Más de 860 personas murieron de hambre en Tigré, una región del norte de Etiopía que sufrió una guerra entre 2020 y 2022, en los últimos cuatros meses hasta diciembre de 2023, confirmaron hoy a EFE las autoridades regionales.
«La hambruna en Tigré ya se ha cobrado más de 860 vidas», declaró a EFE el jefe de la Comisión de Gestión de Riesgos de Desastres de Tigré, Gebrehiwot Gebre-Egziahber, citando una investigación finalizada en diciembre de 2023.
Según Gebrehiwot, el estudio fue realizado por profesionales que siguieron métodos estándar internacionales respaldados por tecnología GPS, que identificó con precisión cada muerte en cada lugar específico.
Los datos fueron enviados al Centro de Coordinación de Emergencias (ECC) de la región y a la ONU, señaló la fuente.
Según la investigación, más de dos millones de personas estaban en riesgo debido a la sequía que afectó a casi 57.300 hectáreas de tierra y cerca de 114.400 hogares.
Según el responsable de la citada comisión, amplias zonas de la región siguen bajo el control de fuerzas externas, concretamente de tropas eritreas, lo que ha complicado la crisis humanitaria en Tigré, ya que existen áreas aún inaccesibles y fuera del alcance de cualquier forma de asistencia.
«Dada la situación actual, instamos al Gobierno federal y a la comunidad internacional a responder rápidamente y ayudar a las personas afectadas por la hambruna, pero aún no hemos recibido respuesta», agregó Gebrehiwot.
El presidente de la Administración Provisional de Tigré, Getachew Reda, urgió el pasado 29 de diciembre al Gobierno de Etiopía y a la comunidad internacional a responder rápidamente a «una nube oscura de hambre y muerte» que se cierne sobre la región.
«Tigré está al borde de una catástrofe humanitaria como no se había visto desde la infame hambruna de 1984-85 que se cobró la vida de millones de personas en toda Etiopía», aseveró Getachew en un comunicado.
Según Getachew, más del 91 por ciento de la población está expuesta al riesgo de morir de hambre.
«Sin un esfuerzo concertado para abordar esta tragedia, las consecuencias serán mortales, con ramificaciones de largo alcance para la paz y la estabilidad nacional y regional», advirtió el presidente interino.
El pasado 30 de diciembre, el ministro de Servicios de Comunicaciones de Etiopía, Legese Tulu, desestimó la declaración emitida por Tigré y aseguró que nadie ha muerto a causa del hambre en ninguna región de Etiopía, excepto por la interrupción de los suministros humanitarios.
«No es apropiado conectar política y ayuda humanitaria», criticó Legese.
Los esfuerzos del Ejecutivo central por pasar por alto la crisis humanitaria en Tigré han disgustado a las autoridades regionales.
«Como seres humanos, nuestra compasión por la humanidad debe estar libre de cualquier afiliación o sesgo político», subrayó a EFE Gebrehiwot.
Etiopía ha encarado al mismo tiempo inundaciones y lluvias torrenciales que sacudieron en meses pasados partes del sur del país por el fenómeno meteorológico de El Niño, además de una sequía persistente en el norte.
La guerra de Tigré comenzó el 4 de noviembre de 2020, cuando el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ordenó una ofensiva contra el Frente Popular de Liberación de Tigré (FPLT), que gobernaba entonces la región, en respuesta a un ataque a una base militar federal y tras una escalada de tensiones políticas.
Al menos 600.000 personas murieron durante la guerra de Tigré, según el mediador de la Unión Africana, el expresidente nigeriano Olusegun Obasanjo.
Pese a que Adís Abeba y el FPLT firmaron un acuerdo de paz el 2 de noviembre de 2022, Human Rights Watch (HRW) y organizaciones locales advirtieron el pasado noviembre de que la violencia y los abusos continúan en Tigré por parte de los soldados de la vecina Eritrea, aliada del Gobierno etíope, y de la región colindante de Amhara.
Con información de EFE