Mejora la salud a través de una conexión cerebro-cuerpo más fuerte

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Foto: Archivo

La capacidad de percibir lo que ocurre dentro del propio cuerpo, conocida como interocepción, cobró un papel protagónico en la neurociencia contemporánea y en la promoción de la salud integral.

Según el podcast Huberman Lab, conducido por Andrew Huberman, profesor de neurobiología y oftalmología en la Stanford School of Medicine, esta habilidad representa “el nivel más fundamental de importancia para todo lo que sentimos, hacemos y somos capaces de hacer”.

En este contexto, se sostiene que pequeñas acciones cotidianas pueden mejorar significativamente el bienestar físico y mental al fortalecer la conexión entre el cerebro y el cuerpo.

¿Qué es la interocepción y por qué es relevante?

La interocepción permite sentir y entender el estado interno del organismo, incluyendo señales como los latidos cardíacos, la respiración o las sensaciones digestivas. A diferencia de la exterocepción —que capta estímulos del entorno externo—, esta capacidad se enfoca en el “paisaje interno” del cuerpo.

De acuerdo con las perspectivas compartidas por el neurocientífico, esta función es clave para regular aspectos como el sueño, la composición corporal, la concentración, el ánimo, el estrés y la recuperación física.

En el reciente episodio de su podcast, Huberman explicó que la interocepción depende de una comunicación constante y bidireccional entre el cerebro y los órganos. Esta red de señales determina si una persona está en condiciones óptimas para afrontar los retos del día a día o si, por el contrario, está predispuesta a un funcionamiento ineficiente.

Rol del nervio vago en la comunicación interna

El nervio vago, décimo par craneal, es descrito por el especialista como “un vasto y enorme conjunto de nervios que vagan por el cuerpo”. Este canal no solo envía instrucciones desde el cerebro a los órganos, sino que también transporta señales desde los órganos hacia el cerebro. La información incluye datos mecánicos (presión, distensión) y químicos (acidez, nutrientes).

Aunque suele asociarse al bienestar, el nervio vago no es en sí un “sistema calmante”, sino de comunicación. Participa en la regulación de funciones como la frecuencia cardíaca, la respiración, la digestión y la respuesta inmune, ajustando el funcionamiento de diversos órganos.

Funciones y estado mental

Un ejemplo concreto del impacto de la interocepción es la relación entre la respiración y el ritmo cardíaco. Según el podcast, al inhalar profundamente, el diafragma desciende y el corazón se expande, lo que ralentiza el flujo sanguíneo. En respuesta, el cerebro ordena aumentar el ritmo cardíaco; mientras que al exhalar, el proceso se invierte.

Huberman recomendó aprovechar este mecanismo para modular conscientemente el estado emocional: exhalaciones prolongadas promueven la calma, mientras que inhalaciones profundas pueden aumentar la alerta. Un ejercicio sugerido consiste en una doble inhalación seguida de una exhalación larga, útil para reducir el estrés y mejorar la concentración.

Sistema digestivo: señales y alimentación

El aparato digestivo tiene un rol clave en la interocepción. El científico mencionó investigaciones de Stephen Liberles, de la Harvard Medical School, sobre las neuronas GLP1R, que detectan el estiramiento intestinal y la presencia de nutrientes como grasas, proteínas y azúcares, luego envían esa información al cerebro para regular el apetito.

Asimismo, la microbiota intestinal, compuesta por microorganismos residentes, influye en la salud cerebral e inmune. De acuerdo con un estudio dirigido por Justin Sonnenburg, también de Stanford, una dieta rica en alimentos fermentados mejora la cognición y reduce la inflamación más eficazmente que una dieta rica en fibra.

Por otra parte, el equilibrio químico del sistema digestivo es vital para el crecimiento de bacterias beneficiosas y la regulación inflamatoria, con impactos positivos en el sueño, la concentración y el estado de ánimo.

Procesos fisiológicos y respuestas interoceptivas

La interocepción también interviene en procesos como la fiebre, el vómito y las náuseas. El cerebro dispone de zonas como el área postrema que detectan alteraciones químicas en la sangre y activan respuestas defensivas.

En cuanto al vómito, puede ser inducido por sustancias tóxicas o incluso por recuerdos desagradables. Andrew Huberman mencionó estudios revisados por pares que demuestran la eficacia del jengibre (1 a 3 gramos) para reducir la actividad neuronal asociada a las náuseas.

Para bajar la fiebre, en el episodio recomendó enfriar zonas como las palmas, plantas de los pies y la frente, en lugar de aplicar frío al cuello, lo que podría generar una reacción adversa del cerebro.

Emociones y estado interno

El mecanismo también está implicado en la generación de emociones. El nervio vago transmite información del corazón, los pulmones y el intestino, que el cerebro procesa emocionalmente. “El nervio vago es responsable de la emoción y lo hace al agregar las condiciones de los órganos”, planteó.

La expresión facial refleja esta integración. Estudios citados en Huberman Lab indican que las personas pueden sincronizar inconscientemente su ritmo cardíaco y respiración con otros, lo que revela una resonancia emocional basada en la percepción interna compartida.

Estrategias para mejorar la interocepción

Para potenciar esta capacidad, Huberman recomendó ejercicios de atención al cuerpo. Uno de los más eficaces es enfocar la atención en los latidos del corazón durante un minuto. Este tipo de práctica fortalece las conexiones entre el sistema nervioso central y los órganos.

En cuanto a la alimentación, sugirió incluir alimentos fermentados en la dieta y reducir los azúcares simples, mientras se aumentan los omega-3 y aminoácidos. Esto mejora la salud intestinal y contribuye al equilibrio emocional y cognitivo.

Con información de Infobae