Guardacostas tunecinos interceptaron este fin de semana un total de 1.806 migrantes, 18 de ellos nacionales y el resto de países del África subsahariana, mientras recuperaron los cuerpos de otras dos personas ahogadas, informó este lunes la Guardia Nacional.
En los últimos meses las autoridades han intensificado los desalojos y expulsiones de la población subsahariana, cientos de ellos enviados a zonas desérticas frontera con Argelia y Libia. En paralelo, se ha detenido a varios responsables de ONG que trabajan con migrantes y sus oficinas han sido registradas tras acusarles de «asociación de malhechores» con el fin de facilitar la entrada de manera ilegal de personas en el territorio.
La sociedad civil denuncia el «racismo institucional» después de que el presidente Kais Said- que se arrogó plenos poderes en 2021 para «preservar la paz social»- acusase a las «hordas» de subsaharianos de formar parte de un complot para cambiar la identidad «arabo-musulmana» del país.
Desde entonces miles de ellos solicitaron el retorno «voluntario» a sus países y otros miles han optado por las salidas por mar ya que se ha convertido en un lugar «no seguro» para los migrantes, alertan las asociaciones, además de las campañas de detenciones arbitrarias, acoso y agresiones a personas negras, incluidos refugiados, demandantes de asilo y residentes legales.
Said ha advertido que su país no ejercerá como «guardián» del Mediterráneo tras la firma en julio pasado de un memorando de entendimiento con la Unión Europea para reforzar el control de sus fronteras a cambio de un importante apoyo financiero y cuya transparencia ha sido cuestionada por el Parlamento Europeo.
Con información de EFE