La grasa marrón con capacidad de producir calor es exclusiva de los mamíferos modernos

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Foto: Archivo

La grasa marrón permite a los mamíferos producir calor y puede proteger contra algunas complicaciones metabólicas. Un estudio para saber más de su origen señala que evolucionó exclusivamente en los mamíferos placentarios modernos.

Un equipo liderado por la Universidad de Estocolmo publica un estudio en Science sobre la grasa marrón en mamíferos placentarios y en marsupiales, parientes lejanos que se separaron hace entre 120-180 millones de años, para establecer cuándo surgió ese mecanismo.

La grasa marrón permite a los mamíferos placentarios recién nacidos, incluidos los bebés humanos, sobrevivir al estrés por frío tras abandonar el útero y les ayuda a mantener la temperatura corporal, ya que el músculo inmaduro no puede temblar lo suficiente.

Más adelante, puede proteger contra complicaciones metabólicas mediante la combustión del exceso de grasa y azúcares. Entender cómo funciona la grasa parda es fundamental para desarrollar intervenciones terapéuticas contra los trastornos metabólicos.

La función de consumo energético de la grasa marrón es “uno de los principales focos de la investigación médica debido a su potencial para mejorar la obesidad, la diabetes y las enfermedades cardiometabólicas”, destacó Susanne Keipert, de la Universidad de Estocolmo y una de las firmante del texto.

Esa grasa es un órgano calentador que produce calor a través de una proteína llamada proteína desacoplante 1 (UCP1), la cual transforma las mitocondrias (las centrales energéticas de las células) en pequeñas unidades de calentamiento que convierten directamente la grasa y el azúcar en calor.

El estudio demostró que los marsupiales poseen una forma de grasa marrón que no ha evolucionado del todo para tener propiedades termogénicas (capaz de generar calor en el organismo); es decir, que la proteína UCP1 se activó tras la divergencia de los mamíferos placentarios y marsupiales.

Estos hallazgos suponen “una importante contribución a la comprensión del origen y la regulación de la grasa marrón”, dijo Keipert.

Para investigar los orígenes evolutivos de esa grasa, el equipo empleó un enfoque genómico comparativo combinado con reconstrucciones de proteínas antiguas.

El equipo usó herramientas bioinformáticas sobre la información de la secuencia UCP1 de muchos animales y reconstruyeron la antigua tal y como pudo existir hace unos 110 millones de años.

Esa antigua proteína podía producir calor, lo que indica la presencia de grasa parda productora de calor en el ancestro de los mamíferos placentarios, pero no antes. Esta innovación probablemente les permitió prosperar en nuevos entornos fríos.

La proteína calentadora UCP1 no produce calor en los marsupiales, lo que sugiere que esta protoforma de grasa parda carece de función termogénica, pero aún está por descubrir para qué sirve en estos animales.

Con información de EFE