La sequía en la Amazonía deja al descubierto tesoros milenarios

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Foto: Archivo

El fuerte –considerado por los investigadores un hito en la consolidación de la frontera brasileña en la región norte– era la última parada de quienes iban hacia los Andes en la época colonial, especialmente de los que se dirigían al pueblo de San Pablo de Loreto, en Perú.

Los expertos afirman que, en el siglo XX, el lugar resultó afectado por derrumbes y terminó sumergido.

En la localidad de Anamã también aparecieron pedazos de urnas cerámicas funerarias de la época precolonial y en Urucará, a 260 kilómetros de Manaos, se hallaron grabados esculpidos en piedra. “Clasificados como precoloniales, los sitios representan la forma de vida de las personas que habitaron esa región en el pasado”, indicó Iphan.

Una polémica acción

Los hallazgos atrajeron la atención de muchos curiosos, pero la polémica llegó de la mano de un historiador que fue a visitar las “caretas” a Ponto das Lajes y sin autorización hizo unas pintadas.

“¿Pusieron tinta en los dibujos sabiendo que podían ser muy antiguos?”, escribió un internauta en las redes sociales.

El investigador Otoni Mesquita salió en su propia defensa y pidió disculpas en un comunicado en el que explicó que usó arcilla natural en el procedimiento. “En ningún momento tuve la intención de atacar el trabajo, ni herir la memoria de nuestra ascendencia”, comentó.

Mesquita comentó que su intención era hacer más visibles las figuras para tomar fotografías. “Al darme cuenta de que se trataba de una oportunidad única, busqué recursos técnicos para realizar el registro. Consciente de que se trataba de un procedimiento que no causaría riesgos ni daños”, destacó.

Iphan alertó de que ese tipo de intervenciones en el lugar necesitan de autorización oficial y activó a los órganos de fiscalización para evitar daños. “Todos los bienes arqueológicos pertenecen a la Unión, y queda prohibido cualquier tipo de explotación económica de estos artefactos, así como su destrucción”, señaló.

Por otro lado, Beatriz Evanovick, la superintendente del instituto en Amazonas, recordó que aunque no se puede “dejar de reconocer las oportunidades de investigación y valoración de la historia” que han supuesto estos hallazgos, también lamentó la “dura realidad” que supone para la población la mayor sequía de los últimos 121 años.

Con información de Actualidad RT