En los últimos años ha aumentado la concienciación de tener un correcto metabolismo de los hidratos de carbono y la insulina. Esto se debe a la creciente preocupación de la población ante el desarrollo del envejecimiento celular. Por eso, conocer el funcionamiento de la insulina es clave para prevenir este envejecimiento acelerado o la oxidación, así como la inflamación crónica.
Para prevenir el desarrollo de futuras complicaciones relacionadas con un mal funcionamiento de esta hormona, conviene cuidar de los mecanismos en los que esta se ve involucrada. Así se puede evitar el desarrollo de una resistencia de nuestro cuerpo hacia la insulina, lo que provocaría un mayor riesgo de padecer enfermedades metabólicas como la diabetes de tipo 2.
La resistencia a esta hormona afecta a todo el mundo, no solo a los diabéticos, por eso es clave ser conocedor de los beneficios que podemos obtener si mejoramos su funcionamiento con pequeños cambios en nuestro estilo de vida.
Insulina y envejecimiento celular
La principal función de la regulación del metabolismo de la glucosa es proporcionar energía a nuestro cuerpo, algo que se produce a través de la ingesta de alimentos. Este proceso está estrechamente relacionado con el aumento de la insulina y la oxidación, puesto que cuando los niveles de glucosa en sangre aumenta, el páncreas libera insulina que facilita la absorción de la glucosa desde las células.
Estas células absorben la glucosa gracias a la insulina, así es como generan la energía que nuestro cuerpo necesita. Un proceso que implica la oxidación de la glucosa en las mitocondrias celulares, así generan la ATP.
La acumulación excesiva de grasa crea una membrana que actúa como aislante en las células
No obstante, cuando existe resistencia hacia la insulina, la glucosa circula por la sangre dañando y oxidando las membranas protectoras de las células. Esto se llama proceso de glicación, y acelera el envejecimiento celular. Además, esas mismas células se convierten en el objetivo del sistema inmune, provocando una respuesta inflamatoria, e imposibilitando a otras hormonas la interacción con ellas. De esta manera, no aparecen otros problemas hormonales.
Si la insulina no lleva a cabo sus funciones, el tejido adiposo empieza a liberar ácidos grasos libres que llegan hasta el hígado. Esto significa que contribuyen a la producción de triglicéridos y metabólicos tóxicos, como pueden ser las ceramidas.
Las ceramidas son las causantes de la inflamación crónica de bajo grado, y según comenta la Dra. Isabel Viñas, médico residente de Endocrinología y Nutrición y colaboradora de la firma IVB WELLNESS LAB: “Está asociado a la resistencia a la insulina”.
¿Por qué nuestras células pueden volverse resistentes a la insulina?
Que nuestras células se vuelvan resistentes a la insulina tiene múltiples causas, pero se conoce que lo fundamental es el almacenamiento excesivo de grasa y sus metabolitos intermedios en el tejido adiposo, así como en el muscula, hígado o páncreas. Esta acumulación excesiva de grasa crea una membrana que actúa como aislante en las células, imposibilitando su viaje hasta la insulina.
Funciones de la insulina
Esta hormona tiene cinco funciones en nuestro sistema:
- Permite que la glucosa que está circulando en la sangre entre en el interior del músculo, tejido apidoso y corazón. Así evita que la glucosa circule en la sangre con un riesgo de experimentar problemas inflamatorios y oxidativos.
- Incrementa la síntesis de glucógeno muscular, lo que permite contar con un sistema de almacenamiento de energía que facilite nuestras actividades diarias.
- Reduce la producción de glucosa en el hígado. Evita, de esta manera, que se usen los aminoácidos y otros compuestos que producen glucosa. Esto lo hace porque así se evita la pérdida de masa muscular y aumenta la cantidad de glucosa que circula por la sangre, algo que incrementaría los niveles de glucosa.
- Estimula la creación de mitocondrias nuevas, las encargadas de fabricar energía en cada célula.
- Promueve la síntesis de ADN, así como el crecimiento celular.
Consejos para mejorar la resistencia a la insulina
- EJERCICIO DE FUERZA. Cuánto más músculo, más espacio tendremos para guardar glucosa, lo que se traduce en un mayor almacenamiento de la energía y secreción de hormonas antiinflamatorias.
- AUMENTA EL CONSUMO DE FIBRA SOLUBLE. La fibra ralentiza la velocidad con la que la glucosa entra en la sangre. Así se evitan los “picos” de insulina, que aparecen cuando la cantidad de esta hormona se tienen que liberar de golpe.
- SUPLEMENTOS. La berberina, el extracto de Gymnema Sylvestre, cromo, creatina, Myoinositol y D-chiroinositol y zinc son algunos de los suplementos que pueden ayudar aprevenir la resistencia a la insulina y controlar la glucosa en sangre.
Con información de Estetic.es