El cielo nocturno del hemisferio sur entra en su mejor momento del año para observar la Vía Láctea. Aunque esta gigantesca estructura galáctica es visible durante gran parte del año, entre junio y agosto alcanza su punto más impactante.
El espectáculo es accesible incluso para quienes no cuentan con telescopios ni equipamiento especial. Solo hace falta un cielo oscuro, libre de luna y de luces urbanas, para observar a simple vista el centro de nuestra galaxia.
El fenómeno no ocurre al azar. La inclinación del eje terrestre y el movimiento de la Tierra alrededor del Sol influyen en la orientación desde la que se observa el cielo nocturno. A partir de junio, el núcleo brillante de la Vía Láctea se eleva progresivamente y permanece visible durante más tiempo.
Desde la superficie terrestre, la Vía Láctea se presenta como una franja brillante que cruza el cielo. Su forma, similar a una nube alargada, es en realidad la visión lateral del disco de nuestra galaxia.
La Tierra se encuentra en uno de sus brazos espirales, el brazo de Orión, aproximadamente a mitad de camino entre el borde y el núcleo. Esta perspectiva parcial limita lo que se puede ver desde el planeta, ya que grandes cantidades de gas y polvo interestelar obstruyen la luz visible.
No obstante, lo que se logra observar es fascinante. Esa franja luminosa está compuesta por miles de millones de estrellas, cúmulos estelares, nubes de hidrógeno y rastros de polvo cósmico.
En el corazón de la galaxia se esconde uno de sus elementos más extremos: el centro galáctico está repleto de una cantidad inimaginable de estrellas extremadamente densas. También alberga un agujero negro supermasivo, Sagitario A. Aunque no puede verse a simple vista, su presencia es clave para la estructura dinámica de la Vía Láctea.
“Junio significa que la ‘temporada del núcleo’ de la Vía Láctea ha llegado. Esta es la época del año en que es visible como una tenue banda de luz difusa que se arquea en el cielo toda la noche. Basta con estar bajo un cielo oscuro, lejos de las brillantes luces de la ciudad, para apreciarla. Lo que se ve es el brillante núcleo central de nuestra galaxia, visto de canto desde nuestra posición dentro del disco galáctico”, destacan expertos de la NASA sobre esta oportunidad única para observar a nuestra galaxia en todo su explendor.
Y agrega: “Las fotos de larga exposición hacen que las estrellas brillantes y las oscuras nubes de polvo de la Vía Láctea se vean aún más nítidas. Y mientras nuestros ojos la ven en luz visible, los telescopios de la NASA observan la galaxia en todo el espectro, escudriñando a través del polvo para ayudarnos a comprender mejor sus orígenes. Independientemente de cómo lo mires, salir a la Vía Láctea en junio es una forma verdaderamente extraordinaria de conectarse con el cosmos”.
A pesar de lo espectacular del evento, muchas veces el cielo urbano impide contemplarlo. La Luna, si bien relevante, no es el mayor obstáculo. La principal amenaza es la contaminación lumínica: luces artificiales que dispersan el brillo y reducen el contraste entre el cielo profundo y el resplandor galáctico.
Para evaluar las condiciones del entorno, se utiliza la escala de Bortle, que mide la oscuridad del cielo nocturno desde clase 1 (cielo completamente oscuro, en zonas remotas) hasta clase 9 (cielo urbano, sin posibilidad de ver más que la luna y unas pocas estrellas).
Un cielo de clase 1 permite ver “todo lo que el cielo ofrece, ofreciendo una vista espectacular de la Vía Láctea”, mientras que uno de clase 9 no muestra más que planetas brillantes y satélites artificiales. Por eso, los expertos recomiendan alejarse de centros urbanos, viajar hacia zonas rurales o de montaña y buscar altitudes elevadas. Además, la orientación es clave: para quienes se encuentren en el hemisferio norte, mirar hacia el sur maximiza la visibilidad del núcleo. Pero los mejores cielos no están en el norte.
Cómo ver la Vía Láctea en su esplendor
Quienes viven en el hemisferio sur tienen una ventaja natural. Desde latitudes australes, como la Patagonia argentina o el desierto de Atacama, el centro galáctico no solo se eleva antes, sino que alcanza posiciones mucho más altas en el cielo.
“Mientras que en Europa y Norteamérica el núcleo de la galaxia apenas se eleva sobre el horizonte, en Argentina se alza hasta 60° en el cielo, revelando detalles imposibles de apreciar en latitudes septentrionales”, destacan desde el sitio Skyandtelescope.
Durante junio, las condiciones del hemisferio sur son especialmente favorables por tres motivos combinados. Primero, las noches son largas: en Ushuaia, por ejemplo, se llega a registrar hasta 14 horas de oscuridad continua. Segundo, la humedad ambiental es baja debido al aire frío y seco, lo que reduce la distorsión atmosférica. Tercero, la inclinación terrestre favorece una mejor exposición del centro galáctico desde esta parte del mundo. Así, tanto para astrónomos profesionales como para observadores ocasionales, el cielo austral ofrece una ventana privilegiada hacia el corazón de la galaxia.
Además de cielos despejados y libre de contaminación lumínica, lo mejor es observar la Vía Láctea desde la medianoche hasta las 4.30 de la madrugada, hora argentina.
Más allá del interés científico, el fenómeno representa una oportunidad emocional y visual. Este evento permitirá apreciar con mayor nitidez las densas concentraciones de estrellas y la estructura luminosa que caracteriza a la galaxia. Para muchos, contemplar la Vía Láctea a simple vista no solo significa mirar el universo, sino también tomar conciencia de nuestra ubicación dentro de él.
“Desde nuestra perspectiva terrestre, la Vía Láctea parece una franja nubosa que atraviesa el cielo; este es, en realidad, el centro de nuestra galaxia”, explican los astrónomos de la Agencia Espacial de EEUU. Esta imagen, que fue registrada desde tiempos ancestrales por casi todas las culturas humanas, hoy puede documentarse con precisión gracias a cámaras digitales, sensores astronómicos y telescopios ópticos avanzados. Pero el impacto visual de verla a ojo desnudo sigue siendo insustituible.
Por eso, cada temporada de la Vía Láctea es también una temporada de asombro. Mientras los científicos recopilan datos sobre la composición estelar, los ciclos de formación de estrellas o la dinámica del agujero negro Sagitario A*, los aficionados salen al campo en busca de cielos despejados. En esas horas de silencio bajo las estrellas, mirar hacia la franja lechosa en el cielo nocturno es también una forma de mirar hacia dentro.
“El brillante bulbo central de nuestra galaxia, la Vía Láctea, es visible toda la noche de junio y continúa hasta agosto. Se observa mejor desde lugares con cielo oscuro, lejos de las luces brillantes de las ciudades, y aparece como una tenue banda nubosa que se arquea en el cielo hacia el sur”, concluyó la NASA.
Con información de Infobae