Terminar una carrera universitaria se torna cada vez más difícil. Los estudiantes tienen la obligación de trabajar para costear gastos en sus hogares, alimentación y movilización diaria.
“Completar una carrera en estos tiempos, en el tiempo establecido, es casi imposible. Yo quisiera agarrar horas para estudiar, pero no puedo porque ¿cómo comes si no trabajas? ¿Cómo estudias si no trabajas?”, dijo Mariana*, estudiante de Psicología de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
Para Carlos también se ha hecho cuesta arriba terminar su carrera. Muchos de sus compañeros tuvieron que abandonar la universidad por falta de dinero.
“Se ha vuelto cuesta arriba terminar la carrera por situaciones económicas y se ven obligados (sus compañeros) a dedicarse a largas jornadas de trabajo que no les permiten continuar. A mí me encantaría que todos tuvieran tiempo de estudiar, pero hoy en día eso no se puede. Dudo que eso cambie a corto plazo”.
La Encuesta Nacional del Observatorio de Universidades (Enobu 2023) determinó que 56 % de los estudiantes universitarios realiza alguna actividad para obtener ingresos.
Mariana afirmó que parte de los gastos que tiene, corresponden a pasajes.
El Observatorio de Universidades recopiló datos de la educación superior en el país y dicho estudio mostró que 76 % de los estudiantes se movilizan en transporte público y solo 14 % hace uso de transporte de su universidad.
Estudiantes no pueden ahorrar
Carlos pudo dedicarse de lleno a su último año de carrera porque ahorró con su trabajo en los semestres anteriores. Sin embargo, no todos sus compañeros lograron hacerlo.
Por eso, recomendó a los profesores ser un poco “considerados” con sus alumnos y pensar en la carga que estos tienen. También piensa que se puede crear un vínculo mayor entre alumnos y educadores, para conocer sus realidades.
“En ocasiones vemos que un profesor llega con mala cara y no sabemos la razón. A lo mejor tiene problemas económicos, muchos empleos y cansancio. Entonces, sería distinto si todos empatizamos más con los demás. Es una manera de ayudar”, agregó otra alumna, durante el conversatorio El Papelón que Jugamos en la educación venezolana, realizado en la UCV.
Acompañados con el sabor de un papelón con limón, los docentes, estudiantes y personas de otras carreras se reunieron en la sala de lectura de la Escuela de Historia.
Un limón pasó de mano en mano de quienes pidieron el derecho de palabra para tratar distintos problemas que afectan al sistema educativo del país y las consecuencias futuras de dicha situación.
El Papelón que Jugamos
Distintas organizaciones sociales que integran los estudiantes decidieron abrir un espacio de debate en vista de la necesidad de conversar sobre problemáticas que aquejan a los venezolanos, como la educación. De allí surgió la idea del conversatorio El Papelón que Jugamos.
Sole*, integrante del grupo feminista Las Comadres Púrpuras, aseveró que uno de los propósitos era hacer ver que la crisis del país no es una situación individual, sino colectiva.
“El papelón nos lo tomamos y está rico, pero también se habla del papel que jugamos en la vida diaria, que puede ser bueno o malo. Por eso hicimos el juego de palabras que se junta con la situación que vivimos los venezolanos en el país”, explicó.
A petición del público se solicitaron futuros encuentros en los que la universidad “retome su papel” como espacio de debate para proponer soluciones.
“Matar tigres”
Además de hablar sobre las desmejoras salariales, los asistentes destacaron que en la actualidad, el salario ha perdido su objetivo, que es el de garantizar la estabilidad de los trabajadores, alejándose así de lo expuesto en el artículo 91 de la Constitución, que dicta que todos los trabajadores tienen derecho a un salario suficiente que les permita vivir con dignidad y cubrir para sí mismos y su familia, las necesidades básicas materiales, sociales e intelectuales.
Mencionaron el pluriempleo, o lo que se conoce popularmente como “matar tigres”, con lo que las personas tienen varios trabajos para poder cubrir sus gastos y tener la estabilidad que un solo empleo no brinda.
“No se trabaja ocho horas diarias, ni cinco días a la semana. Se trabaja mucho más. Eso es tener empleo precario porque se trabaja mucho más para sobrevivir”, sostuvo una docente.
Con información de Crónica Uno