Abrirse definitivamente al mundo y convertirse en una potencia futbolística. Ese es el plan que ha trazado Arabia Saudí para 2034, cuando el país del Golfo Pérsico acogerá la Copa del Mundo de la FIFA, que solo contaba con su candidatura para organizar uno de los eventos deportivos más importantes del planeta.
Recibir la visita de los 48 países participantes en el torneo es una planificada hoja de ruta «para impulsar la economía saudí, más allá del petróleo, a través de una apuesta por el deporte y el turismo», señalan fuentes de la Federación de Fútbol de Arabia Saudí.
Una idea, la de la transformación económica y social del país, plasmada en el Plan Visión 2030, impulsado por el Príncipe Heredero Muhammad bin Salman y que cuenta, además, con los fondos ilimitados que dan los petrodólares y un potente eslogan: «Hacer en ocho años más reformas que en los últimos ochenta a través del deporte».
La hoja de ruta del plan estima que Arabia Saudí pasará, durante este período, de 32 a 97 federaciones deportivas y de un 13 a un 48% de la población practicando ejercicio más de media hora a la semana.
Eventos como el Rally Dakar, el circuito LIV Golf surgido recientemente como competencia al PGA, la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, las Supercopas de España e Italia y la reciente contratación de Rafa Nadal como embajador del tenis en el país ya están sirviendo al Estado saudí para alcanzar una mayor proyección internacional, especialmente en Occidente.
De hecho, el país árabe ha organizado, en los últimos cinco años, un centenar de eventos internacionales, la mayoría de ellos deportivos, que han atraído a 2,6 millones de visitantes.
«La realidad es que el feedback que tenemos es muy bueno. Muchas de las personas que nos han visitado han regresado, porque se han sentido cómodas y a gusto con nuestra cultura. Y nosotros estamos orgullosos de ella», apunta el representante del gobierno saudí cuando se le pregunta si, durante el Mundial de 2034, flexibilizarán algunas de las costumbres que discriminan a la mujer o se podrán consumir bebidas alcohólicas, algo que está prohibido en el país.
El dirigente federativo prefiere tirar balones fuera cuando, en el encuentro con periodistas, se aborda este tipo de cuestiones delicadas, pero insiste en que Arabia está «en plena transformación y evolución» y que la disputa de la Copa del Mundo va a «acelerar» esos cambios tan necesarios en un país con importantes carencias en derechos humanos e igualdad de género.
Esto último, como casi todo en Arabia Saudí, se está intentando mejorar a través del fútbol. Y es que si en 2019 se creó la selección femenina absoluta, en 2023 el país ya cuenta con una selección sub-20, otra sub-17 y otra selección femenina de fútbol sala.
Y, según los datos ofrecidos por su gobierno, en los dos últimos años, se han incrementado en un 53% los clubes femeninos (de 16 han pasado a 34), se ha triplicado el número de jugadoras registradas (de 374 a más de 1.100), se aumentado significativamente la dotación a los clubes para desarrollar el fútbol femenino (de 9.300 dólares a 13 millones de dólares) y se ha conseguido que 70.000 mujeres participen en las ligas escolares, cuando antes de ese período ninguna practicaba el fútbol en las escuelas.
De hecho, entre 2021 y 2023 el país asiático ha dado un importante salto cualitativo y, sobre todo cuantitativo en lo que al deporte rey se refiere. Pasando de tener 9 equipos nacionales a 17; de organizar 19 competiciones a 25 y de contar con 2.300 entrenadores a 6.200. Y, conscientes de que el crecimiento importante debe producirse en la base, se han triplicado los centros de entrenamientos para jóvenes (de 6 a 18).
Pero la punta del iceberg es la Pro League saudí, que ha captado, a golpe de talonario, el interés de estrellas como Cristiano Ronaldo, Neymar da Silva o Karim Benzema. Desde 2018, la competición ha incrementado en un 180% la asistencia en los estadios y cuenta ya con un seguimiento mediático en 160 países.
«Todo esto es un buen punto de partida, pero para organizar la Copa del Mundo necesitamos subir el nivel», opinó el representante de la federación saudí, consciente de que el gobierno tendrá que hacer «una inversión muy fuerte» en cuanto a estadios e infraestructuras que dijo no poder precisar hasta que no reciban oficialmente de la FIFA todo el pliego de condiciones que deberán cumplir para organizar el torneo.
Eso sí, el directivo tiene claro que el Mundial 2034 será un éxito organizativo, «gracias a que somos un país ambicioso, en plena transformación y que cuenta con una sociedad vibrante contagiada por la energía de la gente joven”, pues 2/3 de su población es menor de 30 años.
Un evento que es la coartada perfecta «para desarrollar el fútbol en Arabia Saudí» y al que le precederá la Copa de Asia 2027, cuya organización en este país de la península arábiga servirá de ensayo general.
Por eso, de aquí a 2034, el gobierno se ha marcado como objetivo pasar de los 2.300 campos públicos que tiene en la actualidad a 17.000, algo que parece desorbitado pero no lo es tanto si se tiene en cuenta que el país del Golfo Pérsico es, con 2.149.690 Km2 el de mayor extensión de Oriente Próximo y el duodécimo del mundo.
Como consecuencia de todo ello, su federación espera también aumentar el nivel de sus selecciones nacionales absolutas. La masculina, actualmente en el puesto 56 del ranking FIFA, aspira a situarse entre las 20 mejores tras la disputa del Mundial, y la femenina, que ahora ocupa la posición 175, colocarse entre las 65 primeras durante el mismo período.
Vía: EFE