El sistema solar consiste en todo lo que orbita directamente alrededor de su estrella central, del Sol. Porque aunque el astro rey acumule la grandísima mayoría de la masa del sistema solar, sin ese pequeño porcentaje que suponen los planetas, sus lunas, asteroides, cometas y demás objetos esta región del espacio perdería gran parte de su interés.
Si dividiéramos toda la masa del sistema solar en quinientas cajas iguales, conteniendo cada una de ellas la misma cantidad de masa, cuatrocientas noventa y nueve de esas cajas estarían llenas de “sol” y la que falta contendría todo lo demás. Dentro de dicha caja, los objetos más masivos (aunque no necesariamente la mayoría de la masa) serían los planetas. Júpiter, que acumula más masa que el resto de planetas juntos, dominaría. El resto de planetas serían también pedazos destacables de esa caja imaginaria.
Estos ocho mundos pertenecen a una categoría distinta a los millones y billones de objetos restantes que orbitan alrededor del Sol. La última redefinición de qué significa ser un planeta ocurrió en 2006 y fue el motivo de que Plutón dejara de ser considerado un planeta. A día de hoy, un objeto del sistema solar debe cumplir tres requisitos fundamentales para recibir el título de planeta. En primer lugar debe orbitar directamente al Sol, por lo que cualquier satélite, por muy grande que sea, no podrá considerarse planeta.
En segundo lugar, debe tener suficiente masa como para que el material que lo compone haya alcanzado un equilibrio hidrostático. Esto significa, sencillamente, que el cuerpo debe ser aproximadamente esférico. La masa necesaria para que un objeto adquiera esta forma dependerá de su composición, e incluso de su temperatura.
El último criterio es el más subjetivo y el que ha causado mayor controversia. Consiste en que un planeta será un cuerpo que haya limpiado su órbita de cualquier otro material. Dicho de otra forma, un planeta deberá ser la contribución principal e indiscutible a la masa de todos los objetos con los que comparte órbita.
Fue precisamente este último punto el que sacó a Plutón de la lista de planetas. Si bien es cierto que Júpiter comparte su órbita con millones de objetos, los conocidos como troyanos, estos no suponen ni una milésima de porcentaje de la masa total contenida en la órbita de Júpiter. Plutón, sin embargo, supone tan solo alrededor del 7 % de la masa de todos los objetos con los que comparte órbita.
Los troyanos de Júpiter están ahí, precisamente, como respuesta a la presencia de Júpiter. Los objetos de la órbita de Plutón están ahí porque ningún objeto más grande se lo ha impedido.
Esta redefinición del concepto de planeta hizo que en 2006 pasáramos de 9 a 8 planetas en nuestro sistema solar. Pero esta no era la primera vez que cambiaba el número de planetas conocidos orbitando alrededor del Sol. Porque de la misma forma que hace casi dos décadas cambiamos de criterio para definir qué era un planeta, también habíamos cambiado de criterio en el pasado.
Con información de Muy Interesante