctora.
“Se cree -apunta- que se origina en personas genéticamente predispuestas ante la exposición a ciertos factores ambientales como infecciones (sobre todo el virus de Epstein-Barr), niveles bajos de vitamina D en suero, tabaquismo, obesidad (sobre todo durante la adolescencia) … y probablemente a ciertos factores hormonales que hacen que las mujeres tengan el doble de riesgo de desarrollar esta enfermedad”.
Los tratamientos modificadores de la enfermedad
Actualmente la forma más frecuente de esclerosis múltiple, la recurrente-remitente, que cursa con brotes, se aborda con fármacos modificadores de la evolución natural de una enfermedad degenerativa que todavía no tiene cura.
El estudio Pregnancy In Multiple Sclerosis (PRIMS), el primero que analizó la influencia a corto plazo del embarazo sobre la esclerosis múltiple, publicó en 1998 que las pacientes, antes de los tratamientos modificadores, tenían una media de 0,7 brotes (menos de uno al año) y cuando se quedaban embarazadas se reducía a 0,2, especialmente en el tercer trimestre.
“Había una disminución muy marcada de la frecuencia o probabilidad de brotes durante el embarazo”, señala la neuróloga quien explica que esta situación cambiaba en el postparto: “Los brotes superaban los niveles previos al embarazo, al pasar de 0,7 a 1,2”.
La llegada a mediados de los años 90 de los fármacos modificadores, que reducen los brotes que pueden causar secuelas neurológicas, ha retrasado de forma significativa las manifestaciones de la enfermedad proporcionando calidad de vida: “ Los tratamientos han conseguido, sobre todo los de muy alta eficacia, casi hacer desaparecer los brotes o dejarlos de una forma marginal”.
Con esclerosis múltiple es necesario planificar el embarazo
Ya que la mayoría de las mujeres son diagnosticadas de esclerosis múltiple en edad fértil, es necesario tener siempre en el horizonte la posibilidad de un embarazo y así determinar el tipo de tratamiento adecuado para que el embarazo discurra con normalidad y la enfermedad esté controlada.
Por eso, a la hora de decidir un tratamiento se deben analizar todos los escenarios, desde el deseo de ser madre a corto o a largo plazo, hasta prever embarazos no buscados, teniendo siempre en cuenta una posible gestación, pero también el parto y la lactancia.
“Sabemos que hay tratamientos que no están contraindicados en el embarazo porque ya hay una evidencia acumulada de muchos años en la que se ha visto que esos tratamientos no afectan al desarrollo fetal y hay otros, en cambio, que sí están contraindicados” y deben retirarse temporalmente, precisa la también jefa del Servicio de Neurología del Complejo Hospitalario de Ávila.
Aunque actualmente es poco probable, en el caso de que una mujer sufriera un brote durante la gestación, los efectos podrían ser más leves por esa protección que brinda el embarazo de forma natural.
También hay tratamientos que pueden condicionar la lactancia materna siendo necesario que se sustituya por lactancia artificial, mientras que otras terapias no afectan a ese proceso.
Dado que las terapias pueden tener diferentes mecanismos de acción, “insistimos en la necesidad de planificar los tratamientos teniendo en cuenta futuros embarazos”, subraya la coordinadora de la SEN.
También está constatado que una mujer con esclerosis múltiple no tiene más riesgos asociados al embarazo, como abortos o malformaciones, que otra sin esta enfermedad que tampoco afecta a la fertilidad.
“Ahora ya sabemos claramente que el embarazo no tiene ningún efecto negativo sobre la esclerosis múltiple, ni la enfermedad sobre el embarazo”, concluye la doctora Ana Belén Caminero.
Con información de EFEsalud