La idea de que una porción de queso antes de acostarse puede desencadenar una noche de pesadillas se ha popularizado durante mucho tiempo. Si bien su origen está más vinculado a lo cultural y no está del todo claro, diversos estudios han puesto en duda la relación entre el consumo de ese producto lácteo con un mal sueño.
Una de las posibles causas de este mito puede hallarse a principios del siglo XX, cuando la tira cómica ‘Dream of the Rarebit Fiend’ (‘Sueños de un fanático de la tostada galesa’) popularizó la idea de que un plato de queso picante, el rarebit galés, provocaba sueños extraños y perturbadores. Otro ejemplo puede encontrarse en el famoso ‘Cuento de Navidad’ de Charles Dickens, donde su protagonista, Ebenezer Scrooge, culpa a una miga de queso por la aparición de un fantasma.
El queso contiene tiramina, un compuesto natural que, en teoría, puede estimular el cerebro al provocar la liberación de norepinefrina, una sustancia química relacionada con el estado de alerta y, potencialmente, con la interrupción del sueño. Además, en porciones normales el queso aporta solo una cantidad mínima de tiramina, «ni de lejos la suficiente para que tu cerebro entre en un estado de sueño acelerado», analizó un experto.
Vale recordar, que el queso es una fuente de nutrientes esenciales como calcio, fósforo, proteínas de alta calidad, vitaminas A, D y B12, y zinc. Estos nutrientes son importantes para la salud ósea, muscular, dental y el sistema inmunológico, y también ayudan al crecimiento y la reparación de tejidos.
Fuente: RT