La industria española notará el efecto de los aranceles globales impuestos por Estados Unidos no solo en las exportaciones directas a ese país, sino también en las ventas a otros mercados, como México y Alemania, con fuertes intereses en Norteamérica.
En declaraciones a EFE, el director general de la Asociación de Empresas Industriales Internacionalizadas (Amec), Joan Tristany, advirtió este jueves que el impacto de esos impuestos, que el mercado anticipaba desde la vuelta al poder del presidente estadounidense, Donald Trump, ya se ha empezado a notar.
«Desde el mes de enero, las exportaciones hacia México de bienes de equipo españoles -maquinaria que sirve para producir otros bienes- han disminuido de forma estrepitosa», describe Tristany.
Muchos de los productos que España envía a México, Alemania y otros socios comerciales «entran en la cadena de valor para luego ir a Estados Unidos», explica.
El impacto real en la economía, sin embargo, es todavía una incógnita, según Tristany. Estados Unidos es «un mercado importante» para la industria española, pero no un «supermercado», y supone en torno a un 6 % de las exportaciones de los sectores a los que representa Amec.
Posibilidad de reducir márgenes
La reacción del mercado estadounidense a los aranceles dependerá de cada sector y, en particular, variará dependiendo de si existen «productos sustitutivos» de fabricación local que se puedan adquirir en los EE.UU.
Las tarifas transversales pueden provocar que los consumidores estén obligados a pagar más por determinados bienes, subraya Tristany.
En otros casos, las firmas exportadoras podrán plantearse reducir precios para tratar de compensar la subida de aranceles, «siempre y cuando el margen (de beneficios) lo permita», advierte.
Sobre la posibilidad de asentarse en Estados Unidos para evitar las barreras fiscales transfronterizas, Tristany dice que durante la primera administración de Trump (2017-2021) ya hubo empresas que decidieron trasladar actividad o abrir filiales en ese país.
En particular, en el ámbito de las infraestructuras comenzó en aquel momento a ser un requisito imprescindible la presencia local o bien determinados porcentajes de producción en el país para presentarse a concursos públicos.
De las 350 empresas que representa Amec, 145 tienen filiales en el extranjero, que se reparten a partes similares entre Estados Unidos y China.
Con independencia de la evolución del escenario comercial, «esto no beneficia a nadie, ni al consumidor estadounidense ni a las empresas americanas ni al consumidor europeo, y por supuesto no beneficia a las empresas europeas y españolas», concluye.
Con información de EFE