Investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), en España, han coordinado un estudio en el que se identifica una asociación vírica inédita hasta ahora: un virus se adhiere al cuello de otro para poder introducirse en el organismo huésped, infectarlo y replicar su material genético.
En la investigación, que se ha publicado en el Journal of the International Society for Microbial Ecology, también han participado las universidades estadounidenses de Maryland en Baltimore County (UMBC) y Washington en St. Louis (WashU), informó la UAB.
Según la UAB, las células de organismos como las bacterias o las plantas pueden ser infectadas por algunos virus, llamados satélites, que necesitan el material genético de otros virus, denominados ayudantes, para replicarse y propagarse.
Esta relación requiere que los virus satélites y los ayudantes estén próximos mientras dura el proceso; sin embargo hasta ahora no se conocía ningún caso en el que un virus satélite se hubiera unido a su virus ayudante, ni tampoco se había visto esta adhesión en ningún otro tipo de virus, afirmó la UAB.
El hallazgo se ha realizado en bacteriófagos (virus que infectan a las células bacterianas) de la bacteria del suelo Streptomyces scabiei, y los investigadores han descubierto que el bacteriófago satélite se adhiere al cuello del virus ayudante, en la zona donde la cápside del virus se une a la cola.
“Se trata del primer caso en el que se identifica la adhesión de un virus a otro”, di Ivan Erill, que coordina el trabajo y es bioinformático investigador de la UMBC y del Departamento de Ingeniería de la Información y de las Comunicaciones de la UAB.
En las imágenes de microscopía electrónica de transmisión (MET) observadas por la investigadora de la UMBC y primera autora del estudio, Tagide deCarvalho, el 80 % de los bacteriófagos ayudantes (40 de 50) tenían un satélite unido al cuello, mientras que otros mostraban remanentes del satélite en el cuello, “a modo de marcas de mordeduras”, señalaron los investigadores.
Relación estrecha entre virus
Según el estudio, la mayoría de virus satélites cuentan con genes que les permiten integrarse en el material genético de la célula huésped y permanecer latente allí, a la espera de que entre un virus ayudante para empezar a reproducirse.
La célula huésped copia entonces el ADN del virus satélite junto con el suyo a la hora de dividirse.
Según Ivan Erill, “nuestra hipótesis es que al no poder integrarse en el ADN de la célula huésped, el virus satélite debe estar lo más cerca posible de su ayudante para poder entrar en la célula y sobrevivir”, y “hemos observado que ha desarrollado un corto apéndice que le podría servir para ello”.
El próximo paso de los investigadores será intentar averiguar cómo se adhiere el virus satélite y cuán común puede ser este fenómeno.
El estudio se ha desarrollado en el marco de un programa de investigación para identificar nuevos bacteriófagos para su uso en terapias antibacterianas.
La competencia genética entre bacteriófagos satélites y sus ayudantes, como ilustra este descubrimiento, podría servir para explorar nuevas vías para desarrollar fármacos antivirales, según la UAB.