Un sindicato de la policía penitenciaria ha pedido este lunes a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, que declare el estado de emergencia en las cárceles del país, donde «el personal está arriesgando la vida», después de que un preso agrediera a un agente durante una protesta en la cárcel de Lorusso y Cutugno en la ciudad italiana de Turín (norte).
«Es inaceptable e intolerable lo que sucede en la cárcel de Turín», denunció el secretario general de la Organización Sindical Autónoma de la policía penitenciaria (Osapp), Leo Beneduci, al explicar que este domingo los presos se negaron a entrar en las celdas en uno de los pabellones.
Así comenzó una protesta en la que los presos prendieron fuego a sus celdas y uno de los detenidos golpeó, con una cocina portátil de gas permitida, a un agente en la cabeza, que fue trasladado al hospital Maria Vittoria y donde está previsto que permanezca diez días, según los medios.
Beneduci pide que la ultraderechista Meloni «declare, sin más demora, el estado de emergencia de las cárceles italianas antes de que ocurra algo grave y verdaderamente irreparable, ya que el personal está arriesgando la vida». Al ministro de Justicia, Carlo Nordio, le reclama que envíe «a los grupos especiales».
La cárcel turinesa «está fuera de control», señala, ya que el pasado viernes los presos también se rebelaron en unas protestas que grabaron y difundieron a través de las redes sociales con móviles infiltrados en las que lanzaron bombonas de gas en llamas y otros objetos que provocaron la intoxicación por humo de cuatro agentes penitenciarios.
Los presos protestan contra las condiciones de la prisión y piden una amnistía, mientras la Osapp denuncia la «impunidad» de los detenidos y exige «como mínimo» aislamiento preventivo para los «insurgentes».
«El hacinamiento carcelario en Italia es un problema crónico que requiere soluciones inmediatas», según la Policía Penitenciaria, que destaca que en el último informe del departamento de administración penitenciaria (DAP), a final de mayo había 61.547 presos en las instalaciones italianas, frente a una capacidad máxima de 51.241.
La pésima situación de las cárceles de Italia también ha influido en el alto número de suicidios, 56 personas en lo que va de año, el último de los cuales tuvo lugar anoche, cuando un preso se quitó la vida en la cárcel de Santa Maria Maggiore de Venecia.
“Los suicidios (…) surgen de las terribles condiciones materiales en las cárceles”, apunta la oficina del Garante por los derechos de los detenidos, que asegura que «el Estado cree haber cumplido su deber hacia la comunidad al encarcelar a los culpables y no preocuparse por su destino.»
Este sábado se registró otro ataque en la prisión de la localidad Ivrea, en la región de Piamonte (norte), donde un recluso golpeó en la cara a un agente mientras lo acompañaba a un reconocimiento médico.
Con información de EFE