Roeland Decorte creció en una residencia de adultos mayores en Bélgica, donde aprendió a detectar los primeros signos sutiles de deterioro mental en pequeños cambios en la forma de andar o hablar de los internos.
El belga más joven en asistir a la prestigiosa Universidad de Cambridge, pasó los siete años especializándose en el desciframiento de códigos antiguos, y una cómoda carrera en el mundo académico le atraía. Así que en 2019, sin formación médica pero armado con la confianza que solo aporta una educación de Oxbridge, Decorte, que entonces tenía 27 años, fundó una compañía y centró su atención en descifrar un código antiguo diferente: el ritmo secreto del corazón.
Algoritmos para escuchar las afecciones en el cuerpo
La inteligencia artificial (IA) está en auge en la asistencia médica, y lo único que la frena es la falta de datos. Mientras tanto, los doctores, presionados por el tiempo, únicamente recopilan información de forma esporádica.
Los dispositivos portátiles, como los smartwatches, miden el pulso, pero son malos para diagnósticos más específicos (en parte porque la muñeca está prácticamente alejada de los órganos verdaderamente vitales).
Decorte quería desarrollar una tecnología que monitorizara el cuerpo de forma continua y precisa, para que personas como su padre recibieran con mayor rapidez el tratamiento que necesitaban.
Al principio, intentó incorporar sensores a la ropa para que la gente hiciera un seguimiento de sus signos vitales sin necesidad de acudir al médico.
Luego diseñó un elaborado exoesqueleto repleto de sensores para medir todo tipo de dolencias.
Pero el problema con el que se encontraba continuamente era el ruido: A menos que construyera un artilugio que presionara cada sensor contra la piel, había demasiadas interferencias aleatorias procedentes de las personas que se movían por el mundo como para obtener una buena noción de lo que ocurría realmente en el organismo.
Con el tiempo, cuenta Decorte, acabó sustituyendo todos los sensores del exoesqueleto que había diseñado por un sensor de audio. Finalmente, se dio cuenta de que el único hardware que necesitaba era un micrófono.
En la actualidad, su empresa, Decorte Future Industries, está a la vanguardia de una revolución de la asistencia médica basada en el audio. Algoritmos sofisticados eliminan el ruido de fondo y se centran en interpretar las débiles señales del cuerpo.
Con información de Wired