El sexo debería ser algo placentero, pero se puede convertir en fuente de estrés y preocupación. Cambiar la forma de vivir nuestra sexualidad es crucial para disminuir este tipo de ansiedad.
La ansiedad sexual es una respuesta emocional que se manifiesta como preocupación y nerviosismo respecto a las experiencias sexuales. El miedo de no estar a la altura, la presión por cumplir ciertas expectativas y las inseguridades sobre el cuerpo pueden hacer que disfrutar del sexo parezca difícil.
Sin embargo, es posible superar este problema con estrategias prácticas antes, durante y después del acto. Enfocarse en el placer, en lugar del rendimiento, cuestionar ideas falsas sobre la sexualidad y buscar apoyo de un psicólogo o sexólogo puede ser clave.
¿Por qué aparece la ansiedad sexual?
No hay una causa única y cada persona tiene sus propias circunstancias para sentirse o no ansioso al momento de tener intimidad. Sin embargo, ciertos factores son reconocidos como comunes o frecuentes entre aquellos que experimentan ansiedad sexual. Son los siguientes.
Preocupaciones sobre el rendimiento
La ansiedad por el rendimiento sexual (SPA, según sus siglas en inglés) afecta del 9 al 25 % de los hombres y del 6 al 16 % de las mujeres. Se trata de una preocupación constante por el pensamiento de si vas a «hacerlo bien».
Preguntas como «¿estoy haciendo lo correcto, y si se me baja en el momento menos oportuno?» pueden ser muy fuertes. A tal punto, que te impidan disfrutar de la ocasión y te lleven solo a concentrarte en tu desempeño.
Inseguridad sobre el cuerpo y la apariencia
La ansiedad sexual, a menudo, surge de las inseguridades o complejos físicos. Quizás te preocupes por cómo te ves o cómo te perciben los demás en el encuentro íntimo. Tal vez te sientes incómodo por los kilos que crees que están de más, las estrías o alguna cicatriz.