En el 2007, Amir Babovic, un bosnio, experimentaba una profunda sensación de soledad, cuestionándose si realmente era querido por alguien.
Con el propósito de poner a prueba la lealtad de sus seres queridos, tomó una decisión radical: fingir su propia muerte.
Para llevar a cabo este engaño, Babovic invirtió gran parte de su dinero en la falsificación de un certificado de defunción y en los preparativos de su propio funeral.
Su objetivo era simple: descubrir quiénes de su círculo cercano acudirían a su velorio para despedirse de él.
Sin embargo, el resultado fue desolador. En el día de su supuesto funeral, solo una persona se presentó: su madre. Esta desgarradora realidad dejó a Babovic perplejo y desilusionado.
En un acto de desahogo, decidió escribir cartas a cada uno de los 45 amigos que no asistieron, revelándoles su engaño y expresando su decepción ante su falta de apoyo.
En las cartas, Babovic confesó su sorpresa al ver tan poca asistencia y su desconfianza hacia aquellos que no demostraron su afecto en su momento de supuesta muerte. Concluyó con un amargo pero revelador mensaje: “Parece cuento, pero es la tru”.
Este insólito episodio, aunque roza la ficción, nos deja una reflexión sobre la importancia de la lealtad y el apoyo genuino en las relaciones humanas.
La historia de Babovic, más que una anécdota curiosa, es un recordatorio de la fragilidad de las relaciones y la necesidad de cultivar la empatía y el afecto verdadero en nuestras vidas.
Con información de Sabelo