Detrás de las puertas del crimen organizado se esconde un patrón alarmante de femicidios perpetrados por bandas criminales. En algunos casos, mujeres larenses que en los últimos 15 años formaron parte involuntaria de estos entornos peligrosos y se convirtieron en víctimas de abusos, agresiones y asesinatos.
Hace más de una década, el estado Lara registró alrededor de 33 muertes de mujeres que estaban ligadas al crimen organizado, bien sea por ser parejas de los integrantes o líderes de bandas o simplemente por ser familiar, pues las bandas rivales atacaban al punto más débil.
Por años, la impunidad y el silencio han rodeado a estos crímenes y aunque los cuerpos de seguridad han tratado de identificar y aprehender a los responsables, en muchos casos se les hace imposible, debido a que huyen de la zona para evitar la justicia.
De 2009 a este año, se sabe de mujeres que, en su mayoría, aunque no ingresan a las organizaciones criminales de manera activa, es decir, no son las que están de primera línea ante un enfrentamiento pero, según fuentes policiales, “caen” por amor. Más que todo en casos de drogas o cómplices de secuestros u homicidios.
Pero es justamente a partir de 2009 cuando en Lara la criminalidad se disparó y funcionarios de seguridad han identificado a varias mujeres asesinadas que formaban parte activa de bandas, pero que no fueron atacadas por pandillas rivales, sino por el líder de su misma banda para silenciarlas. En la jerga delincuencial, las mujeres que se “comen la luz” eran asesinadas.
El caso de Ariana Carolina, ultimada a tiros en mayo de 2009 en La Miel, municipio Simón Planas, forma parte de uno de los tantos casos ocurridos en estos 15 años.
Sobre el crimen se supo que la muchacha, de 21 años de edad, caminaba junto a una amiga por el sector Caja de Agua, cuando fueron interceptadas por unos criminales armados que le dispararon al menos siete veces, y dos impactos de bala fueron mortales.
Una puerta sin salida
La alegría de que en su cuerpo no latía un corazón, sino dos, hizo que la joven pensara bien las cosas. En ocho meses tendría a su bebé entre los brazos y fue el motivo suficiente para, presuntamente, poner fin y anunciar su salida de la banda “Los Arroyos” que operaba en Simón Planas, dedicada al hurto, robo y homicidio.
Al parecer, Ariana había tenido un problema con el líder del grupo hamponil, debido a que ella ya no quería pertenecer a la banda por su embarazo, y quería alejarse de todo lo malo.
Para ese año, LA PRENSA pudo conocer que el líder del grupo criminal no quería que ella se fuera y le negó su salida, en el mundo hamponil “entran fácil, pero no salen fácil”, sostuvo una fuente policial.
Presuntamente, la joven habría amenazado al líder con delatarlo ante los cuerpos de seguridad si no la dejaba ir. El hombre quería callarla, pues no le convenía que ella lo delatara.
Así fue como planificó su muerte y cuando estaba junto a su amiga le dispararon hasta matarla. Por varios días los funcionarios viajaron desde Barquisimeto hasta La Miel, debían buscar al responsable del crimen de la joven embarazada.
Al principio creyeron que su pareja la había asesinado, pero luego un testigo clave hizo cambiar el móvil del crimen.
La amiga de Ariana habría sido quien contó todo lo ocurrido y así fue como el Cicpc pudo dar con Pedro Arroyo, presunto asesino de la joven mujer embarazada, además de ser miembro y líder de la banda.
El caso de Ariana no fue el único en la entidad larense, según los registros de LA PRENSA este patrón se repitió en varias ocasiones y no solamente en casos de personas que formaban parte, de manera directa, de una organización cuyos miembros eran delincuentes.
Hubo casos en los que pandilleros asesinaron a familiares de integrantes de bandas rivales, con la única intención de vengarse de ellos.
“En el municipio Jiménez se vivió muchos años con terror, a los delincuentes no les importaba si eran familia, si eran mujeres o personas de la tercera edad. El criminal iba y los buscaba para cobrar venganza”, comentó una señora que vivió por años en el caserío Guadalupe.
Las peleas por la distribución de droga y las “plazas” de los criminales han hecho que asesinen a mujeres en Lara. Hace 15 años, dos mujeres fueron asesinadas en el barrio Rafael Linares, al oeste de Barquisimeto, aparentemente, por esta causa.
En un informe que publicó Provea, en el año 2009, resaltó que 44 mujeres fueron asesinadas en la entidad. Entre los casos, destacaron el crimen de Luz Marina Vivas, de 24 años, quien murió instantáneamente y Yubisay Yaneth Marín, de 31 años, que murió dos días después de ser heridas de bala.
Para ese entonces, las autoridades policiales investigaban una posible represalia por líos de estupefacientes.
Esta es una historia que se ha repetido no solamente en Lara, sino a nivel nacional, mujeres asesinadas por problemas de drogas. Maryuri Johana López fue asesinada en Chirgua I, al noreste de Barquisimeto junto a un hombre, pero los delincuentes iban por ella.
Al parecer, la dama era extorsionada por hampones que le exigían una alta suma de dinero para dejarla “en paz”; no obstante, fuentes ligadas a las investigaciones indicaron que la muerte habría sido por problemas con ventas de sustancias estupefacientes.
Según los registros que por más de 15 años ha llevado LA PRENSA, se ha logrado identificar que los municipios Iribarren, Jiménez, Morán, Andrés Eloy Blanco y Palavecino han sido los más “candelas”, esto según las cifras de homicidios.
Pagó por su pareja
El dantesco crimen de Mirlybeth Reverol Tovar (20) sacudió al estado Lara no sólo por ser una mujer, sino por la brutalidad que tuvieron hacia ella.
La “Niña”, como cariñosamente le decían, fue asesinada la noche del 30 de diciembre de 2016 en el sector Renacer Crepuscular, al oeste de Barquisimeto.
Esa noche, cuatro hombres ingresaron al ranchito de la joven. Con voz retante le preguntaban por una droga, que meses antes su pareja se había quedado, pero ella les respondió que no sabía nada.
La joven estaba acompañada por su hermana adolescente, los cuatro criminales procedieron a violarlas y luego se fueron en contra de la “Niña”, golpeándola, justo en ese momento la hermana logró escapar.
Uno de los criminales sacó un machete y asesinó a la “Niña”, con crueldad la decapitaron y se llevaron su cabeza, para luego arrojarla en una quebrada, ubicada a unos dos sectores más lejos de Renacer Crepuscular.
Esta muchacha, supuestamente, tenía contacto con el “Cesita”, líder de una banda delictiva que operaba con el microtráfico, en el oeste de la ciudad, porque su pareja Rafael Alberto Peña Torrealba (26), conocido como el “Fucho” era parte de esa organización, y quien en un acto de traición se apoderó de gran cantidad de droga.
A “Fucho” lo asesinaron meses antes que a la “Niña” por robar la “mercancía”, los criminales creyeron que la joven sabía donde estaba la droga, pero como no dio respuestas procedieron a asesinarla.
Venganza por delatar
Un blanco de la violencia. En el estado también han ocurrido femicidios por denunciar a delincuentes. Uno de los casos recordados ocurrió en el caserío Las Brujitas de Bobare.
María Mercedes Fréitez Falcón, de 35 años, fue asesinada a golpes y dentro de su cuarto le ro¬ciaron gasolina, para luego prenderle candela.
El hecho ocurrió en 2018. Aparentemente, a María la habían amenazado de muerte varias veces, lue¬go que ella denunciara en cuerpos de seguridad a delincuentes que estaban operando en la zona.
Un mes antes de su muerte, ella recibió una amenaza; “te vamos a matar por sapa”, fue lo que le dijeron los hombres.
A Candy Pérez Fréitez, de 33 años de edad junto a su esposo, los asesinaron aparentemente por delatar a unos hampones. Ella era una persona frontal y no quería que el caserío se convirtiera en una zona “roja”.
En abril de 2017 ocurrió el crimen de la dama, ella recibió múltiples puñaladas y un disparo. Los testigos contaron que cinco hombres que lograron fugarse del Centro Policial de Quíbor, supuestamente, se fueron a “enconchar” en la casa de un delincuente apodado el “Mon”.
El delincuente los mantuvo escondidos y al parecer Candy, que era una líder comunitaria y militaba en partidos políticos, habría advertido sobre la presencia de los delincuentes y ellos decidieron cobrar venganza, irrumpiendo en su hogar para cometer el doble homicidio.
De cocineras a “señuelos” para atacar a víctimas
Las mujeres son usadas por criminales para enganchar a hombres, bien sea para robarlos o para consumar una venganza.
Según un informe de InSight Crime, una fundación dedicada al estudio y a la investigación de amenazas para la seguridad nacional y la ciudadanía en América Latina y el Caribe, el rol de las mujeres dentro del crimen organizado va de ser cocinera, mulas, reclutadoras en la trata de personas y “señuelos” para cometer robos, secuestros y homicidios.
En la entidad larense, en los últimos años, se han conocido casos en el que las mujeres, mayormente parejas de líderes de las organizaciones, se encargan de “estudiar” a la víctima, si es el caso de secuestro lo siguen a todas partes. Por ejemplo, si la víctima va al gimnasio, ella ingresa como una “cliente” más, pero es para “vigilar” al objetivo.
También son usadas en robos de carros para que la víctima tenga confianza.
La asesinan en un penal
Francely Alexandra Sierra Santos, de 24 años, fue estrangulada en la cárcel Yare II, en los Valles del Tuy, estado Miranda, el sábado 13 de julio de este 2024.
El hecho ocurrió cuando Francely visitaba a un privado de libertad que, presuntamente, era su pareja sentimental; pero no hay mayores detalles.
Según versión de una fuente interna que contó a medios digitales, un preso se percató de que la joven estaba en estado crítico y alertó a los custodios del Ministerio del Poder Popular para el Servicio Penitenciario.
La muchacha fue auxiliada, pero cuando iban de camino a un centro de salud murió.
Funcionarios del Cicpc iniciaron las investigaciones, interrogaron a los familiares, pero estos alegaron que desconocían qué pudo pasar.
En diferentes centros penitenciarios de Venezuela se han registrado femicidios, en los que son señalados sus parejas sentimentales.
Vía La Prensa de Lara